Pues que hoy fue un día de mezclas y de vacación de aulas. Hoy puse en el pescante el latinajo “vacat” y me fui a Salamanca de análisis y eso, eso que llaman reconocimiento, que uno anda ya chunguillo y quiere asegurarse de que no hay nada extraño. Una bobada al fin pues lo único que puede uno encontrarse es cualquier desvarío. O sea, que electros y pinchazos, orinilla enlatada, vista al frente y a los lados, oídos en posición de revista, pesaje y medida como si uno fuera a fichar por cualquier equipucho, la garganta y el pecho y, en fin, un recorrido de los de tente tieso. Veremos qué me cuentan, aunque para estos casos mejor que la rutina no hay nada y mejor que no se acuerden de uno. Estaba guapa Salamanca como siempre, pero es que hoy la paseé bien de mañana, por su Plaza Mayor y por su feria del libro, por sus calles peatonales y por sus escondrijos. Pillé unos buenos libros que ya ando devorando.
Y me vine para Béjar, estrenando autovía y sintiendo la comodidad de un coche como el que ya me espera para dentro de poco. Aún quedan unos trozos que abrirán en verano, según dicen. Andamos en la cola de las obras, pero quedarán chulas y nos pondrán más cerca de lo que necesitemos.
Y subí al Castañar a empaparme de verde y de paisaje. Todo es lujuria ahora para la vista y para el olfato, como un paréntesis carnoso, como un valle mullido, como la siesta oculta de un fauno en sotobosque, como la sinalefa de unos labios alados, como las hendiduras de una falla que arrastra los despojos de una tormenta blanca, como la voz carnosa que anuncia el sacrificio en el ocaso, como un beso infinito y lujurioso, como un acto de amor interminable.
Luego supe de la muerte de la madre de Encarna, la suegra de Manolo, y estuve acompañando su tristeza y su tranquilidad durante un rato, su certeza de que la vida a medias acaso no es ni media vida, su sensación de que hay hechos que buscan otro tiempo donde todo se aquieta y se transforma.
Y me sumí en las páginas de un texto sobre textos escrito por Ada Salas. Me gusta su poesía y me gustan sus notas metapoéticas aunque no siempre esté de acuerdo con ellas:
“Todo poema nos aleja, nos mata un poco para la vida común y nos afirma en la soledad, porque nos hace crecer en una dirección contraria a la que compartimos con los demás. Y sin embargo, ese alejamiento, ese viaje hacia la esencia -del hombre, de la vida, de nosotros mismos- nos conduce hacia (nunca se llega porque no hay destino real) un punto de lucidez generalizadora que nos ayuda a comprendernos, nos hace más humanos y, situándonos fuera del mundo, nos reconcilia con él.”
Conozco sus ideas de esencialidad, de minimalismo casi, de huida hacia el interior, de rechazo de la palabra demasiado explícita, de amor por lo que sugiere desde fuera del tiempo y del espacio… Hace ya algunos años, sobre su breve poema “Ya no será la paz. / Han besado mis ojos / tu terrible desnudo”, me divertí parafraseando y desmitificando en verso esto que hoy descubro en sus palabras de explicación del hecho poético. Este era el poema explicativo que escribí y que copio aquí otra vez:
A veces siento ansias / de condensar mi voz en una letra / -la más pequeña de ellas si pudiera- / que solo signifique. // Pero me lo has prohibido; / dices que no me entiendes, / que olvide de una vez las polisemias / y mi imaginación calenturienta / -tu frase favorita-; / me pides que te lleve / la voz directamente a tus oídos, / sin labor de carteros / ni otros intermediarios. // Pues mira, corazón, / oye lo que te digo: / desde el primer instante / que hicimos el amor, / mi cuerpo se estremece en tu presencia / y no anhela otra cosa / que gozarte otra vez. // Y todo este glosario / solo para acercarse / como un quince por ciento a la sentencia / “Ya no será la paz”.
Me vale como ejemplo explicativo, vaya que si me vale. No es el comentario de una “Alegría riojana” pero me sirve perfectamente como contraste. Y por hoy ya es bastante.
viernes, 8 de mayo de 2009
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3 comentarios:
Te noto vitalista, como me gusta, como tú eras-eres.
Es cierto que Salamanca sigue guapa. El domingo, cuando estuve allí, me entraron (otra vez) ganas de quedarme, de volver. No me extraña que la chica a la que llevamos, nos dijera que le encanta vivir en Salamanca (y qué despistada es la jodía, se pierde en la ciudad, se equivoca de autobús, pero qué muchacha tan encantadora, bueno creo que ya te lo había dicho).
Yo también estuve ayer de reconocimiento, y oye, cada año me reconozco menos (más peso, menos milímetros, más tensión,) Y eso que no miden las arrugas, ni los niveles de todo lo que va cayendo.
Tu subida al Castañar (o el paisaje lujurioso) te sacó lo mejor que llevas dentro: un párrafo para las antologías.
Dale un abrazo a Manolo y a su mujer de mi parte. Otra madre que se va, y otras hijas que podrán descansar con el sentimiento de que han hecho lo que debían, y casi más de lo que podían.
Muy bueno tu poema-comentario (no conozco a Ada Salas) y no, no es un comentario de ninguna “Alegría riojana” jajajaja.
Todavía resuena en mis oídos el guarrazo que se pegó mi hermano con las alforjas al hombro al caer al pozo, jajajajajajaja. Sé que te estás riendo.
Yo también hoy te noto así, pasional y vitalista, escribiendo con fuerza y sentimiento, eso es bueno y sienta bien.
¡Hay que ver cómo desgasta la enseñanza!. ¡Cómo sois de mimosos los dos!. ¿Qué coño queréis que os encuentren ahora, si nunca os he visto mejor ni más guapos?. ¡Qué ganas tenéis de perder el tiempo! Dejaos de tonterías y preparemos ya el próximo encuentro en Cáceres.
Mi abrazo también para Manolo.
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