jueves, 16 de septiembre de 2010

!TORMENTA! DE IDEAS

Otro libro para volver a él, para meditar, para pensar, para glosar, para imitar, para explotar, para…

De vez en cuando, uno tiene suerte y le cae en las manos algún tomo que le sorprende y hasta que le fascina. Creo que me ha ocurrido con el que he bebido literalmente entre ayer y hoy (lunes y martes). Lo pillé en la imprenta de Felipe (gracias) y no volverá a ella sin dejar copia en mis estanterías. Si alguien leyera estas líneas, que sepa que queda aconsejado y casi conminado a mirarlo y a echarle unos ratos.

Este es el libro: “Libro de los muertos”; Elías Canetti; Edit. Siruela; 2010. Es un adelanto de lo que será más tarde un tomo más amplio, todavía en proceso en Alemania. Me da igual, me basta con este tomo y con el riquísimo contenido que atesora. Se trata de un conjunto de textos breves que apuntan siempre hacia el concepto de la muerte, hacia ese hecho del que depende nuestra vida, de esa punta cenital o abisal que nos aguarda y que nos moldea sin excepción ni escapatoria.

El formato es el de un diario, algo próximo, pero no igual, a un blog actual. Copio al azar una página: 5 de febrero de 1987

“Las cenizas, que para nadie significan algo.”

“Entierros: lo más lamentable, como si uno hubiera existido para ocupar un espacio debajo de la tierra y que otros caminen mejor sobre ella”.

“Ahora él tiene la impresión de haber leído también a la gente que ha descubierto”.

“Lo más nuevo otra vez en la fila”.

“Días para morir (en otros hay que esperar)”.

“Si consiguieras olvidar a la muerte, tendrías algo que decir sobre ella”.

“Un legislador confundido (Freud)”.

“¿Por qué se quiere precipitar a los que de todas formas es demasiado fácil alcanzar?”.

“Incluso lo peor pierde su horror gracias a los comentarios de que es objeto”.

“Días de las frases únicas, como si se te fueran a ocurrir eternamente”.

“¿Cómo somete Dios a prueba? ¿Con la rueda y el hierro? ¿Quién lo hace por él? ¿Lo hace él mismo? ¿Está siempre ocupado en eso?
¿Por qué se guarda sus juicios para sí?”

“Con el pensamiento está vinculada su dureza, el hecho de que él excluya cualquier otro pensamiento”.

“Descubrimiento de lugares en los que nunca se haya hablado. ¿Escrito?”

“Volver a congregarse: en una mujer que esté lejos”.

“Él ya no puede imaginarse ningún cristal que le apetezca conservar”.

“Ya no la dejes nunca sola y te quedará. ¿Pero si ella prefiere perecer sola?”

“Lo que un hombre hace para conservarse: perspectiva dudosa”.

“La terrible Susanne, de la que ayer leí que no quiere saber nada de las cosas pasadas y se ama tal como es”.

Todos estos relámpagos tienen como sujeto la muerte. Y como objeto. Y como complemento circunstancial. ¡Y todo para un día! Ahí quedan.

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