viernes, 30 de octubre de 2009

YO TAMBIÉN FIRMO

Otro día al lado de Sara en las tierras de Ávila. Sara va a cumplir cinco meses y su carita los manifiesta muy claramente. Ya se fija en todo, se queda prendida de sus propios pies cuando los descubre cerca de sus ojitos, sujeta con fuerza los muñecos que cuelgan cerca de su cara y sonríe cándidamente ante cualquier invitación a hacerlo. Por eso yo me he pasado el tiempo haciéndole gestos que invitaban a la sonrisa y ella no ha hecho otra cosa que compensarme con sus mejores sonrisas. De modo que ahora, a sus actividades de vida pastoril, ha añadido gozosamente la de sonreír. Y yo la de contemplarla con felicidad.

En algún rato en que Sara se ha quedado plácidamente dormida -es muy dormilona y verla en la cunita es otro placer para mi vista-, he tenido tiempo de repasar en internet la prensa. Allí he descubierto la existencia de un manifiesto presentado y firmado por gente de las artes y de la cultura pidiendo una salida a la crisis con sentido social y desde una perspectiva de eso que popularmente se llama la izquierda. Me alegra ver que, aunque sea en forma testimonial, hay grupos que se ocupan de gritar contra ese formulario que apunta a que tenemos que ayudar a que sigan controlándolo todo los que nos han llevado a la catástrofe y los que defienden un sistema social basado en el egoísmo y en el sálvese quien pueda, siempre que no sea yo el perjudicado.

Porque públicamente seguimos sin plantearnos las bondades o maldades del sistema en el que vivimos y que ya se ve a qué lugares nos ha conducido. Seguimos vendiendo parches blancos para heridas emponzoñadas y con infección general y, tan asustados andamos, que no nos atrevemos a considerar otras posibilidades de convivencia. Y si los defensores de esos valores egoístas y mercantiles no se avergüenzan ahora, ¿cuándo lo van a hacer?

Desde esta ventana tan pequeñita me sumo a la iniciativa y animo a los que tienen voz y medios para ser escuchados a que no dejen pasar la oportunidad de afirmar que existen otras posibilidades más humanas y solidarias, menos egoístas y más comunitarias, que hay otros modelos de crecimiento menos contradictorios y más sostenidos, aunque no incorporen tanto balance numérico positivo ni tanto PIB ni POB al servicio de las grandes cifras pero olvidándose del día a día de las personas normales.

En mi viaje a Ávila he presenciado la proximidad de un accidente debido a la temeridad de un joven conductor. ¿En qué invertimos los esfuerzos, en educar al muchacho en los valores de la serenidad y de la seguridad, o en estimular la fabricación de coches que corran y superen a los demás en velocidad para aplaudir a sus conductores? ¿Para qué invitamos a la moderación en el consumo en Navidad si al momento nos desgañitamos gritando que hay que gastar para consumir y así producir más y crear más puestos de trabajo? Son solo dos ejemplos. La vida diaria está llena de ellos.

Me temo que lo del manifiesto solo tiene el valor de un gesto. Allá cada cual con su conciencia. Y con su estulticia. Y con su egoísmo. Y con su imbecilidad.

Yo también firmo.

jueves, 29 de octubre de 2009

MIRA POR DÓNDE...

Me asomo con desgana a los asuntos públicos de los últimos días. La corrupción atufa por todas las esquinas. Alguien dijo que, al menos desde un sistema democrático, se consigue airear lo que de otra manera seguiría existiendo pero tapado debajo de las alfombras. Aunque consuele poco, creo que tiene razón quien esto afirma. La condición humana es la que es y no conviene resignarse, pero tampoco engañarse.

Pero tampoco conviene ser equidistantes si no queremos incurrir en injusticia y en falta de precisión: no es la misma cantidad en todos los partidos y, sobre todo, no se reacciona lo mismo en todas las formaciones. Los datos son muy elocuentes y no engañan si se quiere mirar con serenidad. Así que fuera caretas y fuera también los equidistantes.

Cuando se producen casos notables de este tipo y estos abarcan a varios miembros de un partido a la vez, la opinión publicada, y la opinión común, por inducción, tienden a reclamar autoridad en alguien que ponga orden y concierto, una mano dura que enseñe a los demás el camino y las normas a que atenerse. Es lo que ahora mismo está sucediendo en el PP. A su presidente se le pide poco menos que tome un látigo y castigue a todo el que pase por delante.

Pues mira por dónde a mí me parece que corremos con ello un peligro enorme. Cuanto más concentremos los poderes más estaremos abonando la posibilidad de que crezcan dictadorzuelos de tres al cuarto y en muy poco estaremos contribuyendo a la democratización del los partidos. Es verdad que el común acepta mal la desunión en el seno de las asociaciones de cualquier tipo pero de ello bien se sirven los dirigentes para hacer callar bocas en todo momento y perpetuarse los de siempre en los cargos. Así que siempre preferiré que se desparramen y se diversifiquen las opiniones -también las equivocadas- a que nadie se mueva por miedo y por guardar las formas. Que nadie nos salve, por favor, déjennos condenarnos, o al menos que más de uno nos enseñe caminos para esa condena.

Y en esa diversidad, que salgan todos los elementos escondidos, y todas las ambiciones, y todos los liberalismos de pacotilla.

Y que, por favor, la realidad sea algo más que la realidad publicada en los medios de comunicación y lo que permiten y conceden sus estrechos juicios.
Lo malo es que eso produce titulares menos escandalosos. Y tal vez menos beneficios. Y entonces…

N.B. Y este esbozo de opinión no quiere justificar a ningún chorizo ni apandador, y mucho menos a los fariseos que predican lo contrario de lo que practican. Por si acaso.

miércoles, 28 de octubre de 2009

TENGO EL CORAZÓN GRIS

TENGO EL CORAZÓN GRIS

Tengo el corazón gris
de tanto hollar la vida en solitario,
de ver pasar la vida con desgana,
la vida que está ahí,
mirándome de frente y a la cara.

Me duelen las arrugas, pues son huellas
que comprimen el tiempo en sus canales,
en esas costras lentas y confusas
de sangre contra células dormidas.

Hay un jardín ajado y polvoriento,
como olvidado siempre por la lluvia,
una inyección de luz por la ventana
que apenas llega lenta y mortecina
hasta el rincón oscuro de mi alma.

La fuente ya no canta su salmodia
y el musgo gana todas las batallas.
Hay una sombra densa en los cipreses
que recuerda jazmines de otras tardes.

Se ha dormido la tarde entre mis brazos
y yo guardo silencio por si acaso
despierto entre los brazos de la sombra.

martes, 27 de octubre de 2009

...Y SIN EMBARGO

Y, sin embargo, el ser humano tiene que ser proyecto, tiene que saber quién es, no puede descubrirse de nuevo a cada instante como si surgiera de la nada, tiene que marcarse metas y concretar misiones para su vida. Solo entonces pondrá los medios adecuados para conseguirlos.

Es tal vez el difícil equilibrio de la cultura, del poso de los años y de las generaciones, el sedimento que deja la experiencia y que dejan las lecturas y las reflexiones, ese saber oculto pero que está ahí al quite, esa sentencia firme que nos aguarda a todos en cuanto hacemos juicio de cualquier actividad.

Tal vez esos retos solo sean conocidos por uno mismo y tutelados y aventados desde la soledad del que los imagina y los pone en práctica. Acaso en eso está precisamente parte de la novedad, en descubrir cómo los otros se hacen cruces de sorpresa ante lo que intentamos cada día.

Es posible que seamos demasiado previsibles, porque andamos llenos de ataduras de todo tipo y la visión de esas ataduras nos hace aparecer desnudos ante nuestros semejantes.

¿Cómo encontrar el centro, el medio de la balanza, el peso adecuado de lo nuevo y de lo viejo, la soledad buscada y el silencio impuesto, lo blanco y lo negro, aquello que anhelamos pero que puede resultar indiferente ante los demás?

Quizá un grado amplio de tolerancia suavizaría el análisis, una multiplicidad de actividades no sería mala según los individuos, un hacerse y mirarse con las paredes puestas del color que nos mandan, un individuo social y una sociedad de individuos, un proyecto fecundo en el que desgastar fuerzas y un despertar brusco a las fuerza de todo lo que anda por ahí, una distancia corta y una larga avenida, un ir a buscar todo y encontrártelo en casa, un vivir vida propia sabiendo que la vida son sobre todo los demás, “una segunda inocencia que da en no creer en nada” y una ilusión por todo, un desengaño a tiempo y un vuelta a empezar siempre…

Y después de todas las idas y venidas surcando territorios de la duda, dejarse llevar por el tiempo reconociendo siempre que “partimos cuando nascemos, / andamos mientras vivimos, / e llegamos / al tiempo que fenesçemos, / así que, cuando morimos, / descansamos”.

lunes, 26 de octubre de 2009

SOMOS ASÍ DE POCA COSA

Cuando don Quijote salió de su casa “para desfacer tuertos”, se encontró con una serie de obstáculos que le impidieron desarrollar su fe en el cambio y en el arreglo de tanto desaguisado como creía ver por todas partes el buen caballero. En no pocas ocasiones era la impedimenta de sus armas, aquellas abuelas armas, tomadas del orín y pergeñadas en el cartón y el figurín como única solidez, la que le hacía rodar por el suelo, en posición harto ridícula y desamparada. Son demasiado abundantes los casos en los que el caballero queda tumbado en tierra, molido a palos y sin fuerzas para incorporarse hasta que el bueno de Sancho no le echa una mano y lo ayuda a ponerse en pie. Don Quijote iba cargado por armas de dos tipos en sus salidas de caballería. Por una parte, armaba su figura con un aspecto de muñeco de feria subido en rocín antes, entecos ambos y a merced de la burla de todo el que los viera; por otra, con la carga mental de sus lecturas y de sus pensamientos, armados también al amparo de las tardes en su casa, de aquellas noches pasadas “de blanco en blanco” y de aquellos días vividos “de turbio en turbio”. O sea, con unos bagajes mentales y físicos que eran los que le sostenían encima del caballo y en los pasahambres de las llanuras manchegas.

