sábado, 30 de mayo de 2009

ME MIRO EN EL ESPEJO DE UNAMUNO

Vuelvo a dejar noticia de que he dedicado parte de los dos últimos días a la lectura de una amplia biografía de Unamuno. He repasado en ella noticias de segundo y de tercer orden que yo no controlaba. Todas son importantes en un ser que a mí me llama mucho la atención, como ya he señalado.

A estas alturas del trayecto vital, supongo que las biografías tienen interés sobre todo por dos variables. Es la primera la de conocer los entresijos de una época, en este caso la que ocupa el último tercio del S XIX y casi la primera mitad del S XX. La segunda ofrece al lector la posibilidad de encontrar alguna similitud o alguna diferencia entre lo que representa y vive el autor y lo que cree representar y vivir el lector.

A mí me interesa mucho más esta segunda variable, por supuesto. Me divierte mucho verme como un pequeño Unamuno en algunas de las características del personaje. Unamuno es un ser que duda siempre y que se queda a medio camino entre la razón y la fe. A mí, en estos años, se me niega más la segunda pero no acabo de renunciar a los beneficios que pudiera concederme. Y querría no dedicar demasiados esfuerzos en tratar de acomodar mis actividades a las peticiones de la fe. Eso es lo que hacen casi todos los creyentes y a mí me parece que eso es desvirtuar a la persona y despojarla de su capacidad de razón.

Unamuno anda también siempre a medio camino entre la razón y el sentimiento (“Piensa el sentimiento, siente el pensamiento”). Creo que al fin esto no anda demasiado alejado del binomio anterior. Yo en esto no me apeo ni un milímetro del maestro. Mi territorio, por desgracia, es el de la duda y el de las múltiples aristas para cada asunto. ¡Cómo me gustaría poderme conducir con las ideas más claras! Pero la vida no cabe ni en la razón ni en el derecho positivo; es mucho más rica y variada y el sentimiento tiene que andar siempre en la ayuda del territorio de la razón. Sin embargo, cuando la duda no es razonable y razonada, se convierte en simple tontería.
Unamuno es bastante tragicómico. Desde luego, en el mejor sentido en el que puedan entenderse estas palabras. Quiero decir que en todo anda por la tremenda, que no se arredra ante casi nada y hasta “le va la marcha” pública. A veces se arruga -sobre todo en la última parte de su vida- y se pliega a lo correcto públicamente, aunque son pocas las ocasiones en las que lo hace y da la impresión de que siempre es por quedarse en el mal menor. Por lo demás, parece una avispa cojonera que siempre anda azuzando a los modorros. Yo no puedo competir en los mismos planos, pero sí en la actitud y en esa forma de ir a la contra en demasiadas ocasiones y con consecuencias no demasiado positivas para mí. Habría que glosar a qué servicio se ponen esas actitudes. Ahí ya me siento un poco distanciado del maestro Unamuno.

Es Unamuno amante de la ciudad pequeña y nunca elogió mucho el tráfago de las grandes ciudades. Se enclaustró en el gusto por el campo abierto, campo que veía siempre como un estado de conciencia. Recibió unos influjos familiares cuando menos curiosos. Era tacaño tal vez en exceso. Se vivió a sí mismo como nadie. La vida para él fue “serse”, convirtiendo este verbo en algo activo y personal. Creyó siempre en sí mismo como salida y meta. Abrió todas las puertas al valor supremo de la existencia. Fue universal y único. Creyó en destinos comunes patrióticos (yo en esto sueño menos). Aspiró a ser querido sobre todo por sus escritos. Nunca salió del yo y fue un gran “egoísta”. Nunca quiso soñar por si en el sueño se le iba la vida verdadera pero toda su vida fue un sueño… Fue un tipo verdadero, intenso y solitario. Siempre contradictorio, culo de mal asiento hasta en sus teorías, martillo de modorros, republicano convencido, despreciador de militares y cuerpos parecidos, un mortal inmortal y un inmortal de pueblo.

No quiero analizar en qué me siento próximo de toda esta panoplia y en qué ni me parezco, por supuesto salvando las distancias. Anoto, sin embargo, que es un ejercicio que provoca deleites y sonrojos.

N.B. Dejo de nuevo nota de que Sara se hace la remolona y nos hace esperar otro poquito. Es que es una princesa y se lo está pensando.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Sara vendrá, puede que ya esté llegando y su presencia os hará sentiros distintos a todos.