jueves, 14 de mayo de 2009

EL OTRO PARTIDO

Dediqué anoche un rato a ver el partido de fútbol en el que Bilbao y Barça disputaban la final de la Copa. Nunca antes de reírme con el humor inteligente de El Intermedio, por supuesto. Me perdí todo el asunto ese de las pitadas y del desprecio a los símbolos. Había llegado yo con el tiempo justo de otro lugar en el que se había discutido, de aquella manera y con aquellos argumentos o esbozos de tales, precisamente sobre otros símbolos. Inmediatamente después me enteré de todo por otros medios. Durante todo el partido ya se veía que todo era un mar de símbolos (banderas) de cierto tipo, no de esas que representan a un club sino de aquellas que representan a unos territorios. Ni una que acogiera a todos. Ni una, que yo viera.

Y lo que quiso ser deporte (acaso desde el principio no quiso ser eso solo) se convirtió en asunto de polémica y de querencias políticas y sociales.

Por eso creo que en realidad se jugaron dos partidos, el de fútbol y el otro. Los dos previsibles, uno desde la estética y otro desde la sociología y la política.
Mi preferencia por la estética ya la dejé reflejada no hace muchos días, precisamente poniendo como referente a la manera de concebir este deporte del fútbol por parte del Madrid y del Barcelona en el presente campeonato. Poco más que añadir y felicidades a los de más arte.

El otro partido me sigue doliendo, aunque no pienso enfermar por ello. Ayer se juntaron todas las especias para cocinar un plato suculento. Hubo suma de voluntades y no solo disputa futbolística. ¿Quién podría suponer que el grueso de las dos aficiones no se iba a llevar bien si ambas, al margen del partido, sumaban voluntades en la misma dirección? Ahí están las imágenes de convivencia y hasta de carameleo. Absolutamente previsibles. ¿Se habría producido el mismo comportamiento si se hubiera tratado de alguna otra afición? No nacimos ayer, desgraciadamente.

¿No son estos los dos equipos que dicen ser más que un club? ¡Son ellos los que lo dicen! Sobre todo los representantes del Barça. ¿Qué significa eso? ¡!Si es que no pierden ripio para despreciar públicamente a los ciudadanos de otros lugares de este país!! Y un desliz se puede y se debe olvidar, pero el rebozo continuo no lo aguanta ni el que asó la manteca. Bueno, tengo que rectificar: siguen haciendo y manteniendo forofos por todas partes. Yo tengo que interpretar esto equivocadamente porque son muchos y parece que, cuanto más les zurran más se ríen. Me gustaría que me lo explicaran porque sigo sin entender absolutamente nada.

Es verdad que este país es como es y tiene la desgracia de gastar casi todas sus energías en buscar y encontrar su identidad. La Historia es muy elocuente. Pero a mí ya me harta todo este desencuentro que no acaba ni ofrece perspectivas de que así sea. Si no somos capaces de mantener unos símbolos comunes, aunque sean muy escasos, esto no tiene visos de solución. No concibo a una pareja que se pase el día en reproches y tratando cada uno de sus componentes de poner en claro sus derechos individuales. Es sencillamente insoportable.

Y lo desgraciado, pero real, es que las comunidades no se pueden construir de arriba hacia abajo sino desde las voluntades conjuntadas en buena armonía y sin andar siempre a la cuarta pregunta ni viendo brujas en el balcón cada día.

A mí, “el otro partido” me parece una metáfora demasiado elocuente y exacta de lo que es España en su configuración. Y la veo en blanco y negro. Se conoce que soy muy pesimista. Puede. ¿No pueden poner un poco de calma los representantes de esos equipos entre sus socios? ¿No podrían pedir alguna disculpa, aunque sea disimuladamente? Alguno no lo hará nunca pues sus palabras a diario incitan a continuar con el invento.

Como siempre, lo que menos comprendo es la complacencia de todos aquellos que literalmente son despreciados y siguen en el entusiasmo. Yo dejo indicados mi sorpresa, mi desconcierto y mi indignación por todo esto. Me gustaría otra mirada más optimista.

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