Pienso esta tarde en qué manera cada persona va cargada también con todo lo acumulado en su vida, hasta tal punto quizá de que esta carga le impide cambiar el rumbo de esa vida y hacer probaturas en una nueva vida o indagar al menos otras posibilidades. Las armaduras físicas tienen que ver con todas esas cargas sociales que todos nos echamos encima en forma de familia, hijos, pisos, coches, ataduras laborales, plazos diversos y reglajes de todo tipo. Las armaduras mentales apuntan a todas esas ideas o manifestaciones públicas que obligan después a mantenerlas como si uno tuviera que justificarse a diario de todo lo que anteriormente hubiera defendido en el foro.

Las primeras nos atan hasta el punto de dejarnos llevar por sus compromisos y hasta abandonarnos a la suerte, dejando de lado todo tipo de oportunidades. Algo así como si uno se resignara y se hiciera a lo existente. No me imagino tampoco un mundo rompiendo a cada hora con proposiciones diferentes; sobre todo a partir de cierta edad, pues el mayor hacedor de costumbres y la causa que hace al ser humano un ser previsible es precisamente el tiempo. Ni sé siquiera si una sociedad lo podría resistir. Acaso nos tengamos que conformar con esas pequeñas cosas que se nos aparecen de vez en cuando y que nos deslumbran hasta el punto de pensar que ese día tal vez empieza de nuevo el mundo. Somos así de pequeñas cosas.

Las armaduras mentales nos dejan varados demasiadas veces en la obstinación y en la terquedad. A ver quién es el guapo que un buen día defiende una idea social contraria a la que haya venido defendiendo en los tiempos anteriores. Buena parte de la actuación política se basa, por desgracia, en buscar las debilidades del contrario para, por contraste, dejar nuestra opinión en buen lugar. Y lo que nos va en el envite es sobre todo la debilidad del contrario y la fortaleza social, que no mental, de nuestras ideas. Así somos tal vez de pequeñas cosas, así. Y de presumidos. Y de inconscientes.

Don Quijote soportó un larguísimo viacrucis con caídas físicas continuas, hasta la caída definitiva en la playa de Barcino. Y allí siguió testarudo en sus ataduras mentales y en sus ideales caballerescos. Menos mal que, al menos estos, eran positivos y aspiraban a la mejoría de las mentes y al empujón de los ideales menos egoístas de todos nosotros.

Tal vez por eso le seguimos rezando en busca de “un sitio en tu montura, caballero del honor”.

domingo, 25 de octubre de 2009

¿SE HABRÁ PINTADO LOS LABIOS HOY LA TARDE?

Esa forma que tiene la tarde de pintarse los labios cuando se despide y dice adiós desde el horizonte se me ha modificado hoy con el cambio de hora. Entre una nube negra que se fijó en el cielo de Barco de Ávila y cierta preocupación por la tardanza de un autocar que no llegaba, se me fue la hora del crepúsculo, esa en la que todo se desdibuja y solo lo más nítido parece descolgarse en el abismo, allá en el infinito.

Han cambiado la hora y aquí me hallo ya con media vida en medio de la noche, y hoy con la flojera física añadida de una larga caminata en el otoño de la comarca bejarana, nada menos que desde Béjar hasta Ávila por caminos semiabandonados. Dicen que con este cambio horario se ahorra mucho dinero. No tengo datos para fijar opinión, pero espero que no hayan tenido en cuenta solo el asunto de las cuentas y de los ahorros. Cada día me fío menos de los llamados técnicos, sobre todo de aquellos que piensan que la realidad se agota en su especialidad, como cree el otorrino (vete a saber por qué ha acudido este ejemplo a mi mente) si piensa que todo se nos va en garganta, nariz y oídos, y que lo que hay que hacer es salvar esos órganos, aunque sea a costa de los demás.

Hay cambios en costumbres, en sueños, en actividades, en salud, en relaciones… que se ven agitadas por estos cambios. Y todo eso cuenta, claro que cuenta, porque no todo lo que no son cuentas son cuentos, ni mucho menos, a pesar del altísimo porcentaje que así lo considera.

Mañana me levantaré con la sensación de haber dormido un poco más, pero a media tarde la luz me dirá adiós y hasta mañana, y acaso acuda a mi terraza en busca de alguna imagen y me encuentre con la oscuridad como compañera y nube que me anega. No es más que una sensación más -de las más importantes- que me va a recordar cada día que nos vamos a la noche, que el invierno se acerca y que la luz se agota. No será por mucho tiempo: el solsticio de invierno no está lejos, y entonces…

sábado, 24 de octubre de 2009

QUÉ LUJURIA SABROSA DE PAISAJE

Definitivamente, el otoño o es bejarano o no es de ningún sitio. Ya sé que me he situado en la hipérbole desde la primera palabra y pido perdón por ello, pero es que, en realidad no exagero demasiado. Quien quiera comprobarlo no tiene que hacer más que venir a verlo. La puerta está ya abierta y no se cobra entrada.
Esta luz tan diáfana, este rocío en el campo, estas hojas revividas con las primeras lluvias y vueltas arco iris ya del tiempo, ese cielo azulado hasta lo más intenso, las sombras en su sitio, el fresquito sin frío, los suelos cargaditos con bellotas en una interminable montanera que aguarda a las cabras, a las ovejas, a los cerdos y a los jabalíes, los animales sueltos por cualquier predio, sus voces nítidas y afiladas, los regatos que empiezan a humedecerse, los riscos relucientes con las primeras lluvias, la corona que adorna en tantos caminos, el musgo recrecido hasta invitar a hundirte en él, los robles y sus líquenes, la fresneda que va ya deshojándose, los chopos y sus ramas amarillas, los cerezos que buscan sus granates, los pinos impertérritos con sus hojas perennes, las encinas tranquilas con sus suelos tan verdes, aquel poquito ya de nieve en lo alto de la Ceja y saludando desde los Hermanitos, los pueblos somnolientos cuando va levantando cabeza la mañana, los humos que se elevan por encima de todo, un poquito de niebla pegada a la ladera y ocultando una pequeña parte de la montaña, el río que se adivina en lo hondo del valle, las fuentes escondidas con sus aguas limpias soñando sus sueños, los fieles caminantes que se echan al camino, la charla sosegada sobre temas sabrosos, el despertar del mundo, la conciencia de todo escondida en el suelo, el sustento a las once compartiendo las viandas, ese lento hormigueo de lo que cobra vida…

Y yo viéndolo todo con mi conciencia limpia, con mi despertar lento, con mi paso tras paso, con mi mirada atónita, con mi sentir pequeño, con mi simple presencia, con mi valor tan mínimo, con la certeza a cuestas de lo amplio de la vida y de mi pequeñez, con mis amigos que siguen soportándome en la palabra y en el camino, con esa sensación de hagamos una tienda y prolonguemos esto, con la distancia plena del otro día a día, con la mirada amplia y mis ojos pequeños, con todo lo que aguarda para mí solamente, con el gusto de todo y el sabor de lo mismo, con ese corte limpio que te duele y no sangra, con el ánimo puesto en el sudor de espaldas, con ese sobregusto de hacerte perdidizo, con el placer del sueño que llena los sentidos, con la mente afanándose en no afanarse en nada, con un dejarse un poco en manos del azar y del olvido.

Hoy el otoño ha sido bejarano en el Sangusín y en los montes umbríos que unen Fuentebuena con Sanchotello. Qué dos nombres tan frescos y apartados. Por allí anduve, a la luz y al amparo de la sombra de la mañana. Después el sol fue todo, y todo fue el otoño bejarano. Qué lujuria sabrosa de paisaje.

viernes, 23 de octubre de 2009

LA DROGA DE VIVIR

LA DROGA DE VIVIR

La droga de vivir da para mucho:
para romperme en olas contra tu propia playa,
para tenerte cerca todo el tiempo
que las fuerzas aguanten en el cuerpo,
para notar el paso del tiempo y no arrugarse
al advertir, de paso, que vamos a su lado,
para no soportar más la torpeza
del torpe que se vive en soledad,
para despellejar la piel de virgen
que se aparece cada madrugada,
cuando se impone en límites la aurora
con el feliz sonido de la luz,

para dar con los huesos en la tierra,
para cantar el miedo de los sueños
a hacerse realidad. (No se lo cuentes
al triste fingimiento del olvido),
para desayunar la vida entera
en forma de croissant,
para mirar al frente y morirnos de risa
porque todo es posible hasta la muerte,
para morder el polvo del fracaso
sintiendo que esa marca es parte del guión,
para acotar el tiempo y el espacio
sin saber para qué,

para seguir viviendo, porque algo habrá que hacer
y no es cuestión de estar siempre en el paro,
para decir adiós pensando en el regreso,
para matar el tiempo y no morir en el empeño,
para vivir. Tan solo para eso. Sin más.

jueves, 22 de octubre de 2009

UNA NOCHE DE LUZ

UNA NOCHE DE LUZ

Fue una noche alquilada,
desprovista de tiempo,
con las luces dormidas
y todas las estrellas perdidas y sedientas.

El silencio en la casa,
los pasillos desnudos,
las paredes en calma,
los relojes callados,
las alfombras perdidas en un largo suspiro,
los ventanales bajos,
con persianas en guardia,
la terraza dormida,
el sillón con su frío,
un vuelo de luciérnaga con las luces fundidas,
el interruptor roto,
los cacharros lavados,
recogida la ropa,
preparadas las tazas del mejor desayuno.

Aplacadas las iras,
sosegado el sentido,
vencido el sentimiento,
olvidado el instinto,
serenas las miradas,
complacientes las manos,
susurrando el oído,
desdibujado el celo de las cosas del día,
ansioso y desvelado por esa luz más clara,
prendido de algún eco que suena en armonía,
siguiendo los caminos de alguna senda oscura,
tranquilo, sosegado, sereno y armonioso,
me eché al fin a la calle, en busca de la luna.

Y dibujé los parques,
di luz a las estrellas,
ordené los portales para llamar en ellos,
en busca de las puertas más preciadas,
ordené a los árboles
que no bajaran hojas hasta el suelo,
mullí todas las hierbas
en la esquina donde manan las fuentes,
aflojé las bombillas
hasta una tenue luz,
di paso a los sonidos de las sílabas tristes,
amé el silencio blanco de notas esenciales en la noche,
gravé de tus sonidos dichos a media voz,
agrandé tus pupilas para bañarme en ellas,
y yo rompí en mis ansias de aprender a vivir.

Recorrimos los parques,
hollamos la dulce lentitud de algunas avenidas,
anduvimos en bares que olían a placer,
vaciamos las copas de los mejores vinos
y nos dimos los besos que guardaba el amor,
nos reservamos mesas y esquinas melancólicas,
escribimos novelas,
nos dijimos mentiras hasta la cuarta copa
para decir verdades desde la copa seis.

