domingo, 3 de abril de 2011

PENSAR / SENTIR

Cómo se van los días, entre impulsos confusos y divagaciones parciales que aspiran unos a solucionar exigencias del momento y otras a asentar algunas verdades que duren un poco más en el tiempo y que nos permitan volver a ellas cuando la mente se activa y se ve libre de prisas, urgencias e impaciencias. Y qué diferente proceder el del entendimiento y el de la imaginación. ¿O acaso habrá que decir el del corazón?

Como ser humano, aspiro a dar a mis acciones alguna base racional, algún sustento teórico, que me dé seguridad y me mantenga en un nivel de cierta permanencia. Pero sé también, y muy bien, que la razón es pobre y menesterosa, que la palabra que la explicita lo es más y que la realidad es mucho más compleja y rica en matices que lo que alcanza a organizar la razón.

Por si fuera poco, me resulta apabullante comprobar que los elementos a los q ue intento aplicar la razón se mueven como en una playa en día de olas y que no encuentran sujeción y anclaje duradero, pues, cada vez que las miro, tengo la sensación de que la imagen que me proyectan es distinta a la de la anterior ocasión en la que por ejemplo les había aplicado mi mirada.

Si trato de aplicar a la realidad LUNA mis criterios racionales, me vuelvo confuso al observar su tamaño cambiante ante mis ojos según su cuarto de exposición, o la perspectiva angular de mi mirada, o la engañosa velocidad con la que parece moverse ante mis ojos. Ya sé que son criterios visuales e ilusorios, pero son percepciones diferentes según los casos.

Si trato de aplicar mis sentimientos a la realidad luna, entonces no me acerco a la razón de ninguna manera. ¿Qué tienen que ver mis sentimientos “amorosos”, o pretendidamente románticos, o de iluminadora de sentimientos ciegos cuando la noche oscurece todo, o de guía en la soledad, o de soledad buscada, o de espejo celeste que mantiene la luz eternamente, o…

Si es que es poco, o es nada, lo que hermanan razón e imaginación ante esta realidad.

El esquema se me complica si pienso en la diversidad que se produce si extiendo la posibilidad de inteligencia y de imaginación para otras personas. ¿Cómo puedo pensar que las demás personas van a acercarse a la realidad luna con los mismos parámetros que los míos? Ni en el nivel del raciocinio ni en el de la imaginación.

¿Se esfuma, pues, la realidad por una alcantarilla subterránea? ¿Cómo puedo aprehenderla y hacer de ella bandera con la que poder entenderme con mis semejantes?
Y, si esto no es posible, ¿qué consuelo me queda en el inevitable intercambio con los demás: el aislamiento, la imposición, la petición de auxilio, el descreimiento, el desprecio…?

Añadiré otra especia para que el guiso resulte más sabroso. ¿No soy yo mismo un musgo que se llena de agua o se seca según las circunstancias? Yo soy un ser cambiante, seguramente todos lo somos, y hay momentos de euforia y momentos de desesperación, ratitos de esperanza y ratitos de desesperanza, minutos de amor y minutos de desamor, horas de desahogo y horas de morderte los dientes, a veces se saborea el éxito y a veces se muerde el polvo de la derrota, unas veces perdona uno con sensación de alivio y otras parece que anda con ganas de venganza…

Todo difuso y nublado, todo espumoso y a punto de marcharse por el aire, todo buscando sendas por caminos angostos.

Sigo reivindicando solo dos elementos: el sentido común y la buena voluntad. El primero me aproxima al reconocimiento de que las cosas aspiran a la permanencia desde cierta sencillez y a entender que la vida se mueve muchas veces en parámetros fáciles si aplicamos un poco de analogía y de relaciones simples entre los elementos. La segunda me ofrece consuelo para todas las veces -y son muchas- en las que la solución de base racional me deja insatisfecho o no me ofrece luces suficientes para ver el camino de una supervivencia a la altura del ser humano.

Lo demás, todo es magma que busca su aposento y me lleva a la rastra a su vera para sentirme inerte, pequeño y asustado.

Otra vez en la duda del maestro: “Piensa el sentimiento, siente el pensamiento.”

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