jueves, 7 de agosto de 2008

SON CARAS DE LA VIDA


Las circunstancias mandan, claro, como siempre. Y en estas de ahora mismo busco acomodo. Lo necesito más mental que físico. Por el momento. Procuro descubrir por las mañanas como un Centro de Día donde estirar las piernas y la mente, donde tener certeza de la vida. Por eso suelo hacer ahora, en los días que puedo, lo que no recuerdo haber hecho antes a esas horas, salgo a tomarle el pulso al parque y a sus gentes. Y claro que descubro que hay más gente que ancianos. En este mes de agosto, los niños son paisaje con sus padres y con sus abuelos. Han adaptado un cuadrante para juegos de niños. Lo que se ha quitado en césped, se ha ganado en juegos. Me gusta ver sus caras con sonrisas, llenas de vida, dando una sonoridad al parque extraordinaria. La vida se desparrama y no deja sitio libre.

Al menos en el parque. Acaso por contraste con las tardes, un poco más con cielo encapotado. Es la vida en duermevela, es la vida que empuja y la vida que cede. Así las cosas.

Y anoto de pasada, como todo lo que anoto en los últimos días, los versos en la tarde de la Antigua. Con Luis Felipe Comendador, con Antonio Sánchez Zamarreño y con Mercedes Marcos. Los cuatro dejamos notas de nuestro hacer poético ante un grupo heterogéneo de personas. Leer poemas al atardecer siempre resulta agradable, espero que escucharlos también. Me sentí muy a gusto en aquel sitio, aunque enseguida tuve que poner rumbo hacia mi casa. Hoy es ocho de agosto.

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