Nos perdimos de gozo,
nos sorprendió la aurora a medio desvestir.

Con la luz ya más nuestra, nos dijimos adiós.

Hoy recuerdo entre lloros los ritmos de la noche
de aquella noche viva, de pedazos de luz.


N.B. Lo concebí primero como texto seguido; después me dio el agrión de partir las líneas. Tal vez el producto sea algo híbrido.

miércoles, 21 de octubre de 2009

OTRA VEZ SALAMANCA

En un día sin tregua, me ha tocado hacerme una escapada a Salamanca. Media mañana. Las clases quedan dadas (es mi día más liviano en carga académica). El mal tiempo me da un respiro parcial pues el cielo amenaza lluvia y el viento se mueve a su antojo. La autovía ya funciona también para mí en toda su disponibilidad. Es la primera vez que hago de día el trayecto con autovía entre Béjar y Salamanca. Todavía mantiene todo descarnado en el trayecto pero la circulación no es densa y se viaja bien. Poco más de media hora y he cambiado el paisaje serrano por el de la aglomeración ciudadana. Todo es ya un paseo casi.

Salamanca me recibe fría y desagradable. La avenida Torres Villarroel me deja al azar un hueco en el que alinear mi coche mientras me acerco a la consulta del médico. En el trayecto aprovecho para reponer fuerzas con algo de bollería (golosín).

Consulta rutinaria pero ya pendiente de unas pruebas médicas de control que realizaré a comienzos del mes de noviembre. Cada día me reafirmo más en la impresión de que acudir a una consulta es sobre todo justificar la existencia del médico y asegurarte de que, si no tienes nada, te lo terminarán encontrando con tal de que la minuta y la repetición de consulta queden acordadas. Incluso uno sale convencido de que la consulta, si quiere, realmente la hace el enfermo y no el médico; para ello no hay más que poner al paciente en situación de hablar, de dar pautas al médico y de, en definitiva, dirigirlo en sus pronósticos. Tampoco tiene el asunto, aunque parezca escandaloso, nada de especial: ¿cuándo la medicina ha sido otra cosa que una mezcla de estadística y de consuelo? Esta vez digamos que estuve a la altura del médico al menos, o sea, que hicimos la consulta a medias y nos orientamos mutuamente. Más o menos.

Después, algunos trámites y vuelta casi apresurada a la carretera para estar en casa a buena hora, entre la lluvia y el frío, entre las nubes y el viento.

Sigo viendo las ciudades como un pequeño enemigo que me acepta pero que no me quiere del todo ni acaba de rendirse amorosamente. Incluso Salamanca, mi segunda o tercera residencia (iba a completar literariamente con “residencia en la tierra”). Allí he pasado muchos años, allí me formé y me deformé, allí aprendí de la vida y soñé con muchas cosas, allí gasté esfuerzos en clases y en cursos. Ahora voy a Salamanca siempre deprisa y la veo como a una amante enfadada y casi hostil, como un ser tan querido mucho tiempo y que, de pronto, te sintiera lejano y desconocido, como una vieja conocida que mirara para otro lado cuando de repente te la encuentras de frente.

¿Serán el frío y las prisas? Me parece que Salamanca vive muy de espaldas a toda la provincia y que parte de la provincia, sobre todo la más distante, vive de espaldas a la capital. Y yo ando anclado en estos montes verdes y otoñales, ya casi amarillentos, lejos de aquellas aulas, de aquellos almacenes donde robaba anchoas que nos comíamos al calor de la tarde y del radiador, antes de que lo que no era razón hiciera de las suyas, los ojos en los ojos y el corazón al viento, lejos de aquellos días de ilusión y de esperanza, después en buena medida de desencanto y de desesperanza.

No quiero que sea así. Quiero querer a Salamanca y que Salamanca me quiera también a mí. Tengo que pasearla más despacio, volver a sus locales más sagrados, charlar con sus gentes, reconocer en ella algo más que clero, ganaderos y funcionarios, anegarme de luz dorada en sus atardeceres, sentir que allí se vive también en el presente, que se razona y se vive también al margen del glorioso pasado unamuniano y de fray Luis. Renuevo este propósito con alguna frecuencia, hasta que vuelvo a comprobar que el noviazgo se mueve entre muchos altibajos.

Me duele Salamanca aunque hoy no me mirara muy de frente.

martes, 20 de octubre de 2009

Y, A PESAR DE TODO, ¿POR QUÉ Y PARA QUÉ?

Vuelvo la vista atrás, hacia las páginas de aquel “Gen egoísta” de hace solo unos días y poso con más calma mi atención en alguna de sus afirmaciones Recojo estas palabras: “La unidad de selección es el GEN, la unidad de la herencia.” “El gen es la unidad básica del egoísmo.” “El nuevo caldo es el caldo de la cultura humana.” “El nuevo aplicador es la MÍMESIS, el MIMES.”

Richard Dawkins, convencido darwinista, modifica, sin embargo, las apreciaciones del maestro pues Darwin habla del INDIVIDUO como unidad de selección. Otros la modifican pero pensando en la ESPECIE como tal unidad.

No seré tan imprudente como para indagar en arenas tan movedizas para mi ignorancia (no es mi tema definitivamente), pero sí tan osado como para plantearme la importancia que tiene el hecho de que sea la primera cosa, la segunda o la tercera, la que realmente se modifique. Porque sus implicaciones sociales, políticas, religiosas y hasta lingüísticas son muy importantes.

Debo suponer que, al final, en la evolución se ven implicadas todas las unidades, aunque no será lo mismo si la carrera y el cambio de casa comienzan en un sitio o en otro. ¿Es demasiado osado pensar que ese “nuevo caldo cultural” es el culpable de llevar hasta los genes cambios, que terminan por influir en el individuo como tal y por fin en la especie? Ay los MIMES, eso de los MIMES. Es que, si así fuera, ¿cómo cerrar los ojos ante todos los aspectos sociales que son los que configuran esos caldos culturales?, ¿cómo huir de los movimientos que van dando cuerpo a las diversas costumbres y a los diversos usos extendidos en cultura con mayúsculas?, ¿cómo no zambullirse en ellos de cabeza y bucear hasta el fondo? Y, si partimos de los genes, ¿a que parece que hay que estar más a la espera, como a verlas venir y en la preocupación fundamental de dejar alguna herencia buena en genes que asegure la reproducción y la permanencia de esos genes en el mejor estado biológico. O, si es en el individuo en el que arranca el proceso, tal vez haya que “individualizarse” aún más y concentrar esfuerzos en uno mismo.

Los modelos de vida que de cada elección se deducen son muy diferentes y el árbol y el bosque que se dibujan casi no se parecen. Probablemente, como afirma Stephen Jay Gould (El pulgar del panda), “Los organismos son mucho más que una amalgama de genes. Tienen una historia que es relevante; sus partes interaccionan de formas complejas. Los organismos son construidos por genes actuando concertadamente… Yo puedo no ser dueño de mi destino pero mi intuición de totalidad probablemente refleje una verdad biológica.”

Y sigo en mi pregunta: Sean cuales sean las unidades de evolución, ¿a qué aspiran los genes, los individuos o las especies?, ¿por qué tienen que tener afán de supervivencia?, ¿en nombre de qué?, ¿de dónde viene la exigencia de la vida como tal?, ¿cuál es la conciencia que empuja en la dirección que sea?

Ay, mi ignorancia infinita. Me vienen a las manos, inevitablemente, las palabras de Unamuno cuando afirmaba que Dios es la conciencia del universo. Necesito ayuda pues no progreso adecuadamente.

Y que volvieron la lluvia y el paraguas para dar otro nuevo caldo, aunque no parezca tan cultural y no modifique ningún gen de nadie y solo empuje a recogerse en las casas al amparo de los escasos restos de calor que aún quedan por las esquinas del largo verano, en este más que incipiente otoño. Ea.

lunes, 19 de octubre de 2009

SI UN DÍA FUISTE TÚ

SI UN DÍA FUISTE TÚ

Si un día fuiste tú, seguramente
fue porque te olvidaste de ser tú,
porque miraste en torno y fuiste libre,
porque viste la luz y fuiste rauda
a abrir de par en par los ventanales,
porque observaste el cielo y quisiste volar
como el albatros vuela sobre el agua,
porque te fuiste al mar y no volviste
de sus olas eternas e infinitas,
porque ya fuiste pájaro por siempre
y errante de las horas y los días,
porque buscaste el límite del tiempo
a vueltas y a deshoras de ese tiempo,
porque quisiste zumo de manzana
del árbol exquisito de la sabiduría,
porque dijiste sí cuando las normas
nombraban a destajo la palabra no,
porque entendiste el ritmo de la vida
para que lo violaras densamente,
porque dijiste no solo a las horas
de no ser tú la dueña de esas horas,
porque entendiste que hay también personas
que sienten en su ser la marejada
del mundo de la luz y de la vida,
porque te viste ser antes que verte hembra.

Por eso y por muchas más cosas
que tampoco son tú ni te modelan
te quiero y te respeto. Te contemplo
serena y definida, libre siempre.

Aunque a veces me cuesta dibujarte
en las serenas sombras de la tarde.

domingo, 18 de octubre de 2009

ASÍ QUE NO ME FALLES

De nuevo aquí escondido, sin la sonrisa franca e inocente de la carita de Sara, que se ha vuelto a Ávila con sus padres y me ha dejado flojín y un poco mustio. Qué fin de semana de besos y caricias, de exhibición con ella por las calles de esta ciudad estrecha. Esta vez sí era yo el que henchía el pecho y me sentía feliz. Yo creo que no hacía mal a nadie. Y estaba tan feliz…

Pero la vida sigue y aquí estamos de nuevo, con el silencio a cuestas y un poco de soledad, esta vez no querida. Las civilizaciones pagan un peaje demasiado alto para transitar por eso que llaman las leyes del mercado y un progreso no sé si bien entendido. Creo que ya lo he anotado alguna vez: daría casi todo porque mis más próximos estuvieran más cerca de mí cada día. Parece, sin embargo, evidente que todo se va ajustando a las leyes del mercado y a las reglas que este jodido capitalismo y esto que llaman progreso –esos que solo ven progreso en el asunto económico- se lleva por delante todo lo que pilla, como huracán o fuego de verano. Las relaciones familiares viven a golpe de teléfono y a golpe de cuentarrevoluciones, las imágenes se cambian, acaso se intercambian solo las situaciones más mostrencas y no las más minúsculas y de cada día, las ilusiones crecen en huertos muy distintos y no siempre coinciden, las relaciones dentro del mismo núcleo familiar se resquebrajan y se articulan de distinta manera a como hasta ahora se habían dibujado…

Hace unos días comentaba con alguien mi deseo de recoger trabajos para un libro entre mis alumnos, en los que contaran la biografía de alguno de sus abuelos. Me hacía notar -creo que con bastante razón- que esa relación ya no era tan estrecha, que la situación laboral y social en la que vivimos ha hecho cambiar de manera sustancial esa relación hasta hacerla casi desaparecer, e incluso me vaticinaba la posible desaparición de la pareja humana tal como la concebimos ahora, contando ya con toda la diversidad existente. Me dejó perplejo la observación porque, al principio, me resultaba demasiado pesimista. Después le di más vueltas y ya me entró la duda, como casi siempre.

