Suenan ecos de huelga, o de no huelga, por todas partes. Es 29 S. Hay huelga general.
Son algo más de las diez de la mañana y leo algunas informaciones acerca del desarrollo de esta huelga que, para bien o para mal, tendría que suponer un aldabonazo importante en la convivencia de esta comunidad.
Creo que, una vez más, casi todos entran al trapo de la discusión de la derecha: el asunto del éxito o el fracaso numérico de la huelga. Hace poco tiempo se desarrolló en Francia una huelga general que secundaron, según las cifras más extendidas, menos del treinta por ciento de los trabajadores. En términos generales, la prensa española señaló la cifra como un éxito de la convocatoria. ¿Se producirá hoy la misma calificación si los números son similares?
Los medios de comunicación. Ah, los medios. Otra vez los medios. He creído asistir en las últimas semanas -esa ha sido mi percepción- a un linchamiento de la función de los sindicatos de clase y hasta de su existencia. Naturalmente, lo ha hecho la derecha desde sus medios y desde sus periodistas, que son prácticamente todos. Anoche presencié la última perla. Cuando aún no era media noche, se informaba en directo -VEO 7-
de que un piquete había arrollado a una persona. Era la prueba del nueve para demostrar la violencia de los piquetes y de los sindicatos. La realidad era exactamente la contraria: un componente de un piquete había sido arrollado cuando desempeñaba sus labores. El moderador, tan moderado él, no tuvo ni la ocurrencia de pedir disculpas. Y así hasta criminalizarlo todo.
Pero, sea como sea, lo que más me preocupa es que la propia izquierda entre al trapo de éxitos y de fracasos numéricos. Esto hay que dejárselo para la derecha. Al fin y al cabo, esa es su manera de proceder: ganar o perder, triunfar o fracasar, no tener ideología sino tener intereses, y dejar por el camino perdidos a todos lo que no sean triunfadores.
Es verdad que el número es importante, pero ¿deja de ser buena o mala una reforma laboral porque secunden la huelga más o menos trabajadores? ¿No hay que analizar las condiciones en las que se ha planteado la huelga? ¿Es que no hay montones de trabajadores que no secundan la huelga o bien porque no se lo pueden permitir o porque piensan que no es la mejor forma ni el mejor momento? ¿Qué pobreza mental es esa de medir todo desde los números? Volvemos a hacer bueno aquel pensamiento de la derecha según el cual “todo lo que no son cuentas (de resultados, se entiende) son cuentos”.
No podemos ser tan torpes, no podemos deshumanizar al ser humano, no tenemos derecho a desposeerlo de sus herramientas de pensamiento, no tenemos el privilegio de jibarizar la mente humana para convertirla en almacén de estadísticas. El ser humano es razón y sentimiento, no solo comercio y mercado. Y mucho menos mercadeo. Mañana, cuando todo el mundo vuelva a sus horarios, la justicia y la injusticia volverán a estar en las esquinas mirándonos de frente mientras nosotros torcemos la vista con la vergüenza del egoísmo y de la insolidaridad. De modo que deberíamos olvidarnos de titulares escandalosos y volver a la discusión de la bondad o maldad de las cosas, en este caso de la política social de este gobierno, que, por momentos, parece que se ha olvidado de su procedencia y de su ideología.
No me gustan nada las huelgas, el país pierde mucho dinero con un día de huelga de este tipo, quiero ser siempre un ser de palabra y de entendimiento, no de enfrentamiento, no tengo ninguna seguridad de que, comenzado el siglo veintiuno, la mejor manera de zanjar las diferencias de criterio sea la huelga general…
Pero me siento solidario con los sindicatos de izquierda porque, con todos los peros que se quieran arrimar, y serán muchos, creo que siguen siendo la conciencia social de aquel segmento de la población que goza de menos derechos, que son un grito en el corazón de todo aquel que quiera entender que una cosa es la libertad teórica y otra la libertad real de cada día, que no todo el mundo llega de la misma manera a fin de mes, que sigue en pie el axioma de que todos somos iguales como seres humanos, que la riqueza y la pobreza la producimos entre todos y que debe repercutir en todos de manera justa y solidaria, que hay que seguir teniendo sentido social, coño, que los ajustes sociales los pagan siempre los mismos y no hay razón que justifique esta ignominia.
