Mis alumnos aprenden rudimentos de poesía, o más bien, algún concepto elemental que los sitúe en el nivel del arte. Suelo partir de un esquema absolutamente elemental: existe obra artística literaria cuando se cumplen estas tres condiciones: se utilizan palabras, se utilizan de una manera especial, y se utilizan con la intención de provocar sensaciones especiales. Así de corto y de sencillo. Supongo que el esquema lo habré descrito aquí alguna otra vez, pero no lo recuerdo.
Cuando pasamos a la práctica –sí, sí, sin escandalizarse, a crear textos literarios desde el primer momento: con dos (y eso que me acabo de enterar de que Franco solo tenía uno)-, este esquema tiene que funcionar. Y creo que funciona.
Hoy andábamos seleccionando posibilidades del género lírico. Qué tontería esto de los subgéneros y de las tabulaciones. Lo importante sigue siendo el esquema anterior: lo demás no añade prácticamente nada nuevo.
Hoy se produjo un momento de gloria. Más o menos fue así. Se leía un fragmento del conocido poema Llanto por la muerte…, de Lorca. Andábamos por estos versos:” …!Qué tremendo con las últimas / banderillas de tiniebla! // Pero ya duerme sin fin…” . Aquí el poema cobra un sesgo brutal. Explicamos algunas imágenes y todos entendieron ese golpe brutal que señala el momento de la muerte del torero (“Pero ya duerme sin fin”). Les propuse la posibilidad mostrenca para expresar el mismo contenido: Se ha muerto. Y enseguida les añadí una tercera: El tiempo se ha quedado dormido entre sus brazos. Las escribimos en la pizarra (todavía no es digital). Las tres. Una debajo de la otra, y la tercera debajo de las dos. Así: a) Se ha muerto; b) Pero ya duerme sin fin; c) El tiempo se ha quedado dormido entre sus brazos.
Los noté un poco más silenciosos y perplejos. Las tres fórmulas utilizaban palabras. Las tres las utilizaban de distinta manera. Las dos últimas parecían buscar sensaciones especiales: querían formar parte de una obra artística y literaria.
Y les propuse una votación. Nadie votó a favor de la primera. A cuatro alumnos les complacía más la segunda, la de Lorca. Los demás votaron la tercera posibilidad.
Me sentí demasiado satisfecho. Creo que lo notaron. Les dije que comería más a gusto hoy. No cité el origen de la tercera fórmula pero creo que algunos lo intuyeron rápidamente.
Tengo buen paladar pero hoy me gustó más la ensaladilla. Había salvado un minuto. Y menudo rival el que tenía.
Sé que nada es más que lo que es. Pero hoy fue. Para mí, por supuesto. Y acaso para ellos, que quedaron prendidos de otras formas de decir y de acercarse a las cosas. Si quisieran practicar y entusiasmarse…
La imagen "El tiempo se ha quedado dormido entre sus brazos" reza sobre una lápida que me sigue llamando cada día.
martes, 19 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Yo también hubiera votado por la tercera. Y creo que Lorca me habría seguido.
Y yo.
Y yo.
Publicar un comentario