Sé de sobra que el asunto es para ensayo de premio Anagrama por lo menos, peo ahí van mis pocas líneas, como siempre, como para dejarlo al menos apuntado. Me apena ver cómo se analizan situaciones sociales solo desde el punto de vista económico, sin unas miras un poquito más altas y abiertas a todas las implicaciones.

Yo, en esto, también soy contradictorio, o al menos me reconozco en el territorio de la duda. Sigo viéndome animal social y definido desde la relación con los demás, pero a la vez me noto cada día en círculos más reducidos y con la confianza puesta en los más allegados. Cuando alguno me falla, aunque sea en algo pequeño, me disgusto es bien fuerte.

Sara, desde su autonomía y su criterio, no me debería fallar nunca. Yo intentaré hacer otro tanto con ella. Veremos.

sábado, 17 de octubre de 2009

LA RAZÓN DE LA SINRAZÓN

La razón de mi sinrazón está este fin de semana de fiesta y de exhibición. Ha venido a verme Sara y ella me rompe todos los esquemas y me hace pensar que acaso no hay pensamiento.

Aquel tajo profundo que produjo en mi vida el último trayecto de mi madre impidió que ninguna otra cosa ocupara en mi mente demasiado espacio: todo era con ella y para ella. Hasta que pudo ser. Aún sigue siéndolo pero desde el recuerdo emocionado.
Pero amaneció junio y con él llegó Sara a aquel hospital alto de las tierras de Ávila. Y todo transmutó sus mecanismos. Es evidente que el ser humano tiene sobre los animales la capacidad de ordenar en su mente y de merodear y darle vueltas a todo lo que hace, eso de nacer, alimentarse y jugar, o sea, de razonar un poquito, de encontrar causas para las cosas y consecuencias de las mismas. Así ha de seguir siendo y yo me siento orgulloso de que así sea.

Yo sé, sin embargo, que Sara me rompe los esquemas, que la ley de la gravedad no rige en ella porque solo apunta hacia mí, que si ella quiere algo no hay razón para la negativa, y que si quiere comer come y, si no, pues no come y ya está.

Yo, que he aspirado siempre a ser un poco razonador, a ordenar un poquitín mis cosas, a reírme de muchas de las actividades que veo por ahí, a exigir un poco de control y de ideas, a hurgar en las razones, me veo ahora desarbolado y tonto, babosillo y forofo, ultra y atrincherado, feliz en todo caso.

Y sé también que, en el fondo, me estoy engañando, pero no con mi Sara sino con todas las demás razones que imploro cada día. Repaso y me salen tantas defecciones de la razón…, vuelvo la vista atrás y me encuentro tantas veces con la emoción anegándome todo. Esta mañana mismo ha llegado Juan Pablo de Salamanca para pasar el fin de semana. Un abrazo muy fuerte nos ha unido, y un beso igual de fuerte. En cuanto ha dejado su bolsa, se me ha echado al cuello en otro abrazo. Y ya no tuvo sitio la razón porque también allí estaba otra vez la razón de mi sinrazón, esa sinrazón que, en realidad me puede tantas veces y a la que yo no estoy con ánimo de cerrarle la puerta.

Mi Sara se sorprende con todo lo que ve porque todo es descubrimiento para ella, sonríe sin malicia y se deja besar sin oponer resistencia. Y yo me aprovecho de toda su inocencia y de todo el candor que atesoran sus escasos meses. Le tengo ya guardado sitio en mi terraza para contemplarla, para mirarla, para besarla, para enseñarle el don de las palabras, para contarle historias, para dejarme acariciar por ella, para que me cuide un poquito cuando la necesite, que será muchas veces.

Esta razón de la sinrazón me quita la razón, pero me da certeza de que estoy razonando ahora sobre la propia sinrazón.

En fin, tengo que pedir disculpas porque sé que sucede algo parecido a muchas personas. Ellos entenderán que hay una diferencia para mí: esta es Sara, mi Sara.

viernes, 16 de octubre de 2009

OTRA LECTURA

De vez en cuando caen en mis manos libros que me iluminan sobre aspectos que, de otro modo, quedarían en el olvido pues se apartan de los elementos más visibles y universales de los personajes que analiza.

Un mal virus me ha dejado hoy postrado en casa. Mis escalofríos anoche eran tsunamis en el cuerpo, pero esta mañana me encontraba un poco mejor y casi sin fiebre. Así que seguí con las páginas del libro que comencé ayer hasta verle su final a media tarde. “A la sombra del ángel”, Benjamín Prado, Aguilar, es un libro que repasa, en 240 páginas, aspectos de la personalidad del autor de “Sobre los ángeles” o “Marinero en tierra” contados por quien estuvo continuamente a su lado durante 13 años, por quien lo admiró como discípulo y quien le ayudó en todo.

Este tipo de lecturas no tienen ningún sentido si no se realizan después de haber conocido la obra de creación, o si no se hacen como sustento para, inmediatamente después, ir a los originales. Pero resultan muy iluminadoras para quien ha pasado por los textos del creador y, calmadamente, sin prisas y hasta con regodeo, se quiere solazar en los detalles que explican tantas cosas hasta dejarlas desnudas y a la intemperie.

Algunos aspectos son sobresalientes. ¿Cuántos autores se libran de la vanidad mal entendida y del orgullo más imbécil? No resulta sencillo encontrar autores (Antonio Machado, Miguel Hernández) que sustenten la obra en un discurrir vital honrado y firme. Un ejemplo del libro que lo ilustra: Recital de Celaya. Se le había preparado la sorpresa de la presentación a cargo de Alberti. Cuando se saludan y Celaya se entera de quién le va a presentar, se asusta y no quiere intervenir por si los mejores aplausos no se los lleva él sino su presentador Alberti. Alberti cede y se sienta entre el público.
Con funciones cambiadas: Van a recitar varios poetas con Alberti, también Joaquín Sabina. Alberti se asusta por el miedo a que Sabina traiga la guitarra, se ponga a cantar y se lleve todos los aplausos.

Son como niños. O peor. No todos, claro. Por eso me reconforta tanto dar con un creador que, además y sobre todo, sea una buena persona y un tipo sencillo.

A veces rasca uno y debajo no encuentra casi nada, u observa atónito cómo toda la energía y el razonamiento se pierde tras unas faldas cualesquiera, o se nos vienen abajo con cualquier crítica que no sea laudatoria o por cualquier detalle que no los sitúe por encima de los que los rodean.

A Alberti también le sucedía eso, aunque le sobraban otras virtudes en generosidad y desprendimiento, en formas de vida y en escala de valores. Como, además, recorrió todo el siglo veinte y la transición le pilló en plena madurez y en el camino de vuelta de todo, reconocer detalles de su vida termina por ser apasionante.

Por desgracia, todo se torció con su boda -aquella boda tan escondida y con tan pocos y especiales invitados (¿tramarían ya algo?)- y con la fundación del Puerto de Santa María. Episodios oscuros y hasta ennegrecidos que nos enseñan también cómo la obra y la vida de un gran creador como Alberti puede ser manipulada, desmochada y presentada a los lectores de manera fraudulenta. Los dedos apuntan todos hacia su segunda esposa, pero en la fundación han participado otras personas y no sé si cualquier día no nos llevaremos alguna sorpresa aún más desagradable. Hay, por cierto, personajes que son caldo de todos los guisos, quiero decir de todos los que están condimentados no precisamente con azúcar y que, por tanto, no ofrecen un sabor demasiado dulce. Por ahora basta.

Mejor volver a la obra, a los versos del poeta de cuya muerte se van a cumplir ya mismo -28-10-1999- diez años

“El mar. La mar. / El mar. ¡Solo la mar! // ¿Por qué me trajiste, padre / a la ciudad? // ¿Por qué me desenterraste / del mar? // En sueños la marejada / me tira del corazón. / Se lo quisiera llevar. // Padre, ¿por qué me trajiste / acá?

Y eso que, en la última etapa de su vida, Alberti no quería salir de Madrid para irse a vivir a El Puerto.

jueves, 15 de octubre de 2009

EL RECOGEDOR DE ESTIÉRCOL

El recogedor de estiércol trabajaba sin descanso desde hacía varias temporadas. Había heredado el trabajo de sus antepasados y, en su casa, nunca había visto ninguna otra ocupación.

Cada mañana, a punto día, cuando la luz era más tenue y apenas se afirmaban los contornos, aparejaba sus mulos, los enseronaba y con sus dos palas, ajadas por el uso, al hombro, salía de su casa en busca del estiércol del pueblo.

Solía comenzar por la plaza mayor. Entre sus rollos habían quedado las cagarrutas de las cabras de la tarde anterior pues, a la vuelta del campo, hacían campo de recogida en el centro del pueblo, lugar hasta el que venían los pequeños propietarios a buscarlas. Antes de disgregarse, se encargaban de dejar todo rociado con sus excrementos; después cada una obedecía la llamada del amo y emprendía viaje sereno y lento hacia la bodega.

Andrés recogía el estiércol y lo echaba en los serones. Cuando estaban llenos, se marchaba tras los mulos hasta la pequeña finca que tenía cercana al cementerio. Allí lo almacenaba y se sentaba a contemplarlo. En primavera se dedicaba a extenderlo por los campos y por los olivares que llenaban el contorno.

En realidad no sabía de dónde le venía esa especie de fascinación por el estiércol. Una noche –hacía poco que las estrellas se habían colocado en el cielo limpio-, se demoró más de la cuenta. Había ido hasta el corral del estiércol sin idea fija y se detuvo mirándolo.

