martes, 27 de abril de 2010

POBRE GALILEO

Pero es inevitable que tanta sinrazón cediera ante el empuje de algún sentido común y hasta ante alguna honradez personal. Y así, en el S XV, se extendió, sobre todo en Italia, una corriente de pensamiento en la que la razón volvió a pedir su sitio tenuemente, poquito a poquito.

Las reacciones fueron fulminantes. La alianza de la religión y de los poderes civiles dieron marco a ese instrumento tan tenebroso y criminal como fue la Inquisición. Bastantes países de Europa conocen bien sus funestas actividades. España tal vez un poco mejor. Los conceptos de Dios y de la eternidad siguieron amedrentando a casi todos y esa superestructura sirvió de paraguas para detenciones y juicios escandalosos, siempre desde criterios religiosos y de interpretación siempre interesada.

Copio el texto du un acojono directo y total, nada menos que de Galileo, primeros años del S XVII. Por mi parte tiene toda la comprensión. Ya había hecho mucho más por la humanidad que todos sus imbéciles juzgadores juntos. Y aún la Iglesia se lo pensó hasta hace dos días para pedir disculpas.

Esta es su Retractatio: “Yo, Galileo, hijo del difunto Vin. Galileo de Florencia, de 70 años de edad, constituido personalmente en juicio y arrodillado ante vosotros Emmos. Y Rvdmos. Cardenales, Inquisidores generales contra la perversidad herética en toda la República Cristiana, teniendo ante mis ojos los sacrosantos Evangelios, que toco con mis propias manos, juro que siempre he creído, creo ahora y con la ayuda de Dios creeré en el porvenir, todo lo que sostiene y predica la Santa Católica y Apostólica Iglesia. Pero puesto que por este Santo Oficio, por haber yo, después de haber sido intimado jurídicamente con mandato por este que de todos modos debía abandonar la falsa opinión de que el Sol es el centro del mundo y no se mueve, y que la Tierra no es el centro del mundo y se mueve, y que no podía sostener, defender ni enseñar en modo alguno, ni de palabra ni de escrito, la falsa doctrina mencionada, y después de haberme sido notificado que la citada doctrina es contraria a la Sagrada Escritura, haber escrito y dado a la imprenta un libro en el que trato de la misma doctrina ya condenada y aporto razones de mucha eficacia en favor de ella, sin aportar ninguna solución, he sido juzgado fuertemente sospechoso de herejía, esto es, de haber creído y sostenido que el Sol es el centro del mundo y está inmóvil y que la Tierra no es centro y que se mueve.

Por tanto, queriendo quitar de la mente de Vuestras Eminencias y de todo fiel cristiano esa fuerte sospecha, justamente concebida a mi propósito, con corazón sincero y no fingida fe, abjuro, maldigo y aborrezco los susodichos errores y herejías, y en general cualquier otro error, herejía y secta contraria a la Santa Iglesia; y juro que en el futuro no diré nunca más ni afirmaré por escrito o de palabra cosas por las cuales se pueda tener de mí semejante sospecha, y que si conozco a algún herético o a alguno que sea sospechoso de herejía lo denunciaré a este Santo Oficio, o al inquisidor u Ordinario del lugar donde me halle.

Juro igualmente y prometo cumplir y observar enteramente todas las penitencias que me han sido o me sean impuestas por este Santo Oficio, y si contravengo a alguna de mis promesas y juramentos, cosa que no quisiera Dios, me someto a todas las penas y castigos de los sagrados cánones y otras constituciones generales y particulares contra semejantes delincuentes impuestas y promulgadas. Así me ayude Dios, y estos sus santos Evangelios, que toco con mis propias manos.

Yo, Galileo Galilei, supraescrito, he abjurado, jurado y prometido y me he obligado como figura más arriba; y en testimonio de la verdad he escrito la presente cédula de abjuración y la he recitado palabra por palabra en Roma, en el convento de Minerva, este 22 de junio de 1633.”

Pobrecito mío. No quiero ni imaginármelo.

Y luego vendrá el imbécil de turno argumentando que eso fue hace mucho tiempo y hasta que qué poco valor el de Galileo por no defender su postura hasta la muerte. Que no se atreva porque le suelto una filípica que lo crujo.

Y por si fuera poco, trasladar el asunto a nuestros días, mutatis mutandis, no es difícil, por desgracia. En el fondo, seguimos daño vueltas a los mismos asuntos. Y no son muchos.

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