Después de un largo paseo, perdido y hallado en la luz diáfana del otoño bejarano, con la atmósfera limpia después del primer día de lluvia, cansado de hollar por los llanos de Valdesangil, he asistido (en mis apuntes originales fue ayer) a la entrega del octavo Premio de la Libertad, que concede y entrega la Agrupación Socialista Bejarana. Es la segunda parte de las actividades que tienen que ver con los hechos acaecidos en esta ciudad en 1868; la primera fue la de la ofrenda el día 28 de septiembre y mi discurso, y de ella ya dejé constancia y palabras.
No me considero el padre de esta idea, pero sí uno de sus parientes más próximos. He participado prácticamente siempre en su organización y en su realización y, acaso por eso, en esta ocasión, me he encontrado como un poco huérfano porque nadie me ha preguntado nada ni me ha pedido nada, salvo a última hora Marina. Pero esto es asunto personal e importa menos. Lo fetén es que esta actividad continúa y una vez al año un buen grupo de personas se reúne en torno de una persona o de representantes de algún colectivo que se han hecho notar por sus actividades en pro de la libertad, esa palabra tan polisémica y de resonancias tan hondas. De nuevo el acto ha resultado brillante y felicito a todos los que han intervenido.
Hoy nos reuníamos en torno de un hombre salmantino de nacimiento y, como casi todos, madrileño de vida y no sé si de adopción, que pasó más de veinte años en las cárceles franquistas y que toda su vida la ha pasado proclamando sus ideales por el mundo. Se llama Marcos Ana -es su nombre de “guerra”-, va a cumplir noventa años y conserva unas energías que hunden, por comparación, en la miseria a cualquiera. A mí desde luego. Es tal su torrente de ideas, su acumulación de palabras, su fuerza expresiva y su fuerza interior que puede estar hablando todo el tiempo que quiera sin necesidad de guiones ni de ningún apoyo, y siempre con la atención del público embebida en su muleta emocional.
Su situación vital se ha visto después favorecida por el hecho de pasar a ser uno de los representantes más cualificados de todo ese mundo sórdido de presos condenados a muerte, que pasaron muchos años en prisión y que terminaron por ser formalmente indultados. Desde ahí a la categoría de símbolo no hay más que un paso y depende de los otros, no del propio personaje.
Pero sí está en sus manos la labor de compartir con los demás, con toda la intrahistoria de personajes perdidos, los loores y los homenajes. Y a fe que se esfuerza en proclamarlo públicamente. Y en animar con entusiasmo a la reconciliación siempre y jamás a la revancha ni a la venganza -¿Es que nadie quiere darse cuenta de que los perdedores son casi siempre los que menos invocan la venganza cuando teóricamente ya están en situación positiva: sin duda porque tienen la victoria emocional con ellos y eso les llena de fuerza y les basta?- Eso le honra mucho más.
Él mismo dice sentirse un ser en el fondo privilegiado por poder ser el portaestandarte de toda la legión de silenciados y de silenciosos, no solo por la dictadura franquista sino por todos nosotros, tan dados a la figuración y al estrellato fugaz de cualquier tonto.
Sus experiencias y sus inquietudes poéticas las tiene recogidas y publicadas. Yo no las conozco aún pero ya estoy deseando sumergirme en sus páginas. Marcos Ana es, sin duda, un “poeta necesario” y yo quiero conocer la concreción de sus visiones y de sus pensamientos. En el acto se leyeron algunas de sus composiciones y a mí me pareció que apuntaban muy buenas maneras. Creo que pronto presentará aquí su libro. Yo tengo que adquirirlo antes.
Cualquier exceso menor se le puede permitir a una persona que ha dado y sigue dando testimonio de sus ideas sociales con esa fortaleza a sus casi noventa años. Mis felicitaciones para él y para todo lo que representa.
Ya sé que todo esto puede parecer que mira sobre todo para atrás; yo, en cambio, pienso que apunta fundamentalmente hacia el futuro y que nada puede ser futuro si no es con la mirada puesta en el cambio y en el progreso social.
N.B. Y hoy se murió La Negra. Seguro que lo ha hecho dando "Gracias a la vida". "Drume, drume, negrita", yo velaré tus sueños. Y da recuerdos a Alfonsina Storni.
domingo, 4 de octubre de 2009
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2 comentarios:
Antonio, compañero en todos los sentidos. Siento todo lo que deba sentir y me alegro por todo lo que me tenga que alegrar. Te eché de menos, pero me encantó verte y abrazarte.
Un beso
Buenas noches, Don Antonio Gutiérrez Turrión:
- Mañana me dedicaré a leer despacio las últimas entradas de su blog.
- He visto que estuvo en el Premio de Marcos Ana, y que colaboró en su preparación.
Saludos. Gelu
P.D.: Cuántas canciones maravillosas nos ha dejado Mercedes Sosa, con su voz fuerte de terciopelo.
..."Tú drume, negrita
si te duerme voy a hacé
una cunita
que va a tener capitel
que va a tener cascabel"...
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