La proximidad al cementerio le trajo la imagen de la muerte y le aproximó su realidad. Allí reposaban los restos de casi todas las personas que él había visto crecer y morir en el pueblo, allí se había solidificado el tiempo y había agarrado con fuerza el pasado. Por su cabeza comenzaron a desfilar imágenes diversas sostenidas en variopintos personajes. Hasta los fuegos fatuos que se desprendían con frecuencia del cementerio y que él había podido contemplar algunas veces parecían dejar constancia de que el pasado se resistía a cerrar sus puertas.

De pronto le pareció al recogedor de estiércol que su mente se iluminaba y que en ella se abrían las ventanas del futuro. Nunca había sido pretencioso y había llevado su profesión con dignidad y con humildad, con reservas pero sin esconderse de nadie. Ahora, sin saber por qué, se sentía un poco más pleno y satisfecho. Aquellos restos de vida que recogía y que a nadie parecían interesarle eran intermedios entre la muerte y la vida, entre el desprecio y la esperanza. Se imaginaba en primavera repartiendo el estiércol por los huertos y por los olivares y, al extenderlo, sentía la certeza de que estaba extendiendo la vida en aquellos suelos, de que estaba anunciando la vida de nuevo entre los surcos, de que el futuro se iniciaba otra vez desde el recuerdo del pasado y de que la fuerza de los organismos se recobraba de nuevo.

Desde aquella noche comenzó una peregrinación diaria hasta su estercolero. En él se quedaba extasiado un buen rato y en él organizaba y planificaba con esmero su trabajo.

Las mañanas lo sorprendían desde entonces con una buena carga de sueño pero también con la plaza y las calles del pueblo limpias del estiércol, y con la sorpresa de las gentes que, cuando salían a la calle, ya no veían al recogedor de estiércol afanándose en llenar los serones de sus mulos sino las calles limpias y como con un olor lleno de vida y de energía diferentes.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Y SOLO CUATRO PADRES

Hoy he pasado un poco de tiempo con algunos padres de mis alumnos. Cuatro, solo cuatro. Había citado a unos veinte y acudieron solo cuatro. Es verdad que hay edades en las que parece que el alumno tiene que conducirse por su cuenta y ha de tomar decisiones desde su propia persona, edades en las que todo parece que se nos va en oponernos a los más próximos, edades en las que parecemos tomados por un pudor imbécil y por una tendencia a la afirmación personal que raya la tontería. Pero cuatro, solo cuatro, son muy pocos padres. O madres, que tanto monta.

¿Por qué sucede esto? Tengo la sospecha de que existe una idea muy lejana y hasta confusa de lo que significa esto de la educación. Es este un asunto muy complejo y en él intervienen demasiadas variables. Pero solo cuatro padres. Y no era mal horario pues ya era por la tarde y no había mucho impedimento de trabajos y ocupaciones.

Esto es tarea de todos, y de todos a la vez. Lo demás, como en casi todo lo que ocurre en la vida, es un sálvese quien pueda, bandéese el alumno como mejor le conduzca su instinto de supervivencia y hasta la nota final. Y, si se salta la valla con el aprobado, todos contentos, y, si no, pues vuelta a empezar. Y siempre desde la desconfianza y el recelo, desde la mirada de reojo y desde la suspicacia y la prevención. Así no puede ser.

Hace muy poco tiempo, demasiados profesores se mostraban contrarios a la presencia en común de los padres de alumnos en ninguna reunión. Eran los de la misma cuerda política que los que gobiernan en esta comunidad desde casi siempre. Ahora estos políticos que los representan tratan de imponer reuniones aunque no sé muy bien si creen algo en ellas. Y solo cuatro padres.

Aún necesitamos plantear lo que sucede para darle un impulso diferente a esta actividad. Cualquier cosa con tal de empujar a los que tendrían que estar más interesados en la educación para que se acerquen, conozcan, pregunten y exijan. No se puede convertir esto en una pantomima. Y solo cuatro padres. Solo.

¿De verdad piensan que sus hijos cuando rondan la mayoría de edad ya están en las mejores condiciones para que anden solos por la vida? ¿Con los tiempos que corren se puede pensar eso? Pero si la convivencia en la casa paterna se alarga casi hasta el infinito. No puede ser. Y solo cuatro padres. Solo.

Pues cantaremos el estribillo de la copla; las estrofas exigen otros intérpretes. O diferentes receptores, vete a saber. Y solo cuatro padres. Solo.

martes, 13 de octubre de 2009

NO ES VERDAD

Claro que no es verdad que no me entere de nada ni que no me interese la res publica. Creo que tengo dadas bastantes muestras de que no es así.

Y, sin embargo, estas páginas de mi quehacer diario están horras y deshabitadas de reflexiones sobre la cosa pública. Solo aparentemente, solo aparentemente. Es verdad que llevo muchos meses en los que no menudeo en estos asuntos. Quiero decir que no lo hago de manera directa y descarnada. Me sucede con otros temas que también me ocupan y me llenan el pensamiento y de los que apenas hablo en estas páginas. Por ejemplo, llevo el recuerdo de mi madre tan por dentro y tan por fuera, que apenas pasa instante en el que su figura no aparezca cerca de mí y yo cerca de ella. Y tampoco aparece demasiado. Acaso esté confundiéndome a mí mismo.

¿Entonces? Entonces es que me puede el desánimo y es también que no encuentro acomodo entre el esfuerzo y la repercusión, y que mis palabras acaso no interesen a nadie, y que, en todo caso, nadie las toma en consideración, tal vez porque acaso no sean más que tópicos y no añadan nada nuevo. Hace unos días, una persona, teóricamente preparada para pensar -teóricamente-, me aconsejaba sobre mis palabras en público del día de los mártires de la libertad que no utilizara tópicos, que hablaba como los políticos, que… Nunca me dijo qué tópicos eran esos, pero supongo que alguno habría encontrado, porque con frecuencia me siento aludido por personajes públicos cuando afirman que hay gente que sigue defendiendo ideas anticuadas y pasadas de moda, tales como aquello de los ricos y los pobres, aquello de la plusvalía, aquello de la igualdad de oportunidades, aquello de la razón, del sentido común y de la buena voluntad, aquello de pedir más al que más tiene y dar más al que más lo necesita, aquello de vigilar a los poderosos, aquello de repartir trabajos y salarios, aquellos de que en la vida no todo son cuentas de resultados, aquello de la dignidad humana por el hecho de ser humanos, aquello de pedir ideología antes que política para que esta se incardine en aquella, aquello de… Y, si algo hay que cambiar, me parece que solo tiene que ser la palabra aquello por la de eso y hasta por la de esto. En fin, asuntos, como decía, pasados de moda y fuera de la escala de valores.

Porque escala de valores hay. Coño, claro que hay, lo que ocurre es que los que se han apuntado arriba no ocupan precisamente los primeros lugares del escalafón y no cortan orejas ni en plazas de tercera. Sustitúyase todo esto por pasarelas, fútbol, cuentas de resultados, golpes de fortuna, ritmos de producción, opas a tiempo oportuno, exploración de mercados, líneas de colocación, ERES, caballos de potencia… Dinero, dinero y más dinero. Y en plena crisis. Y hay que seguir suspirando, más que nunca, a su majestad el dinero. “Madre, yo al oro me humillo, / él es mi amante y mi amado”. También tildarían de anticuado a Quevedo, supongo.

Mi esquema de pocas líneas me dice lo siguiente: Ahora mismo todos los valores los tenemos supeditados al dinero; sin embargo, lo que se propone humildemente es supeditar el dinero a una buena escala de valores.

¿Estarían dispuestos a ello los que se oponen a Educación para la Ciudadanía?
No me importaría abrir el juego de este esbozo. ¿Con quién? ¿Para qué?

El cielo estará limpio / y el suelo acogedor, / los miraré con aire / de eterno perdedor.

lunes, 12 de octubre de 2009

EL GEN EGOÍSTA (y II)

“Parece haber tres fuentes principales de asimetría: Los individuos pueden diferir en su tamaño o en su equipo de combate. Segundo, los individuos pueden diferir en cuanto puedan obtener como ganancia de la lucha. Tercero,… una mera asimetría arbitraria y aparentemente irrelevante puede dar origen a una EEE (Estructura de Evolución Estable), ya que puede ser utilizada para arreglar rápidamente las contiendas.”

“¿Qué es el gen egoísta? Es todas las réplicas de una porción particular de ADN, distribuidas por todo el mundo.”

“¿Qué está tratando de hacer un gen egoísta? Está tratando de hacerse más numeroso en el acervo génico.”

“Los abuelos y los nietos tienen, genéticamente hablando, iguales razones para comportarse de manera altruista unos con otros, ya que comparten ¼ de los genes.” Así que ya sabe mi Sarita.

“El Estado benefactor es, quizá, el sistema más altruista que el reino animal jamás ha conocido. Pero cualquier sistema altruista es, inherentemente, inestable.”

“Los animales tenderán a tener el número óptimo de hijos desde su propio punto de vista egoísta.”

“No existen razones genéticas para que una madre tenga favoritos.”

“No existe una respuesta general al problema de quién tiene mayores posibilidades de ganar la batalla de las generaciones. Lo que finalmente surgirá será un arreglo o concesión por ambas partes, para lograr una situación intermedia entre el ideal deseado por la criatura y lo deseado por la madre.”

“Cada cuerpo individual es una máquina egoísta que intenta hacer lo que sea mejor para sus genes.”

“Somos colonias gigantescas de genes simbióticos.”

“Las asociaciones en beneficio mutuo evolucionarán si cada socio obtiene más de lo que aporta.”

“Para una comprensión de la evolución del HOMBRE MODERNO, debemos empezar por descartar al gen como base ÚNICA de nuestras ideas sobre la evolución. El gen es una analogía nada más.”

“El nuevo caldo es el caldo de la cultura humana.” “El nuevo replicador es la MÍMESIS.” El autor lo llama MIMES.

“Siempre que surjan condiciones en las cuales un nuevo reproductor pueda hacer copias de sí mismo, estos nuevos reproductores tenderán a hacerse cargo de la situación y a empezar un nuevo tipo de evolución propia.”

“Una “idea-mime” podría ser definida como una entidad capaz de ser transmitida de un cerebro a otro.”

“Una iglesia organizada, con su arquitectura, sus rituales, leyes, música, arte y tradición escrita, (es) como un juego estable coadaptado de mimes que se ayudarían mutuamente.”

