viernes, 19 de junio de 2009

MÁS ALLÁ DEL SISTEMA

Me derrito en estos calores que, si no son anticipados, sí me pillan desprevenido y con una sensación cansina y desdibujada.

Cuando llego a casa me entero del fallecimiento de Vicente Ferrer en la India. Repaso por donde puedo algunos datos de su biografía y lo veo dando una patada al aparato formal del mundo y lanzándose sin paracaídas al campo de batalla, al descampado en el que le aguardan los necesitados, esos bípedos implumes que, a pesar de todos los pesares, nacen, crecen, se multiplican y mueren; de otra manera, nacen, se alimentan, duermen, se relacionan con los demás y, de vez en cuando, se paran a pensar en las cuatro anteriores actividades. Solo esporádicamente he seguido a lo largo de los años los trabajos de este hombre admirable. Pero de manera suficiente como para sentirme atrapado por esa voluntad de hierro y por esa lucidez diáfana que sostenía un cuerpo pequeñito y delgado, acompañado de una mirada que parecía reírse de cualquier dificultad. Alejado de toda jerarquía y de toda ortodoxia formalista, parecía vivir con algunos principios que lo mantenían en pie y bien alerta. Uno se reconcilia con el valor del ser humano cuando contempla a tipos como este, a gigantes de la voluntad, de la humildad y de la solidaridad. Sigo convencido de que hay mucha gente por ahí de este tenor, aunque nadie hable de ellos ni se reúnan en juntas directivas, comités ejecutivos o conferencias episcopales. Un abrazo grande de admiración y cariño para él y para su gente, que somos todos.

Y voy diciendo adiós a mis días de calendario escolar. Lo hago este año un poquito más cansado que otros cursos, pero con similar convencimiento de que la educación es la acción más salvadora para el ser humano. A pesar de los pesares y de todas las chinas que al coche se le ponen en las ruedas. Normalmente los esfuerzos de los profesores y los deseos de los padres tienen que ver con el mejor acomodo personal del alumno en la estructura actual: que se aprueben los exámenes, que se supere la selectividad, que se termine una carrera, que se aprueben unas oposiciones…

Situarse, situarse y después situarse en el sistema actual, aprovecharse de él de la mejor manera posible y siempre desde un punto de vista egoísta: “qué buen alumno”, “mira qué puesto ha alcanzado”, “qué bien situado está”, “qué buen expediente”… Todo desde el presente y para el presente. Sin dos dedos de frente para mirar un poco al futuro y a la colectividad. Sin cuestionarse casi nunca si el sistema está bien o mal planteado. Algo similar a lo que hacen los economistas con la crisis.

Ayer mismo me topaba con estas líneas escritas por Kant: “Ordinariamente, los padres no se preocupan más que de una cosa: 1) de que sus hijos salgan adelante en el mundo, y 2) los príncipes no consideran a sus súbditos más que como instrumentos para sus designios. Los padres piensan en su casa, los príncipes piensan en su Estado. Ni unos ni otros tienen como fin último el bien universal y la perfección a la que la humanidad está destinada y para la cual posee también disposiciones. Sin embargo, la concepción de un plan de educación tendría que recibir una orientación cosmopolítica.”

Egoísmo, egoísmo y más egoísmo. Falta de abstracción, incapacidad parta mirar hacia el futuro. Y, además, en forma equivocada.

Sigue Kant: “¿Acaso entonces el bien universal es una idea que pueda dañar nuestro bien particular? ¡En ningún caso! Pues incluso si parece que hay que sacrificarle algunas cosas, en el fondo siempre se trabaja mejor por el bien presente si se sirve a esa idea. ¡Y qué magníficas consecuencias la acompañan! La buena educación es precisamente la fuente de la que manan todos los bienes de este mundo. Las semillas que están en el hombre deben ser desarrolladas. Porque no se encuentran principios que llevan al mal en las disposiciones naturales humanas. La única causa del mal es que la naturaleza no está sometida a reglas. No hay en el hombre semillas más que para el bien.”

Me paro a imaginar las mentes y las preocupaciones de estudiantes, padres y profesores y apenas me sale otra cosa que intereses particulares y egoísmos que aspiran a instalarse de la mejor forma posible en el sistema. ¿Quién mira un poquito más allá del presente? ¿Quién se para a pensar en la bondad o en la maldad del sistema en el que se mueven y nos movemos? ¿Quién está dispuesto a echar una mano para modificar algún principio? Las notas, el paso de curso, los suspensos, el verano, la piscina, el expediente, las oposiciones, el sueldo… ¿Y los demás? ¿A qué va a dedicar, por ejemplo, el tiempo un alumno que haya superado la selectividad antes de mediados de junio y hasta mediados del mes de octubre? ¿A qué le empuja el sistema si no es al descanso y a la piscina? Ufffffffffffffffffffffffffff.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Nuestro mundo!!!...podemos hacer de el lo que cada uno decidamos...convertirlo en un microcosmos o en un macrocosmos de actitudes e inquietud...tanto como tender a no hacer nada, a veces somos tan extraños!!!.