domingo, 25 de julio de 2010

LADRONES DE GUANTE BLANCO

Tuve oportunidad anoche de alargar mi tiempo mirando a la caja tonta. Presencié dos conversaciones, debates, alborotos, bullas, jaleos, follones, guirigays, pendencias, grescas, revueltas… Cualquier cosa menos un intercambio educado y razonable de opiniones e ideas.

En uno de ellos se vociferaba acerca de la situación laboral y social de los controladores aéreos; en el otro, dos periodistas se ponían a caer de un burro cuando la intención inicial era explicar las razones reales que podrían haber existido para la expulsión del periodista entrevistado de un periódico conocido: El Mundo.

Creo que ambos casos son buena prueba del nivel en el que se mueve el grueso de esta sociedad, nivel que tan bien les viene y les conviene a los medios de comunicación para engatusar al grueso de sus espectadores y lectores.

Dos datos que se manejaron: a) Con tres horas extraordinarias de un controlador se podía pagar la mensualidad de un mileurista (hay que recordar que hay muchos, muchísimos, trabajadores que no ganan esa cantidad). b) Al periodista al que se le iba a entrevistar (allí no hubo ni entrevista ni nada), le han indemnizado al menos con 750.000 euros (se habló hasta de tres millones). Una simple cuenta nos da, en el caso de menor cantidad, un periodo de más de cincuenta años de trabajo (más que toda una vida laboral) par que un mileurista llegara a ganar ese dinero.

En ambos casos el empeño parecía encaminado a demostrar si se estaba o no dentro de la ley siempre y, como mucho, se advertía de la situación de poder en la que se encontraban los aludidos y la aparente contradicción en la que incurrían los del colectivo al quejarse ahora de situaciones en las que, hasta ese momento, se hallaban tan contentos por los beneficios económicos que conseguían. En el caso del periodista, todo derivó en un enfrentamiento personal entre dos antiguos compañeros que habían sido colegas en el mismo medio y que ahora solo rezuman inquina y rechazo personal, casi como lo que hace cada día el periódico en el que han trabajado .

Debo de estar un poco sordo y andar un poco cegato, pero no oigo ni veo nunca que haya personajes de tertulia y entrevista que, serenamente, pongan encima de la mesa las injusticias de base de las que se parte. ¿Qué tiene de especial, como persona, un controlador o un periodista frente a cualquiera de nosotros? ¿No tenemos todos los mismos derechos y las mismas obligaciones en una sociedad democrática y humanitaria? ¿Cómo se pueden permitir, entonces, estas desigualdades económicas y de vida?

Vámonos a lo social y a esa zarandaja de las responsabilidades. ¿Los controladores, o el periodista, han recibido mayor y mejor formación que otros muchísimos miles de ciudadanos para desempeñar su trabajo? Parece evidente que no. ¿En qué se fundamenta, entonces, esta diferencia escandalosa? ¿Acaso en la responsabilidad que se les encomienda? Pues no me salen las cuentas. ¿De verdad que un controlador tiene más responsabilidad que un médico que sana o deja morir a un enfermo? ¿En serio que yo no contribuyo a la salud de la sociedad con una buena o mala educación de los ciudadanos, que nos dan o nos quitan después conflictos de todo tipo si son bien educados? ¿Los albañiles que se levantan a las seis de la mañana y que se cuecen en un andamio no se estresan? ¿Los autónomos que ven día a día peligrar sus pequeños negocios no sufren ansiedad? ¿Los periodistas que no se dedican al amarillismo y a la demagogia, como los del periódico del susodicho, no tienen perdón de Dios y hay que mandarlos al ostracismo y al olvido?

Y gritaré de nuevo que no pienso dejarme engañar por esa filfa de lo público y de lo privado. ¿No reciben ayudas los medios de comunicación desde el Estado? ¿Los anunciantes no repercuten ese dinero que les cuesta la publicidad en sus productos, que luego tengo que comprar yo? Por lo tanto, ¿no soy yo siempre el pagano, en lo público y en lo privado? ¿Alguien conoce alguna empresa importante que exista sin la publicidad? Que engañen a los analfabetos, yo aspiro a razonar un poco y me siento insultado cada vez que oigo pseudorrazonamientos como estos.

Qué falso de toda falsedad todo. No insulten ni a la buena voluntad ni al sentido común, por favor, no sean ladrones de guante blanco.

Hay que plantearse el sistema de una puta vez. Y ser radical, o sea, plantearse las raíces y ver la forma de plantar de nuevo el jardín. Si no, todo se queda en la superficie y en las formas. En la base tiene que volver a estar el ser humano, con derechos y deberes, con las mismas posibilidades, y con el esfuerzo de todos para todos, no con el enfrentamiento como lema. Porque, vuelvo a repetir, todos ellos, no faltaría más, están dentro de la ley. Como para no ser gente de orden. Y de derechas, naturalmente, que hay que conservar lo que se tiene y seguir montaditos en la ola, que nos va muy bien.

De este modo, todo se nos va en humo y en palabrería, en aparente libertad de expresión… Y todo queda justificado para que todo siga como está. Coño.

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