jueves, 8 de enero de 2009

NUNCA ES LO MISMO

Con la precisión de un reloj suizo he vuelto a las aulas y el factor meteorológico propio de estos días me ha acompañado. No recuerdo ni un solo año en el que no se hagan presentes de manera apabullante o la nieve, o el frío, o el aire, en esta vuelta de segundo trimestre a clase. Este año ha sido el frío intensísimo. En esta ciudad el frío es siempre seco y se puede combatir con facilidad: abrigo y nada más. De modo que embozado salí a la calle para dirigirme a clase.

Los jóvenes siempre tienen la misma edad y, sin embargo, yo cada vez me voy poniendo un poco más vejete. Este contraste cada vez lo puedo observar con más nitidez. Pero ese contraste también me pone cada día más en la certeza de lo que significa esa juventud. En ellos todo es empuje, todo son risas, todo es inmediatez, todo es vista al frente, todo es impulso, todo es gozo presente, todo es… juventud. Este día de comienzo de segundo trimestre supone un hito importante en el que descansar, echar un trago y mirar. La imagen es interesante

No sé si es lo mismo lo que sucede en el sector de los que nos dedicamos a su educación. En ese sector noto que los dientes siguen afilados, y a veces retorcidos, que los intereses no se van de la superficie, que todo se rige por las relaciones laborales más estrictas y que cada cual guarda su viña con cuidado y hasta con celo. Seguramente yo también lo haga con los mismos intereses, qué sé yo.

Con estos mimbres se sigue haciendo el cesto del segundo trimestre, este que nos llevará hasta la primavera y al buen tiempo, a los días largos y al buen ánimo. Y todos, todos, inmersos en el mundo complejo de la educación, un mundo en medio de ese otro más amplio y genérico de la vida, de la vida de todos nosotros.

Mientras tanto, todo se pone en rebajas. Yo mismo también estoy en rebajas, con necesidad de ponerme en valor, de pedir algo por mis entretelas, de ofrecerme a quien quiera dar algo por mi compañía, de comprar la compañía de los demás para formar un buen conjunto y abrigarnos para pasar el frío del invierno y de las demás estaciones. Es enero y ya estamos a ocho. Consérvate bueno.

2 comentarios:

Sinda dijo...

Qué razón tienes Antonio. La juventud y su empuje, el ardor de la adolescencia, en sentido figurado, pero también real. Acabo de salir de un examen de pendientes -que tenemos siempre el 2º día de clase- (por cierto, yo empecé ayer a las 8h30), y había 3 chavales de 15 años en manga corta, y una chica de 17 con la cintura y la barriguita al aire. Yo estoy helada, y ellos tan requetechulos, con el calor de su risa contra el frío.

mojadopapel dijo...

Hemos quemado lo que teníamos que quemar, pura energía y vitalidad,ahora acumulamos grasa y dinero y sin embargo tenemos frió.