jueves, 1 de enero de 2009

¿DE QUÉ DUERME LA GENTE?

Ahora la gente duerme en un triste contraste con la noche y con la madrugada. Post festum, pestum , “después de la tempestad viene la calma”. ¿De qué duerme la gente? ¿Qué acumula en sus sábanas de Holanda? ¿De qué se olvida el cuerpo?

Esta vieja costumbre de recibir el año a grito pelado, de forzar la comida y la bebida hasta niveles de difícil digestión, este botellón colectivo -este sin elementos místicos; o tal vez sí- en que se convierte el mundo entero, ¿qué razones oculta? Todo el mundo se pinta y se acicala, se somete a las leyes de la presunción, de la apariencia, se muestra, se insinúa, se sumerge en las luces de la noche o en las sombras de la madrugada y, satisfecho el cuerpo, se tumba a descansar, a eliminar el tiempo de sus vidas, a ser pasto del fuego y de la hoguera.

No tuve mucho tiempo para soñar el cielo y las estrellas en la noche más vieja y en el día más nuevo. Solo un corto paseo para intuir el paso de muchachas, enlutadas por fuera (será la moda el negro) y vacías por dentro, y el grupo de los pijos trajeados que les seguían las huellas hacia un local propicio y escondido. Lo demás ruido y luces, sensación de vacío, cierta falta de ganas en propiciar la risa y el diálogo, y el recuerdo continuo de aquellos que no estaban invitados a la fiesta, o porque ya no estaban o estaban de otra forma, sin saber que otra vez el tiempo se había hecho presencia para indicar que todo sigue igual, que no admite razones ni paradas, que sigue sin descanso su camino y aquí nos deja a todos, legañosos y heridos de cansancio.

Las calles están hoy semidesiertas. Poco a poco volverán a recoger la epidemia humana poblando sus aceras. Los vahos de la resaca se elevarán al cielo y tornará la faz de cada día. Y cada uno a lo que hay que hacer. A hacer, hacer, hacer, en este sinsentido que nos llena y que nos habita. Si el ser se reconoce, ya está siendo, por más que no sepa muy bien hacia dónde tiene que orientar sus pasos ni dónde está la meta.

Así que a ser y a estar, arrojados al mundo sin remedio. Hoy casi me dictaba Sartre. Empiezo, una vez más, intertextual.

1 comentario:

antonio dijo...

Ni el nuevo año te cambia, cascarrabias. Primero y con acento bejarano, para que no me lo eches en falta: ¿...y qué tal pasásteis la noche?. Segundo: que el nuevo año te lleve a encontrar el equilibrio que tanto buscas y que nos enseñes, después, a encontrarlo a los demás. Y tercero: que te quedes con un abrazo y hagas llegar sendos a Nena y a tus hijos (el boceto de nieto tendrá que esperar). Pues eso: que seas feliz.