martes, 30 de noviembre de 2010

LA NIEVE DE LA MEMORIA

Sigue cayendo lentamente la nieve con una cadencia dilatada y esos copos esponjosos depositan en el suelo la premiosa razón de la memoria. Qué lentos son los copos y qué albas se disfrazan las espaldas del suelo. Miro con ojos lentos también ese descenso y me sumerjo entre los algodones infinitos que se deshilachan tiernos cuando se acercan, como si fuera a una cuna, a este suelo más pardo y escarchado.

Hace frío en la calle pero aquí dentro todo está más templado. Tal vez cada uno de esos copos busque refugio y abrazo entre todos nosotros. Desde ellos y en cada uno mi memoria viaja, también pausadamente, a las horas de otros días y a la presencia azul de otros seres pasados. Aunque estoy refugiado en mi terraza, siento que me disuelvo en el recuerdo, en el fondo vagaroso de mis evocaciones. Es una nube solo la que trae tanto ampo, tan blanco copo, tanto soplo de luz en sus rizos de espuma.

El suelo está tornándose muy blanco. Todo está ya puro y transparente. Sobre ese limpio asiento, sigue tenaz la nieve, la nieve de la memoria, la memoria de la nieve.

Allá en lo alto, en el lomo alargado de la loba, se quedará mostrando sus espejos, sus ataduras blancas, su evocación del tiempo más hondo y esencial, su permanencia última, su limbo y su cansancio. Después iremos todos a purificarnos en sus frías blancuras, a sentirnos más libres en la altura, a desnudarnos de todo lo imperfecto y a sentirla rozando tiernamente nuestros cuerpos: es una diosa limpia y bien dispuesta para cualquier abrazo.

Ha parado un momento su caída, se ha tomado un respiro para que yo la sienta y la medite, para que todos vean que es un bien muy preciado, para sentir el mundo de otra forma, para anular el iris y someterlo a blanco, para dar más sentido a las aceras, para usurpar el fin de este noviembre, para que el río se arrugue y se esconda en el fondo, para ocultar la luz porque la luz es ella.

Ya el campo, todo el campo, está adornado con vestiduras blancas. Tal vez es porque el tiempo anuncia boda con el que quiera amar a todo el ciclo que nos hace nacer el eco eterno de la memoria viva en esta nieve, en esta nieve de la fiel memoria.

Yo me quedo un buen rato meditando en el mundo borroso de mi oscura memoria. Y cómo se me aclara en un momento. Allí enfrente, regados por el beso de la nieve, los que son mi reciente memoria, mi más firme memoria, mis eslabones próximos, mis ecos y mis voces, mis alientos. Todo en tan poco espacio y para siempre. Qué temblor tan intenso, qué agitación tan dulce. Más allá, la memoria que se esparce en tanto cuerpo al aire.

La nieve me ha traído, nunca sabré la causa, el valor y el sabor de la memoria, de esa memoria en la que cualquier día también me iré volando al fin con otra nube que lleve mi resumen hasta cualquier rincón donde haya tierra.

El campo está sereno. La nieve, que ha cuajado lentamente, se diluye en el suelo. Su huella va escondiendo, uno a uno, cada soplo de amor y de memoria. Es la memoria entera y sempiterna que se funde en la tierra con nosotros. Y nosotros con ella.

Hoy nieva en estas sierras bejaranas. Hay un lento vaivén de ropas blancas, de algodones, de luces, de memoria. Quiero hundirme con ellos en donde fieles se guardan los recuerdos.

4 comentarios:

Así hablo Zarathustra dijo...

Muy evocador!

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Gutiérrez Turrión:

¡Cómo me encantaba cuando nevaba!. Ahora, en cambio, pienso en el estado de las carreteras, y con lo precioso que queda todo, sólo le veo inconvenientes.
Pongo una canción.

Tombe la neige

Saludos. Gelu

Claudia Ortiz de Urbina S-Fabrés dijo...

Vaya colección de tópicos bejaranos. Salid un poco de ese pueblo.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, de nuevo, profesor Gutiérrez Turrión:

Primero he leído el comentario de Claudia Ortiz de Urbina S-Fabrés, que no he entendido, y luego ¡para remate! su entrada -de usted- con lo del perro.

¿Tópicos son las cosas de la naturaleza contadas según el sentimiento de cada cual, aunque sean del mismo lugar?.
Pues ¡que despilfarro, la cantidad de buenos poetas ocultos!. Claro que estarán desaprovechados por la poca aceptación o los malos consejos de los habitantes que consideran tópicos los cambios estacionales que se producen en el paisaje en ese pueblo.

Ahora ya me he quedado más a gusto, y podré dormir tranquila.

Saludos. Gelu

P.D.: Me ha recordado la entrada del Sr. De la Vega de los lemmus poetas. En fin.