sábado, 4 de septiembre de 2010

A VECES HAY SORPRESAS

A VECES HAY SORPRESAS

¡Que ya lo conseguimos!, dijo Orfeo
a las puertas externas del Averno.
Ánimo, Alceste, arréglate las vestes,
da luz al oro dulce de tu pelo
y vamos a gozar nuestros amores.

He hollado sin descanso los caminos
en busca de la sed de tu inocencia,
he aguardado el momento de mirarte
para sentir de frente tu mirada.
Es hora ya de dar vida y certeza
a tanto sinsabor y a tanta pena.

He ganado la prez con mis esfuerzos,
he descansado en ti mis esperanzas,
es hora de gozar, de deleitarme,
quiero sin dilación mi recompensa.

Cuando volvió la vista el impaciente,
solo encontró, infeliz, en una nota,
estas duras palabras de su amada:
“No demores el tiempo de los goces,
juega, si hay que jugar, en cualquier parte;
me perdí en los ardores del camino
y el fuego consumió mis apetitos:
he vuelto con Perséfone y con Hades.
En otro viajecito no entretengas
tus ansias en la paz de los caminos:
paga, goza y aprende que la tierra
no es siempre para el que la trabaja”.

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