Y de la misma manera que estoy moralmente con las organizaciones sindicales de izquierda que han convocado la huelga, les agradezco su templanza durante estos últimos años de crisis, porque, frente a lo que vocifera la derecha, han demostrado que sus intereses iban más allá de sus narices y que su comprensión tiene que ver con el análisis de que la crisis procede de donde procede y la ha provocado un sistema financiero y comercial que es absolutamente insostenible.
Me gustaría -ya se ve qué anticuado soy- que estos sindicatos fueran más ideologizados, que asentaran más sus acciones en ideas generales, en solidaridad comunitaria, en justicia social. Y que lo proclamen con toda la energía. Esa tiene que ser su fuerza y su energía. Los otros, los corporativos, que se separen y que muestren sus intereses particulares y que defiendan a sus afiliados frente al resto del mundo. Allá ellos.
Me acercaré a la Corredera, donde hay una convocatoria para las doce de esta mañana. Lo haré como muestra de mi apoyo a esta idea general de que los más desvalidos de la comunidad no deben ser siempre los paganos de las dificultades. En los asuntos particulares ya me pierdo.
Resumiré lo que, al fin y al cabo, entiendo que es la vida. Algo así como una carrera con obstáculos. Si no salimos todos de la misma meta (igualdad de oportunidades), todo el camino es sencillamente una mentira espantosa; si no prestamos todos el mismo esfuerzo en saltar todos esos obstáculos que la vida nos presenta, no podemos pedir los mismos privilegios. La primera parte es la izquierda; la segunda, la derecha. Nadie me negará que, al menos cronológicamente, la primera condición es anterior. Prefiero, en la duda, quedarme con el primer intento. Pues eso.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
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2 comentarios:
Sigo su blog desde hace tiempo, y en general me gusta lo que leo, su manera de expresarse. Sin embargo, no estoy del todo de acuerdo con Vd. en cuanto a su visión de temas políticos e ideológicos.
Que la ideología de derechas está en 2º lugar, para mi está fuera de toda duda. A mi entender, la ideología de izquierdas, sus ideales y valores, son los que deben prevalecer. Sin embargo, me siento impotente viendo cómo este gobierno (de izquierdas, se supone), en el que muchos pusimos tantas esperanzas, está traicionando sus ideales y valores, alejándose de ellos en pos del bien general. ¿General? A los 5 millones de parados no se le han insuflado cientos de miles de millones de euros, como sí se ha hecho con la banca. Interés general, para un gobierno socialista, no es aprobar por decreto una reforma laboral gravemente lesiva para los derechos de los trabajadores, y que sin embargo favorece claramente a la clase empresarial más poderosa. Y tantas otras cosas que Vd. bien conoce.
Nadie duda que la crisis no la ha causado el PSOE (ni siquiera el PP lo duda, otra cosa es que le interese hacer que así parezca). De lo que si duda la gente de a pie es de las soluciones que se están adoptando para combatir esta crisis, casi todas erroneas por culpa de las prisas y del poco estudio de las mismas y sus repercusiones. No por compartir ideología con un partido político, incluso siendo afiliado, se tiene que estar de acuerdo con todas sus decisiones.
Yo tampoco estoy a favor de esta huelga, y además me niego a apoyar a unos sindicatos que, en la misma situación, si el gobierno hubiese sido de otro color, habrían olvidado el diálogo y habrían emprendido movilizaciones de toda índole hace ya mucho tiempo.
En cualquier caso, un placer leerle y poder disertar con Vd.
http://idealesyvalores.blogspot.com
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