ROMANCE DE LA PUENTE DE MANTIBLE
(Para mis amigos Jesús Majada y Antonio Merino,
que llevan muchas horas de entrañamiento mantiblero).
EN TIERRAS de Extremadura,
Extremos del Duero y llanos
de los lugares de Hispania
y del país lusitano,
se han escondido unos moros
con los tesoros robados
en Roma y allí escondidos
en tiempo de Carlomagno.
Fueron traídos del Oriente,
como reliquias y marco
que a las pasiones de Cristo
forma visible le han dado.
¿Dónde fueron a esconderse
los visires y soldados,
con botines y tesoros,
con reliquias y bordados?
A la puente de Mantible
que es lugar muy apartado
y de las aguas del Tajo
campamento muy cercano.
El río llega allí siempre
cadencioso, lento y claro
pues en tierras extremeñas
las aguas miran al Tajo
y aun en las honduras corre
recogido y olvidado,
aunque su nombre de Extremos
el Duero no lo ha olvidado.
Una puente muy antigua
sobre sus aguas se ha alzado
que da paso a fortaleza
con castillo blasonado.
Allí esconden sus tesoros,
allí viven disfrutando
las riquezas y despojos
que de Roma han transportado.
A todos manda y dirige
como señor soberano
un llamado Fierabrás,
de todos el más forzado.
Poco sospechan los moros
que hasta allí vienen cristianos,
los pares del rey de Francia
que sirven a Carlomagno.
Vienen con muchos guerreros,
con soldados de a caballo,
y en el lugar de Marmionda
hacen campamento al lado.
Allí viérades la lucha
de Fierabrás, mahometano,
y del temible Oliveros
de parte de los cristianos.
Mucho hieren en la lucha,
mucho se han herido en campo,
mucho admiraba a sus huestes,
la fortaleza de ambos.
En un golpe Fierabrás
ha desnudado la mano,
y la espada de Oliveros
en el campo la ha arrojado.
No lo mata en la contienda,
que matarlo no es su agrado,
le ofrece a cambio remedio
de su misterioso bálsamo,
aquel que tantas heridas
cura en tan pequeño espacio,
ungüento con el que Cristo
fuera un día embalsamado
y que guarda sigiloso
el arzón de su caballo.
No lo escuchaba Oliveros,
que caballero cristiano
no admite remedio ajeno
si no es por él conquistado.
Por eso torna a la lucha,
a prestar armas al campo;
tras larga lucha y fatiga
el bálsamo ha conquistado.
Ya se cura sus heridas,
ya su valor ha tornado,
ya derrota a Fierabrás
y lo convierte en cristiano.
Las luchas se reproducen
en el campo de batalla.
Cinco pares quedan presos
y en la mazmorra se hallaban;
si Foripes no ejerciera
como linda enamorada.
Hermosa entre la hermosas,
de Fierabrás es hermana
y de Guido de Borgoña
había quedado prendada.
Por eso de la mazmorra
a los pares liberaba
y con el tesoro oculto,
el mayor que hay en España,
se refugia con los pares
en torre bien resguardada.
Allí viven sus amores,
allí sus canciones cantan,
allí Floripes y Guido
sus amores degustaban.
Pero los moros con fuerza
empujan, luchan y atacan
pues la que piensan traición
nunca piensan perdonarla.
Se suceden los ataques,
se suceden las batallas,
se suceden estrecheces
de sol, de sed y de agua.
El asedio es ya muy largo,
la moral es ya muy baja
pues incluso entre los pares
deja huella la batalla.
No puede negar su auxilio
Carlomagno, el que los manda,
y emprende lucha y asedio
que a los moros hiere y mata.
Su fuerza es grande, su guardia,
sus gentes y sus mesnadas
invocan su fe en su Cristo,
como gente de cruzada.
Los campos son ríos de sangre
que bajan de la montaña.
Por la puente de Mantible
el emperador pasaba
cuando el grito sarraceno
llamaba a la retirada.
No permite Carlomagno
que tal se considerara
y toma presos a todos
los que en el campo hallara.
Cuando declina la tarde,
la batalla terminaba.
Casi todos se convierten
a la religión cristiana
y al que no acepta su acuerdo
la cabeza le cortaba.
Floripes, solemne, en misa,
su cabeza bautizaba,
los Pares, agradecidos,
“Gloria Patri” recitaban
y al otro día con don Guido
Floripes se desposaba.
Ya el emperador reúne
a la flor más codiciada:
sus pares y sus reliquias
que tan bien reconquistara.
En ocasión tan solemne,
pues como en corte se hallaba,
allí reparte ese reino
que Hispania todos lo llaman.
La mitad para Floripes,
con don Guido desposada,
para que conozcan todos
que Floripes ya es cristiana,
a Fierabrás la otra media
con condición bien sellada
de otorgarle de su bálsamo
la fórmula que ocultaba.
Ya todos gozan y ríen,
ya todos cantan y bailan
en fiesta que dura alegre
varios días y semanas.
A la puente de Mantible
gentes moras y cristianas
guardan memoria por siglos,
en cuenta de tanta hazaña.
Y en el siglo veintiuno
este juglar que les habla
requiere a vuestras mercedes
la bendición, la soldada
y un traguito de buen vino
para que la sed saciara.
viernes, 8 de abril de 2011
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1 comentario:
Retomo los dos últimos versos: a ver si en mayo florido y hermoso nos juntamos en Alconétar y junto a las aguas del Tajo tiramos manta con pan tortilla y bota.
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