“El mime para una fe ciega asegura su propia perpetuación por el simple e inconsciente recurso de desalentar una investigación racional.”

“Cuando morimos, hay dos cosas que podemos dejar detrás de nosotros: los genes y los mimes.”

“Somos construidos como máquinas de genes y educados como máquinas de mimes, pero tenemos el poder de rebelarnos contra nuestros creadores. Nosotros, solo nosotros en la Tierra, podemos rebelarnos contra la tiranía de los reproductores egoístas.”


Muchísima tela que cortar. No hay prisa, pero ahí está. Y un par de añadidos, porque todo esto se explica casi solo.

a)Aquí hay ciencia e intentos racionales, y no tonterías esotéricas y deshumanizadoras.

b)Y, a pesar de todo; ¿a qué aspiran los genes egoístas y los mimes?, ¿qué sentido los guía?, ¿por qué aspiran a la perpetuación y a una especie de inmortalidad irreflexiva?

domingo, 11 de octubre de 2009

EL GEN EGOÍSTA (I)

El poso que cada libro deja en la conciencia del lector es muy variado y obedece a numerosas razones. Hay muchas formas de mantener ese poso, unos más visibles que otros. Hubo un tiempo largo en el que me ocupaba en hacer una ficha. Hace mucho también que abandoné la práctica y que me refugié en el subrayado y en la anotación al margen, o simplemente en dejar que la fina lluvia caiga lentamente en mi cabeza y se acomode como mejor le plazca.

Hoy voy a hacer una excepción con un libro que tiene ya cierta edad pero que yo no había leído y creo que se mantiene joven a pesar de tratarse de divulgación científica. Mi admiración por la divulgación científica crece por momentos, sobre todo si observo que, detrás del autor, hay un científico de verdad, con formación y con sedimento, y que actúa como tal, con criterios científicos y sin prejuicios. Es el caso de Richard Dawkins, autor al que ya conozco de otras aventuras intelectuales. Se trata, de nuevo, de la aplicación de las teorías evolucionistas de Darwin. Cuánto bien haría su lectura y su aplicación.

Dejaré aquí algunas de las palabras del libro, aquellas que, por alguna razón, más me han llamado la atención. Y lo haré de tal modo que, si vuelvo a ellas, pueda entender que es el libro en miniatura y que en estas palabras se encierra todo lo más importante para mí de sus 300 páginas. Vamos.

“Dentro de cada especie algunos individuos dejan más descendencia que otros, de tal manera que los rasgos hereditarios (genes) de aquellos que han tenido éxito como reproductores llegan a ser más numerosos en la siguiente generación. En esto consiste la selección natural.”

“Somos máquinas de supervivencia.”

“La unidad de selección… es el gen, la unidad de la herencia.”

“Un gen es definido como una porción de material cromosómico que, potencialmente, permanece durante suficientes generaciones para servir como una unidad de selección natural.”

“En algún momento, una molécula especialmente notable se formó por accidente… No tuvo que ser necesariamente la más grande, pero tenía la extraordinaria propiedad de poder crear copias de sí misma.”

“La evolución es algo que sucede a pesar de los esfuerzos de los reproductores (genes) para impedir que suceda.”

“La duración máxima de un cromosoma es de una generación.”

“El gen no se vuelve senil.”

“La reproducción sexual no constituye una réplica.”

“Los genes son los replicadores y nosotros somos sus máquinas de supervivencia. Los genes son los habitantes del tiempo geológico: los genes permanecerán siempre.”

“Propiedades que debe poseer una unidad de selección natural efectiva: longevidad, fecundidad y fidelidad en la copia.”

“A nivel del gen (sic) el altruismo tiene que ser malo, y el egoísmo, bueno.”

“El gen es la unidad básica del egoísmo.”

“Quizá la conciencia surja cuando la simulación cerebral del mundo llega a ser tan compleja que debe incluir un modelo de sí misma.”

sábado, 10 de octubre de 2009

CONTRASTES

Qué hermosa la mañana entre los robles de la Dehesa de Candelario. Hoy sí fue el Paraíso, ese Edén bejarano de las mañanas nítidas, de cielo azul purísimo, de sombras en contraste bajo las hojas verdes, de airecillo tiernísimo (“y el ventalle de cedros aire daba”), de susurro de aguas en los regatos nuevos, de apuntes de colores anunciando el otoño, de gentes en hilera ganando la montaña camino de Hoyamoros, de tentempié abundante a la vera del agua, de sol agradecido, de fotos sobre el musgo y al detalle geométrico de la bellota, de la araña en el musgo de la piedra, de sendas bien lavadas, de sentimientos limpios, de charla agradecida, de musitar callado “el mundo está bien / hecho” a pesar de lo incierto de la vida, de desear salir pero no entrar, de perderse sin ganas de encontrarse, de…
Prometo algunas fotos de hoy mismo: la enfermedad del ordenador de Manolo las retrasa algún día. Ellas darán certeza de que no exagero nada.

Lo he dicho muchas veces: el otoño es la mejor estación de estas tierras bejaranas y, si hubiera paraíso, me lo pido de esta manera.


La tarde me trajo las pruebas de mi Diario número nueve. Ocupa todo el año 2008 y algún mes del año anterior. Trescientas cincuenta páginas. Enseguida me he puesto con él. El parto está siendo excesivamente largo. Nueva desilusión: se han caído por el camino los apuntes de los dos primeros meses; otras setenta u ochenta páginas. Tengo que recuperarlas y sumarlas a las que tengo en mi poder. Ya no puede parar este asunto hasta que esté todo encuadernado y fuera de imprenta.

Hojear sus páginas es encontrarme con sorpresas y con paso del tiempo. Y, entre las páginas, palabras sobre mi madre y alguna foto de sus últimos tiempos. Y el cielo convertido en nubarrones negros y mi ánimo a tierra y por el suelo, y mis ojos con lágrimas, y mi recuerdo vivo y más intenso, y otra vez a sus fotos, y otra vez a sus ojos y a mis ojos, y de nuevo a su vida y a mi vida, y todos los recuerdos sobre mí y en mí, y un temblor en mi cuerpo, y un repaso de tantos ratos juntos, y un sentir lo imposible de las cosas, y…

Que fue un día de contrastes. Como me ocurre a veces. Tantas veces…

viernes, 9 de octubre de 2009

RETRATO EN ARCO IRIS

Y sentiré tus labios más allá del arco iris pues les darás colores a todas las esquinas.

La tarde se puso morada cuando te dibujaste gaviotas moradas en tus labios y saliste a la calle a devorar la luz y a gritar tus sentidos a todo el que pasaba. La calle estaba llena de viandantes; era epidemia aquello en las aceras Y todo se puso a tu servicio, se apartaron las manos y los hombros se hicieron también acera y pared para dejarte paso.

Un cigarrillo blanco se dejó hacer todo humo entre tus labios, nube densa en tu boca y olas de gris al viento de la tarde. Y el eco de los ecos de tus pasos llevó el sonido hasta más allá del horizonte.

¿Quién dibujó tu pelo para enseñarlo al mundo? ¿No ves que eres peligro en todas partes? ¿Hacia dónde tus pasos aritméticos? ¿Y tu mirada amplia?

Yo entendí la armonía del arco iris encima de tu cuerpo, con el viento celoso de tu cara y el sol sobre la lluvia, y la lluvia en tu pelo como hilillos de agua de cascada. Y como te vi ir, apresuré mi paso para no despistarme, para no perder sitio cerca de tu mirada.

Y te vi más allá del arco iris, dando luz a la tarde, dibujando colores, enseñando tus pechos al diluvio, desnuda en el abismo.

Y ya no fui yo mismo, fui la fiebre y el pálpito constante, fui un derramarme en nada, fui un ciego sin cristales, fui un juglar sin palabras, fui catador sin vino que llevarse a la boca y un autista del mundo.

Tú seguías insistente detrás del arco iris, la tarde estaba plena, mi cuerpo solo era ansias y miseria.


Y ESBOZO

Suites francesas de Bach en los altavoces de mi habitación. La suavidad me invade. No tengo prisas y el fin de semana me ilumina en todo el horizonte. Son casi cuatro días en los que no tengo ningún proyecto en la cabeza, solo lo que el impulso quiera y el cielo y el campo me quieran ofrecer. Porque saldré a la luz por esos caminos en busca de las sensaciones que se quieran unir a mí y a mis apetitos, me dejaré llevar por los senderos sin pedir nada a cambio, añoraré los días en los que los calores y las largas vacaciones me anegaban y me tenían tomado por los cuatro costados, con horizontes limpios y con las obligaciones en la despensa. Acaso sueñe algún rato la playa y el impulso sin tiempo de las olas, el atardecer pleno de luz y la amplitud del fondo.

Pero tendré de frente a la montaña, el río a los pies de mi terraza, con su sonido oscuro detrás del edificio que lo hace más pacato y escondido, con los chopos que empiezan su gradación amarilla hasta que el mes de noviembre los deje en coripatos, con los prados más verdes, con la humedad a punto entre la hierba, con el hilillo suelto que vuelve por sus fueros buscando los caminos de otras veces, con las hojas más verdes, en un intento último de morir en lo alto de su gloria, con las nubes de paso y de visita, con el cielo y el monte, con el sudor ya pálido.

jueves, 8 de octubre de 2009

NICE TO MEET YOU (II)

Es verosímil que la mente no le ande a la zaga y que no esté muy alejada de sus pensamientos pues fue despertarme, sentarme en otro sillón y se me desvelaron varios sueños que tenían que ver con algún culo. No los desvelaré todos pero sí alguno de ellos.

En una extraña mezcla que no sabría bien cómo se pudo llegar a conseguir, vi asomándose el culo de la ilustre fondona de Amarcord sobre el cuerpo del joven muchacho que la aupaba en sus brazos, vi que alguien perdía el culo por llegar a una cita de extraños invitados, reconocí los esfuerzos que alguien hacía por intentar conseguir sentar su culo en cualquier consejo de administración, al lado de tanto culo inquieto por no perder su asiento ni el rellano de sus amplias posaderas; y siempre con el culo haciéndosele gaseosa cuando le anunciaban los rendimientos de su capital, seguramente porque conocían bien el dicho de que “lamiendo el culo subió Miguel y ahora le lamen el culo a él.”

