domingo, 21 de noviembre de 2010

CADA LOCO CON SU TEMA

No tengo ningún interés en subirme a un coche para conducir, pero, si me subo en uno y me hago acompañar por la música que me gusta, me puedo tirar muchas horas al volante sin ganas de bajarme ni de parar. Y la música entre la que he ido pasando los años ha sido y sigue siendo la de los cantautores.

Esta mañana volví a Ávila, a ver a mis hijos y a estar unas horas con Sara. Me volvió a servir de compañía y de atención un disco de Labordeta. Degustando ese vino de reserva que son sus canciones, nos pusimos en Ávila de los Caballeros en un ratito.

Hace tres días me ejercitaba en una práctica en inglés en la que se incluían preguntas acerca de asuntos musicales y del cine. Interesaba más -solo faltaba- la estructura gramatical que los datos, pero se preguntaban cosas como el número de años que habían estado reunidos los Beatles o quién era la mujer de no sé qué director de cine. A punto estuve de levantarme del asiento de soltar un exabrupto y de marcharme para mi casa. ¿A mí qué coño me importa cuántos años estuvieron reunidos los Beatles? Ni lo sé ni me importa un pimiento.

Durante bastantes minutos, se estuvo dando vueltas con los más diversos tipos de música que en el mundo han sido y son. Cada cual aportaba uno. La lista se hizo enorme y casi interminable. Yo me sentí -una vez más- en fuera de juego y como si nada de aquello fuera conmigo. También en música ando en los arrabales y sin ninguna gana de volver al centro del interés común.

No me ocurre lo mismo con los cantautores, que desde siempre me han dejado una pizca de pimienta para mi pensamiento y para mis actuaciones.


En el medio del día volví a oír la noticia de que el Papa empieza a dar paso al uso del preservativo. Estos, como abran la puerta, dejan que se vaya el torrente de una vez, y, lo que es infinitamente más grave, volverán a hacer como siempre, es decir, se alzarán con la patente de la defensa del condón proclamando que desde siempre ellos fueron los primeros en aconsejar su uso. Este personal se las gasta así. La Historia está ahí para repasarla y para dejar a cada cual en su sitio.

Lo cierto es que, cuando escuché el comentario -la noticia ya era vieja de un día-, seguí sin alterarme pues mi tiempo y mis cuidados andan con Sara y su año y medio, con sus cartarritos de los primeros fríos y con sus adelantos diarios en vocabulario y en intereses. Como para atender a otras majaderías andaba yo. Sara me sigue robando la ternura y la atención. No tengo mejor espejo ni mayor satisfacción.


La vuelta la hice y la hicimos otra vez con cantautores y con una inesperada nevada que dejó con peligro el puerto de Villatoro y a mí satisfecho del coche que compré hace año y medio. Todo el susto se quedó en nada cuando me fui acercando a Béjar y comprobando que por aquí apenas habían caído unas gotas de agua. La sierra tendrá que esperar mejores días y más blancas noches. Ojalá vengan pronto, para satisfacción de casi todos. Para entonces acaso la Iglesia hasta haya confesado que sin reparto no hay justicia y que sus ricos no entrarán en el reino de los cielos. Quién sabe.

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