lunes, 1 de noviembre de 2010

ESTOY RUMIANDO SOLO VUESTRA AUSENCIA

Otro vaivén confuso de la vida. Otro empujón pequeño hacia el silencio. Otro pasito más que se repite.

Estoy solo en mi casa, tecleando sin tino y sin sentido, sin saber cómo ganar ese minuto mío al discurrir del día. Estoy solo y me oigo, estoy solo y me duelo. Se han marchado mis hijos, se han ido mis hermanos, los que han venido a recorrer el eco de sus padres, de mis padres, en estos días de santos y difuntos.

Yo no sé superar esos compases que llaman ley de vida pues que querría mi vida cerca de todos ellos y andan lejos, los siento muy lejanos en eso del espacio y en el correr del tiempo. Hoy digo que daría todas mis fuerzas por estar al lado de mis hijos, con su roce frecuente, con su presencia cierta, con sus anhelos a la vista y a la cara. ¿Qué mejor regalo podría yo tener que compartir con ellos anhelos y fracasos? Esa sería mi meta más feliz y más fecunda, esa sencilla meta que necesita espacios reducidos y tiempos al compás, tan solo eso.

Pero se han ido todos con su proyecto a cuestas por esos senderos que les presta la vida. Y yo ando aquí varado y casi a oscuras, sin un proyecto cierto que los englobe a todos.

Hoy junto su recuerdo con el de mis padres, a quienes recuerdo con cariño en su ausencia final y sin retorno. Y me veo como un hito demasiado solitario y tristón, como si nada tuviera sentido y nada me importara demasiado. Hoy vivo de recuerdos y de ausencias, me inundo de señales que apuntan a mis hijos, me anego con el eco que dejan sus palabras y estoy un poco menos en su ausencia.

Necesito salir a coger frío, a llenarme de calle un buen ratito, a distraer la mente dejándome encender por las farolas, a ver cómo me muevo por las encrucijadas de la noche.

Que nadie me repita que hablamos de ley de vida, coño, que ya lo sé. ¿Acaso es que la vida no tiene alguna ley que contradiga a estas? Me río tristemente de esta civilización tan ostentosa que me quita a mis hijos de mi vista y me deja tristón y silencioso en estas tardes densas de noviembre.

4 comentarios:

Así hablo Zarathustra dijo...

No voy a negar que esta lectura, acompañada por la tosca voz de Bob Dylan, haya hecho rodar por mi mejilla alguna lágrima perdida.

mojadopapel dijo...

Piensa en todo lo bueno que tienes alrededor, y nó en lo que te falta,te sentiras mejor....y lo que se aleja vuelve para darte alegría.Disfrútalo.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Gutiérrez Turrión:
Copio los cuatro últimos versos del poema OTOÑO de José Hierro, de su libro 'Alegría' de 1947.

OTOÑO

(...)para dar alegría al que sabe que vive
de nuevo has venido.
Con el humo y el viento y el canto y la ola temblando
en tu gran corazón encendido.

José Hierro

Saludos. Gelu

P.D.: He repetido la lectura, después de leer los dos comentarios, y añado una canción:

http://www.youtube.com/watch?v=lLEoAJJUv10

Así hablo Zarathustra dijo...

Impresionante!! Era precisamente esa la canción de Dylan que sonaba ayer mientras leía esta entrada....