jueves, 15 de abril de 2010

VIVA LA REPÚBLICA

Se ha esbozado en esta ventana muchas veces: las palabras no son más que un impreciso reflejo de la realidad y a ella debemos acercarnos con prudencia, con serenidad y con la certeza de que, si no le echamos buena voluntad al asunto, todos caeremos en el peligro de tomar el rábano por las hojas y de imponer nuestra visión parcial de las cosas. Todos corremos ese peligro. Unos pasan de largo, otros lo ejercitan a diario y hasta se sienten orgullosos y sacan pecho, y muchos practican la maldita equidistancia (que no es lo mismo que el reconocimiento de la imprecisión y de la miseria de nuestras palabras).

Y creo que este esquema abarca toda nuestra vida y todo el ramaje en el que damos curso a nuestro día a día. Una conversación cualquiera, una tertulia de esas que abundan por el mundo, de esas que sufragan con pocos medios la desembocadura de grupos económicos y o religiosos, lo ilustra muy bien.

Con el pretexto engañoso de que hay que estar siempre contra el adversario -y proclamando que el único poder es el político, cuando poquita cosa es al lado del económico y del religioso-, se aprovecha para poner a caer de un guindo a cualquiera que no nos satisface. Y claro, en este esquema engañoso, encima parece que siempre se tiene razón, pues cualquier hoja del rábano tiene desperfectos de lluvia o de la helada.

Me gustaría aportar serenidad y escucha, no equidistancia, pensar que lo que oigo debe de querer decir alguna cosa aproximada a la que de manera inmediata oigo, que las palabras concretas las tendría que situar en un contexto, que es siempre algo más amplio, que sin un esquema de ideas básicas no funciona nada de modo solvente y permanente… En fin que no querría perderme ni me gustaría que me engañaran demasiado fácilmente.

Hoy es un buen día para aplicar esta idea. Se celebra una vez más la fecha en la que se proclamó la Segunda República. No escucho referencias de ello. Mis aproximaciones a su realidad y a su significado son históricas (menores), de lecturas no sistematizadas y, sobre todo, proceden de textos literarios. ¿Qué significa la Segunda República, lo que se puede oír a unos contertulios en una charla de media hora con anuncios de por medio? Esto es tomar el rábano por las hojas. ¿Tienen razón los que critican las actuaciones de los de una parte? La tienen. ¿Y los que apuntan ejemplos de la otra parte? También. ¿Y los equidistantes que concluyen que todos son iguales? Estos, por definición y por cobardía, nunca.

¿Con datos parciales se puede concluir que la República fue mala? Se puede concluir. ¿Con datos parciales se puede concluir que la República fue buena? Se puede concluir. ¿Y con la equidistancia? Con esa cosa rara no se concluye nada.

¿Entonces qué hay que hacer? Pues eso, no coger el rábano por la hojas y deducir desde un panorama amplio de datos y de ideas, y no de ejemplos parciales y tendenciosos. ¿Y qué deducción sale de ahí? Pues, hasta donde yo alcanzo, sale un panorama extraordinariamente positivo para la sociedad del momento, un adelanto fantástico en algunas de las ideas sociales, políticas y religiosas, de las realidades que habían lastrado la historia de este país desde siempre, y un impulso fortísimo que se vio truncado por la acción sediciosa de bastantes militares, de esos que dicen hacerlo todo por la patria y que yo más bien pienso que demasiadas veces lo hacen todo por la pasta y por el dogmatismo ignorante.

El resto, la larga dictadura posterior, sus costumbres, sus imposiciones, su ritmo de vida, su languidez, su uniformismo, su falta de pensamiento, sus supersticiones y sus silencios, y su absoluta falta de legitimidad son más próximos y en buen parte los hemos conocido cara a cara.

Y aún hay gente revisando datos, recomponiendo la historia a su antojo, tomando el rábano por las hojas cada día, y desde plataformas públicas bien pagadas. Y otra gente que quiere hasta negar la clemencia del descanso tranquilo de los que más sufrieron y siguen con el cuerpo a la intemperie en cualquier campo de malvas.

Por todo lo que significa, por todo lo que simboliza y por todo lo que recoge su concepto, VIVA LA REPÚBLICA.

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