lunes, 26 de julio de 2010

EN EL MOMENTO OPORTUNO

Por mis manos y mis ojos han pasado páginas de todas las facturas. A veces he pensado que leía hasta los papeles del váter. Esta manía me ha perdurado hasta casi ahora mismo. No estoy seguro de que ya no continúe sin solución de continuidad hasta que los ojos me aguanten. Sé muy bien que cada edad tiene sus lecturas, pero lo que no todo el mundo conoce es que las edades no son las mismas para todas las personas.

Mi llegada a la lectura fue muy peculiar y muy tardía. En mis años de estudios universitarios anduve bastante condicionado por las exigencias académicas pues las becas restringían libertades y excesos. Por entonces no me reconozco tampoco como un potro salvaje precisamente. Después ya fue todo distinto.

A cierta edad uno debería releer un poco más y acostumbrarse a comprender que los creadores más jóvenes van abriendo caminos nuevos y deslindando realidades distintas que no siempre me pertenecen.

Mis obligaciones académicas me han mantenido en las perspectivas últimas por la obligación de seguir con mis alumnos rompiendo esos campos nuevos y de no desengancharme de sus inquietudes. Tal vez desde ahora será ya diferente pues nada me obliga ni me acucia.

He dedicado un rato a la relectura de los Pasos, de Lope de Rueda. El personaje y la obra figuran en cualquier manual y se hacen representantes de ese primer teatro que se suelta de las ataduras clásicas y se instala en la verdad última del teatro en todos los tiempos: el simple asunto de divertir y de hacer pasar un rato.

No encuentro en ellos ni un solo valor más, aunque el que he apuntado antes no es pequeño, sobre todo como lenitivo para las comunidades que necesitan alegrías inmediatas y que no son capaces de frecuentar espacios de pensamiento. Tengo la certeza de que cualquier joven estudiante podría componer un par de ellos por semana y no desmerecerían. Hoy Lope de Rueda sería un mal entretenedor de marujonas y de analfabetos con sus escenas groseras y simplonas. Por supuesto, no me olvido de que él vivió en el S XVI y de que aquella realidad era bien diferente. Que me perdone por un juicio tan severo.

¿Qué ocurrió para que aquellos estén en la historia y todos los demás en el olvido?
Quizá sencillamente aquello de estar en el momento oportuno y en el lugar adecuado. Lo primero siempre tiene el plus de lo novedoso y de cualquier indicio se extrae un dogma casi.

Sospecho -más bien ando convencido de ello- que eso mismo ocurre con casi todo en la vida. Si esto fuera acierto, convendría aconsejar que nadie se descuide en la búsqueda de los ambientes propicios en los que su actividad se vaya a desarrollar para que esta tenga éxito.
Me apena escribir estas palabras, porque es renunciar a casi todos los principios y entregarse sin condiciones al marketing y a la apariencia, pero no sé si quedan más remedios.

Se me caen de las manos los ejemplos de hechos y de personas que tienen una suerte absolutamente desigual en la vida, siendo así que sus esfuerzos y sus actividades resisten cualquier comparación entre ellos.

Algunos, para más inri, son, además, engreídos y muy desagradecidos.

1 comentario:

PENELOPE-GELU dijo...

Buenos días, profesor Gutiérrez Turrión:

Hay gentes valiosas que nunca participarán de pastel alguno. Es más, nunca tendrán acceso a los convites -cuyo pago, además, nunca sale del bolsillo de quienes los disfrutan- que ya se encargan los triunfadores y trepas de cada momento de cerrar bien las puertas, para que no les estorben quienes pueden hacerles sombra y no pertenecen a su clan.

Trabajo en balde, pues deberían saber que algunas de las personas, a las que se les impide el acceso, nunca aceptarían entrar a ciertos banquetes, ni envidian la comilona, ni aceptarían entregar su libertad ni su pensamiento, como intercambio de favores.
Les gustan sus comidas sencillas, y si algo llegan a envidiar es el talento, del que ellos suelen carecer. Y están acostumbrados a ser humildes y agradecidos. Y es que el ser bien nacido no depende de la calidad de la cuna, sino de la buena madera que hay dentro de cada persona.

Saludos. Gelu