lunes, 15 de noviembre de 2010

ROBÉ PARA QUEDARME EN LO ROBADO

ROBÉ PARA QUEDARME EN LO ROBADO

He dejado mis huellas en tu cuerpo,
surcando lentamente
todos tus altos montes y tus valles,
y en ese arar premioso he descubierto
paisajes luminosos y bosques de tiniebla.

Llegar hasta ti misma con mi tacto,
desplegar mi mirada sorprendida,
oler carne abrasada y oír cómo salmodian
las húmedas cavernas de tu boca,
gustar todo lo hermoso y dolorido
que desprende la fe de tu presencia.

Qué lenta posesión, qué escandalosa
pasión por lo creado en ese instante.
Fui ladrón de un tesoro inexistente
antes de que le diera vida
mi suave posesión, mi alta tenencia.

Robé para quedarme en lo robado,
para hacer territorio de lo que no era mío,
para alzar de la nada un reino nuevo,
más alto y deleitoso:
fue tanta la pasión que puse en el dominio
que brotó agua muy fresca
y luz agradecida y fervorosa,
y tomó solidez un territorio
en exacta unidad con lo robado.

Fue mi guerra total, mi acción sublime,
la obra en que un dios menor
ganó supremacía sobre los otros dioses.

2 comentarios:

Así hablo Zarathustra dijo...

Precioso, sencillamente.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas tardes, profesor Gutiérrez Turrión:

Al leer su poema, me ha venido el recuerdo de esta canción:

Cenizas

Saludos. Gelu