Muy bien se conocía que no eran precisamente el culo del mundo y que nadie los había mandado a tomar por el mismo sitio. Aunque más de uno se hubiera sentido satisfecho y hasta hubiera dejado exhalar algún suspiro de regusto. A algunos los vi caminar deprisa, como tomados del azogue, al rebufo de algún culo, como pensando en lo inicuo que resultaría que aquel balón tan redondo pasara un poco de hambre. Qué ligereza, que ritmo y qué menudeo en sus pies por aquellas cuestas arriba.

Alguien se arrancó con sus frases hechas y dejó al culo sentado y contento, como espectador interesado en sí mismo:

No existe culo honrado, solo existe culo mal trabajado.

Quien quiera peces que se moje el culo.

¿Qué tiene que ver el culo con las témporas?

Como come el mulo, así caga el culo.

Al niño y al mulo, en el culo.

Por muy alto que sea el trono, siempre será más alto el trono que se siente en él.

Y así continuó hasta que apareció el aspirante a filósofo con su cuarto a espadas, blandiendo en el aire las densísimas sustancias del culo:

Pienso, luego existo. ¿Veo un culo y también existirá?

El culo y las teorías sobre la esfera terrestre.

El culo y el fin del mundo.

¿Realmente piensa el culo?

Teorías sobre la esfericidad del culo.

Tangentes y secantes en la esfera del culo.

¿Encular es similar a comer chorizo del bueno, de tripa cular?

Teorías sobre el movimiento cular.

La sociedad masculina y sus implicaciones en la obesidad.

Y allí lo dejé pensando y resoplando en su mente y en su cuerpo, mientras aparecían otros personajes perorando sobre taxonomías y usos del culo. Tengo que confesar que los sueños fueron muchos, largos y muy divertidos, y que casi todos tengo que guardármelos para intentar conservar el buen nombre del culo y de todos los culistas que en el mundo han sido y serán. En realidad, aún ando mirando con atención mi culo por si puedo hacerlo objeto de una buena tesis doctoral que me libere de tanta duda existencial como abrigo en él. La decisión y el esquema de trabajo me llevarán varias semanas y, de momento, prometo reposo y reflexión. Veremos.

miércoles, 7 de octubre de 2009

NICE TO MEET YOU

Parece mentira que hallazgos tan diminutos y tan mostrencos como el de hoy no se produzcan en mi vida con mucha más frecuencia.

He acabado de comer y con alguna prisa me he repantigado en el sillón de mi salón de estar. Me acoge cada día durante unos ratos en los que mi mente se distrae con imágenes de la caja tonta o almacena imágenes extraídas de cualquier libro, aunque para este menester utilizo con más frecuencia el sillón de mi terraza.

De pronto observo que es el sillón mi mejor amigo, el cuenco en el que deposito todo mi cuerpo, en el que me sumerjo dejando solo a flote la última parte de mi calva y la extensión de mis piernas enfundadas en el casco de las zapatillas, ya de invierno en estos días de prematuro otoño. Y, aun así, el suelo sigue estando sólido; hay una cota que no traspaso por más que mi cuerpo pese a estas horas un poco más por su gravidez, por el cansancio, por el sueño y por las ganas de desplomarme en el olvido.

¿Qué está pasando? Me muevo y articulo mi cuerpo en otra posición quebrada y lacia en la que mis brazos y mis piernas se han desplazado y han buscado otro ángulo, mis espaldas acaso ya no dibujen una línea demasiado recta y mi cabeza se incline hacia el abismo izquierdo.

Mas algo permanece inmóvil, en su sitio, plantado y bien enraizado, caliente y suspendido en gravedad total. ¡!Es el culo!!, señor y conde-duque del lugar, dueño de la situación, experto en solideces, nivelador perfecto de todos los mullidos.

Al sillón lo acoge un suelo sólido, de parquet bien picado, y una alfombra dorada con cuadros y arabescos que lo saluda y acompaña en sus trabajos diarios. Y lo ampara un tresillo, testigo aventajado de su poder persistente.

El culo lo domina y lo moldea según sus cualidades. Un movimiento enérgico de este lo conmueve y lo llena de tristeza; y una sentada dócil lo anega de ternura. Sus apoyabrazos son los palcos desde donde mejor se presencia el teatro de operaciones.

A veces me levanto y observo la estructura de este amable hospedaje, pienso en los culos que acoge mi sillón, culos prietos o ajados, fofos o recargados, resúmenes de risas o mares de lloros y de llantos. Entonces él (¿quién?) me mira; porque decir que ve es cosa excusada y no hay más que decir, y me declara su poder de pensamiento tan alto como el de la mente, desde su estar sereno y reposado. Yo dudo de si la mente pensará como él y como el sillón, de si serán todos uno y uno todos. Él me asegura que sueña y que en sus sueños aparecen imágenes de todos los colores y de toda estirpe para el resto de los sentidos. Y me confía que el sillón no permite compartir con otros semejantes los espacios, que no hace distinción entre seres humanos y que a todos los acoge dispuesto a hacer amigos.

Mi mente pierde pie en estos devaneos y se va de viaje con los sueños, pensando que ese culo, después de un corto tiempo, necesita salir a ver el aire, a descubrir paisajes y a escuchar otros sones de la calle. Entonces me dirijo a mi terraza, donde me aguarda otro de mis sillones favoritos, o me acerco a esta máquina, para dejar constancia del valor importante de este culo en la estructura interna que me habita. Nice to meet you.

martes, 6 de octubre de 2009

UNA VENTANA AL CAMPO

Una de las imágenes que me producen más desconcierto y más deslumbramiento es la que creo en mi imaginación pensando en el momento en el que el ser humano fue capaz de articular los primeros sonidos. Si el tiempo existe y tiene partes, este hito resulta sin duda el de más relieve, el que tiene que quedar enmarcado para los restos. La capacidad de articular y de simbolizar nos hizo a todos dioses de verdad.
Pero las palabras articulan sonidos con el fin de dar nombre a las cosas. A las que previamente existían y a las que se tienen que crear, física y mentalmente, a partir de las palabras.

Platón repasa en su Crátilo -como siempre, en boca de Sócrates; o al revés, si se prefiere- muchísimas etimologías, como en un divertido juego que consiste en buscar orígenes causados a las palabras, formulaciones fijas a partir de las cosas, nombramientos inevitables desde la naturaleza de las cosas. Más tarde defiende el convencionalismo y la arbitrariedad del signo y, al final, termina con la duda aplicada a ambas teorías. Leer este Diálogo se convierte en una fiesta. Sócrates ya sospechaba de la endeblez de sus afirmaciones referidas a este asunto, pero es que el hombre no daba pie con bolo como se ha demostrado más tarde. Ni siquiera este sabio entre los sabios se libró de meterse en camisa de once varas en lo que a etimologías se refiere.

Esta es una absolutamente peregrina. Está tomada del Crátilo: ”Este nombre de ánthropos significa que los demás animales no observan ni reflexionan ni “examinan” (anthrei) nada de lo que ven; en cambio el hombre, al tiempo que ve -y esto significa ópope-, también examina y razona sobre todo lo que ha visto. De aquí que solo el hombre, entre los animales, ha recibido correctamente en nombre de ánthropos porque “examina lo que ha visto” (anatron ha ópope)”.

Y se queda tan fresco. O sea, primero las cosas, y después nombre obligado porque está en la naturaleza de esa cosa llamarse de esa manera. Y es que, así visto, hasta suena bien. Así que entre Sócrates, la Torre de Babel y San Isidoro nos han dado ejemplos para la diversión de todo tiempo por mucho que algunos creamos mucho en la importancia de las onomatopeyas.

Pero lo que realmente se dilucida en el Crátilo no es la sabiduría -extraordinaria, sin duda- de Sócrates y de Platón sino si existe realmente alguna posibilidad de representar con certeza la naturaleza y los atributos de las cosas a través de las palabras y si en verdad la realidad existe fuera de las palabras o realmente la naturaleza no es otra cosa que la visión de ella a través de las palabras. Y esto sí que tiene enjundia filosófica, ética, moral, social y política.

Si la última y mejor (acaso única) aproximación a la realidad solo se produjera por el conducto de las palabras, la precisión de estas resultaría imprescindible. Y como esta precisión siempre va a ser mejorable, ¿no se deduce de aquí una necesidad absoluta de intento de comprensión (no de respeto ni aceptación, que a eso no hay necesidad de llegar) de todas las manifestaciones que se realizan a través de las palabras y, sobre todo, de las personas que las pronuncian?

¿Y el canon dónde queda con esta visión? ¿Y la crítica literaria?

Es solo una ventanita al sol que pide paso en un día diáfano del otoño bejarano, por ejemplo. Pero estas son solo treinta líneas. Por si sirve para pensar en algo. Vale.

lunes, 5 de octubre de 2009

APUNTE EN NEGRO III




EL TIEMPO EN UNA ARRUGA

Habéis visto esas manos atrapadas
entre las otras manos? Hay arrugas
asomadas a todas la ventanas,
alzadas a la vista de la vida,
sorprendidas en gestos. No descansan
de amasar en las horas y en los días.

Yo sé de la sorpresa
de los primeros meses, cuando hay dedos
que se agarran, aún trémulos,
a otros dedos amigos. No hay en ellos
cautela, solo seguridad y tacto
de otra piel más curtida.

¡Después es tanto el roce contra el aire,
contra el tacto rugoso de los días,
es tanto el porvenir y tanto el peso
de los tiempos vividos…!

Es el tiempo el grosor de esas arrugas,
la alegre simetría de las risas,
y esa franca mirada de la anciana
que inventa, satisfecha,
las risas y miradas de las otras caras.

Cien años de miradas y de risas,
el tiempo se adormece en una arruga.

domingo, 4 de octubre de 2009

EL EJEMPLO DE "MARCOS ANA"

Después de un largo paseo, perdido y hallado en la luz diáfana del otoño bejarano, con la atmósfera limpia después del primer día de lluvia, cansado de hollar por los llanos de Valdesangil, he asistido (en mis apuntes originales fue ayer) a la entrega del octavo Premio de la Libertad, que concede y entrega la Agrupación Socialista Bejarana. Es la segunda parte de las actividades que tienen que ver con los hechos acaecidos en esta ciudad en 1868; la primera fue la de la ofrenda el día 28 de septiembre y mi discurso, y de ella ya dejé constancia y palabras.

