domingo, 25 de abril de 2010

PARA ENTENDER ES PRECISO CREER (SAN AGUSTÍN)

Copio hoy palabras de San Agustín que pueden resumir ese toma y daca -mucho más toma que daca- entre razón y fe medievales:

“Pensad, pues, en este pescador santo, justo, bueno, lleno de Cristo, en cuyas redes, echadas por todo el mundo, había de ser pescado este pueblo. Recordad que él dijo: tenemos un testimonio más fuerte, el de los profetas. Concédeme que en aquella controversia el juez sea el profeta. ¿Qué traíamos entre manos? Tú decías: Entienda yo y creeré. Yo en cambio decía: Cree para entender. Surgió la controversia; vengamos al juez, juzgue el profeta; mejor, juzgue Dios por medio del profeta. Callemos ambos. Ya se ha oído lo que decimos uno y otro. Entienda yo, dices, y creeré. Cree, digo yo, para entender. Responde el profeta: Si no creyereis, no entenderéis.

¿Pensáis, amadísimos, que dice cosa de poca monta quien afirma: Entienda yo y creeré? ¿Qué tratamos de hacer sino que crean, no quienes son incrédulos, sino quienes aún tienen poca fe? En efecto, si nada creyesen, no estarían aquí. La fe los ha traído a escuchar. La fe los hizo presentes a la palabra de Dios, pero es menester regar, nutrir y robustecer esa fe que ha comenzado a germinar. A eso dirigimos nuestro esfuerzo. Yo, dijo Pablo, planté, Apolo regó, pero Dios dio el crecimiento. Así pues, ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. Hablando, exhortando, enseñando, persuadiendo, podemos plantar y regar, pero no dar el crecimiento. Lo sabía muy bien aquel con quien hablaba un día el Señor. Su fe comenzaba a germinar, era aún tierna, débil, vacilante en gran parte, si bien no del todo nula, por lo cual rogaba que fuese en socorro de su fe Cristo, a quien decía: Creo, Señor.(…)

En pocas palabras os voy a decir cómo hemos de entenderlo sin controversia alguna: Entiende para creer mi palabra; cree para entender la palabra de Dios”.

Subrayo esa línea perdonavidas que se manifiesta en el texto y esa invitación a la sumisión y al dejarse llevar porque un todopoderoso ya mira por ti y sabrá lo que tiene que hacer contigo. Como mucho, indaga en las palabras de los hombres, pero no lo intentes con las de Dios.

Tampoco me apetece resumir demasiado lo que creo que contiene muchos más elementos de discusión y de pensamiento, pero, si se admite la existencia de ese Dios superior y lejano, ¿qué sentido tiene la inteligencia que ha regalado a cada ser humano si no es para curiosear en todo lo humano y lo divino? ¿Es -otra vez- un juego del ratón y el gato?

Del nivel en el que el ser humano desiste de su inteligencia para ponerse en manos de los sátrapas que interpretan los textos supuestamente divinos según sus conveniencias no hay más que un paso pequeñito. Y peligrosísimo. La Historia se ha escrito con esta amenaza constante. Los resultados no han sido los mejores. ¿No se nos había hecho a imagen y semejanza de Dios? ¿Por qué no reconocer que acaso sea Dios el hecho a nuestra imagen y semejanza? Y todo ello con el reconocimiento de los límites y las debilidades de la razón: “Siente el pensamiento /piensa el sentimiento”. Esto era demasiado pedir en la Edad Media. Tal vez ahora también.

2 comentarios:

mojadopapel dijo...

Creo que el pensamiento muchas veces siente en su desarrollo, más dificil e improbable es que el sentimiento piense.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, Don Antonio Gutiérrez Turrión:

A la cita de D. Miguel de Unamuno que usted ha escogido, añado esta de Rabindranath Tagore: "Hacer preguntas es prueba de que se piensa".

Saludos Gelu