Hay elementos recurrentes en la vida de cualquier persona. Uno de los más comunes es el de la niñez como territorio brumoso y permanente.
Hay una película que se cruza en mi vida con bastante frecuencia. Tiene bastantes años y no sé si realmente tuvo mucho éxito cuando se filmó. Ahora seguramente no la recuerda demasiada gente. Yo la recuerdo y me recuerdo cada vez que la veo. Se trata de Tasio. Hoy, por casualidad, vi que la reponían en TV2. La pillé empezada pero me atrapó otra vez y me quedé para verla entera.
Lo habré dicho más veces: YO SOY TASIO. El personaje que crece en la película es un niño en el que me veo absolutamente reflejado. Mi niñez, en muy buena parte, es la niñez de Tasio. Por eso, cada imagen y cada escena de la película me abre todo un paraíso. Sobre todo el mundo del carbón, las bufardas, la acción de atacar las carboneras, la saca del carbón, las sacaderas, el transporte, los chozos, la naturaleza en crudo y descarnada, la caza furtiva, las envidias, los sumisos a la ley y al orden, el descubrimiento de la injusticia, aunque sea de manera primitiva. Y todo lo que retrata la vida en una pequeña comunidad: los bailes, las matanzas, los enamoramientos, las cuadrillas, la religiosidad, la arquitectura rural, la pobreza, las costumbres, el contacto directo con la naturaleza… Todo, todo. Yo fui Tasio durante mis primeros nueve años.
Después la vida me llevó por otros caminos pero creo que jamás me he despegado de aquel espíritu que me impregnó de niño. Incluso ese espíritu de inadaptado y de rebelde frente a lo que mi razón no entiende, aunque esté escrito en las leyes, también me parece que proviene de entonces. A Tasio también lo persiguió durante toda su vida esa rebeldía y ese orgullo, tal vez no del todo bien entendido.
Pienso en la posibilidad de Tasios en la actualidad y me resulta difícil imaginar condiciones similares a las de entonces. Ni falta que hace que se repitan. El mundo del carbón vegetal ya no perdura en casi ningún sitio, las condiciones de vida de aquellas pequeñas comunidades acaso tampoco. Pero me gustaría pensar que siguen existiendo Tasios rebeldes y espontáneos, casi elementales, que pasan la vida desde esquemas sencillísimos pero con criterio propio. A la postre, sea en las condiciones que sea, nos queda la posibilidad de aportar nuestro modo de ver la vida y de enfrentarnos a ella.
jueves, 25 de marzo de 2010
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2 comentarios:
Hace poco me acorde de ella (la película)...si que me gustaría volverla a ver.
Efectivamente, tú eres Tasio. Nada más volver a ver el título de la película, me acordé de ti.
Por cierto, tengo pendiente para pronto releer "El manantial sonoro".
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