No me considero el padre de esta idea, pero sí uno de sus parientes más próximos. He participado prácticamente siempre en su organización y en su realización y, acaso por eso, en esta ocasión, me he encontrado como un poco huérfano porque nadie me ha preguntado nada ni me ha pedido nada, salvo a última hora Marina. Pero esto es asunto personal e importa menos. Lo fetén es que esta actividad continúa y una vez al año un buen grupo de personas se reúne en torno de una persona o de representantes de algún colectivo que se han hecho notar por sus actividades en pro de la libertad, esa palabra tan polisémica y de resonancias tan hondas. De nuevo el acto ha resultado brillante y felicito a todos los que han intervenido.

Hoy nos reuníamos en torno de un hombre salmantino de nacimiento y, como casi todos, madrileño de vida y no sé si de adopción, que pasó más de veinte años en las cárceles franquistas y que toda su vida la ha pasado proclamando sus ideales por el mundo. Se llama Marcos Ana -es su nombre de “guerra”-, va a cumplir noventa años y conserva unas energías que hunden, por comparación, en la miseria a cualquiera. A mí desde luego. Es tal su torrente de ideas, su acumulación de palabras, su fuerza expresiva y su fuerza interior que puede estar hablando todo el tiempo que quiera sin necesidad de guiones ni de ningún apoyo, y siempre con la atención del público embebida en su muleta emocional.

Su situación vital se ha visto después favorecida por el hecho de pasar a ser uno de los representantes más cualificados de todo ese mundo sórdido de presos condenados a muerte, que pasaron muchos años en prisión y que terminaron por ser formalmente indultados. Desde ahí a la categoría de símbolo no hay más que un paso y depende de los otros, no del propio personaje.

Pero sí está en sus manos la labor de compartir con los demás, con toda la intrahistoria de personajes perdidos, los loores y los homenajes. Y a fe que se esfuerza en proclamarlo públicamente. Y en animar con entusiasmo a la reconciliación siempre y jamás a la revancha ni a la venganza -¿Es que nadie quiere darse cuenta de que los perdedores son casi siempre los que menos invocan la venganza cuando teóricamente ya están en situación positiva: sin duda porque tienen la victoria emocional con ellos y eso les llena de fuerza y les basta?- Eso le honra mucho más.

Él mismo dice sentirse un ser en el fondo privilegiado por poder ser el portaestandarte de toda la legión de silenciados y de silenciosos, no solo por la dictadura franquista sino por todos nosotros, tan dados a la figuración y al estrellato fugaz de cualquier tonto.

Sus experiencias y sus inquietudes poéticas las tiene recogidas y publicadas. Yo no las conozco aún pero ya estoy deseando sumergirme en sus páginas. Marcos Ana es, sin duda, un “poeta necesario” y yo quiero conocer la concreción de sus visiones y de sus pensamientos. En el acto se leyeron algunas de sus composiciones y a mí me pareció que apuntaban muy buenas maneras. Creo que pronto presentará aquí su libro. Yo tengo que adquirirlo antes.

Cualquier exceso menor se le puede permitir a una persona que ha dado y sigue dando testimonio de sus ideas sociales con esa fortaleza a sus casi noventa años. Mis felicitaciones para él y para todo lo que representa.

Ya sé que todo esto puede parecer que mira sobre todo para atrás; yo, en cambio, pienso que apunta fundamentalmente hacia el futuro y que nada puede ser futuro si no es con la mirada puesta en el cambio y en el progreso social.

N.B. Y hoy se murió La Negra. Seguro que lo ha hecho dando "Gracias a la vida". "Drume, drume, negrita", yo velaré tus sueños. Y da recuerdos a Alfonsina Storni.

sábado, 3 de octubre de 2009

TRES PIJOS ESENCIALES (NUEVO APUNTE EN NEGRO)


Con sus chaquetas limpias,
hundiendo los botones con sus manos
en los trajes de Armani,
como si desfilaran satisfechos
después de haber yacido en baja cama.

Ojos altivos, rostros
con aire triunfador, perdonavidas,
los brazos encuadrados
en rasgo figurón, el cuerpo erguido.

Vicente Rambla, Camps, Ricardo Costa,
¿qué miran estos tipos gilipollas
desde su alfombra roja?,
¿a cuántos desafían?

Sus corbatas azules,
su color siempre azul
y azules sus miradas.

Ese pijo esencial, Ricardo Costa,
¿a quién perdona, el pobre?,
¿Camps a quién desafía?

Que sea real lo del ojo de la aguja,
que el olvido los llame y los olvide.

N.B. Otro divertimento del mismo rato libre que el de ayer. Pero a este no le quito ni le pongo nada aunque pasen los días.

viernes, 2 de octubre de 2009

APUNTE EN NEGRO



APUNTE EN NEGRO

Tres tristes tigres y una mujer chigre
saludan a los cuernos de la luna
y sonríen, pazguatos. Los delata
esa cara de risa pendulona
movida por la fuerza del azogue
que no los deja quietos ni un instante.

Hay tres que se despiden, satisfechos,
como descojonándose de todo,
despreciando la oferta y numerando
hasta cinco razones de sus risas.

El otro simplemente la desprecia,
se vuelve a sus zapatos y murmura:
"todo es al fin falaz, todo es teatro".

Unos días de ilusión, de embaucamiento,
de pensar en las hadas y en los cuentos,
unas horas de asueto y vuelta al tajo.

N.B. Me entretuve esta mañana en este divertimento, poniéndole pie a esta foto que aparecía en portada de un periódico ayer mismo. No tiene mucho más valor que el de la ironía.
Esta tarde me entero de lo de las olimpiadas. Y ahora sí que me parece que tiene bastante más alcance. Venga, tíos, a morirse de risa y a otra cosa.

jueves, 1 de octubre de 2009

"NUNCA SERÉ TU HÉROE"

Palabras de un libro de literatura juvenil:

-En tu época no la (una carrera) necesitabais.

-Eso es cierto; pero, en cambio, no teníamos tantos medios a nuestro alcance para aprender idiomas, ni para hacer deporte, ni teníamos ordenador…

-Esa es la trampa. Hoy nos exigen que nos convirtamos en héroes, héroes de una sociedad que nos machaca, nos oprime y nos pone todo tipo de trampas. Una sociedad que nos educa para el consumo y nos lanza directamente al paro. Una sociedad donde siempre triunfan los pelotas y los que mejor engañan. Una sociedad que solo se preocupa de que las cosas sigan como están, pero que nosotros estamos dispuestos a cambiar.

-…Si uno trabaja de firme…

-¿Trabajar? Pregúntales a toda esa pandilla de sinvegüenzas que andan por ahí sueltos cómo consiguieron el dinero. Además, eso es lo que me subleva, que lo más importante en la vida sea trabajar para conseguir dinero. Ese producir y consumir continuo le hace a uno sentirse como un robot.


Se trata de un diálogo entre un padre y su hijo, un adolescente. Y aparece en el mismo libro del que recogía mi reflexión y mi crítica de ayer.
Hoy lo hago por razones absolutamente contrarias; lo hago como muestra de síntesis, como diana perfecta de lo que me parece el mal principal de esta sociedad y de la formación de sus jóvenes. Salvo el uso de “donde” en “una sociedad donde”, suscribo y subrayo todo hasta el último detalle.

Me marcho a lomos de mi imaginación hasta mi infancia y me veo colocado en la calle estrecha, aunque infinita para mis cortos años, con mi lata llena de brasas en el invierno, con la leche en polvo y aquellos niños hambrientos aguardando impacientes la esquila que llamaba a filas para tomar la leche en polvo; me sitúo en el aula, con aquel mapa de España y las mesas alineadas frente a la del maestro, rayadas y ajadas, con sus tinteros a medias, asientos diarios de la pizarra y el pizarrín que Fernandito nos traía de las laderas… Y parece que me he ido hasta el origen de los tiempos.

Pero eso ahora es nostalgia y debo volver la vista hacia el presente.

Los muchachos se agobian (los hay que no dan golpe, por supuesto: sobre todo antes -muchos más que ahora- pues solo acudían a los centros los más privilegiados), se ven desde bien niños entre lobos que enseñan sus zarpas y asustan, como si de religión se tratase, castigando con la condena eterna, con comparaciones continuas, con ocupaciones infinitas, con reglajes al minuto, con recordatorios constantes.
Y todo por maldita comparación pues, en cuanto la regulación y vigilancia social se relaja, todo se queda en nada, como mejor muestra de que todo se hacía por mandato externo y no por descubrimiento agradable y provechoso. ¿Qué otra cosa, si no, es un sistema de notas que deja al aprobado en total relajación para los restos y asustado al que no ha pasado esa barrera de los dos folios?

Estudia, estudia, estudia. ¿Para qué¿ ¿Para sobrevivir mejor? ¿Está usted seguro de lo que dice? De momento, esa obsesión que me tiene hasta los veinticinco años pendiente solo de unas notas me arrebata entre un cuarto y un tercio de la vida y me tiene en un sinvivir. Y, si todo va “bien”, ¿qué consigo yo con esto, “situarme bien en la vida”? ¿Está seguro de lo que dice? ¿Y todo ese atajo de inútiles y vagos que andan forrados sin haber dado ni golpe, solo tocados por la varita mágica de una familia rica o por un golpe de suerte? ¿Por qué tengo yo que ser un subproducto infinitesimal del monstruo del consumo, que me asusta, que me grita, que me empuja, que me llama sin cesar, que me atosiga, que me hace esconderme y blasfemar contra él cada minuto?

Claro que soy un héroe si me resisto por un minuto a seguir el reclamo de este sinsentido, de este caos abismal, de esta jauría infinita, de esta imbecilidad sideral.

Pero mis fuerzas son escasísimas y el monstruo es formidable. Tengo miedo y me escondo. Peor lo tienen estos pobres muchachos, los que se someten a su esclavitud y los que abandonan y pasan a formar en el ejército de “fracasados”, todos. Yo no seré nunca héroe para nadie, ni para los triunfadores en este sistema de competición inacabable ni para los que abandonan y deciden hollar otros caminos: no tengo fuerzas en mi mente para esta competición y mis empujes físicos van disminuyendo. No es poco que grite en público que conmigo no cuenten. Ya tienen Ronaldos, banqueros, esclavos agradecidos, sátrapas celestiales y forrados por todas partes. Son legión.

N.B. Y, por favor, que no venga ningún mal lector a decir que aquí se está incitando a no estudiar y a no trabajar.
Ah, y, por cierto, hay tantas cosas agradables que no cuestan dinero…