Hoy fue otro día con Sara. Porque yo di mis clases pero mi mente andaba en otro sitio. Y, nada más comer, nos fuimos a su lado. A su lado y al de Merce y Miguel Ángel, los padres primerizos que están como asustados de contentos. Y allí pasamos horas contemplándola, sintiendo la hermosura de la vida, soñando muchas cosas, acaso demasiadas. Le dejé este poema-nana improvisado para que se durmiera. Aún no puedo achucharla demasiado: temo que se me rompa. Es tan tierna y tan frágil… Anda tanteando todo a su manera, probando los compases de la vida. Pero es mejor que duerma. A ver si la ayudamos.
NANA PARA DORMIR A SARA
Duérmete, niña mía,
que ya es muy tarde,
y se enfada la luna
si te ve al aire.
Si tus ojos me miran y ven mis ojos
tiernamente mirándote,
duérmete, niña mía,
que te ve el aire.
Si me has dado permiso
para besarte,
duérmete, niña mía,
que ya es muy tarde.
Yo velaré tus sueños
sin despertarte.
Duérmete, niña mía,
que te ve el aire.
Duérmete con tus sueños
y con mis sueños.
Duérmete, niña Sara,
duérmete, duérmete.
jueves, 4 de junio de 2009
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