martes, 16 de junio de 2009

MI MENTE YA ESTÁ EN ELLO

La vida va de golpe en golpe y de meta en meta. No hay tregua. Ni falta que hace, que los tiempos muertos me parecen materia vacía y yo tengo eso que pedantemente se llama horror vacui. No es ninguna tontería. Me gustaría mucho disfrutar de unas horas tumbado en la cama o encima de la yerba, mirando a la sierra o simplemente pensando. Y me gustaría sentirme sin prisas en esos momentos y sin necesidad de buscarle utilidad a nada, sin necesidad de mirar el reloj y sin tener la sensación de que me aguarda alguna cosa que realizar. En el fondo, es otra vez el asunto ese del tiempo que tanto me puede y me sustrae.

Pero hay que seguir, hay que seguir. Después de esta semana tan densa de exámenes, de suspensos (los menos) y de aprobados (los más), ya me llaman otras cosas. Tengo que ponerme con mis preparativos para el viaje casi iniciático al monte Athos. Queda poco más de una semana y hay que empezar con mochilas, toallas, mudas, cámaras y todo un vademécum que el bueno de Jesús se encarga de recordarme mientras yo me dejo llevar por el empeño que pone en todo. Me tiene que caber todo en la mochila, que el camino es camino y no carretera, que vamos a andar y no a dejarnos llevar, que nos vamos a sumergir en los lugares de los mitos griegos, de las leyendas puras, de los primeros vagidos de la historia de Occidente, a ver las playas de la diosa Atenea y los laureles en los que quedó disfrazada Dafne. Acaso nos encontraremos con Zeus y nos invite a algún banquete. Ganímedes nos guardará una copita y después nos iremos de fiesta con cualquiera de las diosas, que nadie supo nunca de juerga tanto como las diosas griegas.

¿Y si nos encontramos con Ulises en su eterno retorno hacia su Ítaca y hacia su Penélope? Tiene que andar navegando todavía por aquellos undosos mares. ¿Dónde estará la tumba de Platón? ¿Y si nos hiciéramos sofistas por un rato? Tal vez nos cante Safo algo o nos asuste Esquilo con sus cosas. Algo quedará del espíritu de Antígona o tal vez aún se oigan las armas desde Troya.

Cuántas cosas allí, en la eterna Grecia: Alejandro, Sócrates, Aristóteles, Homero, Sófocles, todos los epicúreos, Tales y Heráclito, Creta y Micenas, Esparta y Atenas… Todo en aquellas tierras que me aguardan para ir a la cuna de la historia, de mi historia, de las fuentes en las que he bebido tantas veces.

Athos está ahí ya mismo. Tengo que prepararlo. Antes tengo que dar final al curso que ya me dice adiós. Vamos a ello.

2 comentarios:

Jesús Majada dijo...

Empiezan a abrirse todas las ventanas del viaje...

mojadopapel dijo...

Disfrutadlas.