domingo, 21 de marzo de 2010

AL MARGEN DE LA LEY

Han pasado por mis manos, y por mis ojos, durante este puente, dos obras de las que dejo constancia:”La casa roja”, una obra poética despendolada y surrealista, del premio nacional de poesía y artista polifacético Juan Carlos Mestre; y el último premio Nadal: “Lo que esconde tu nombre”, de la novelista Clara Sánchez. Sobre la primera tengo que volver porque me parece un artilugio literario interesantísimo, con unas rupturas de la lógica extraordinarias; sus ciento sesenta páginas almacenan muchísimas imágenes y componen todo un bosque frondosísimo de quehacer imaginativo. La segunda, la novela premio Nadal, recoge en sus cuatrocientas veinticinco páginas una historia de nazis escondidos en la playas de Levante.

No me interesa hoy ejercer de crítico aunque quiero señalar de la novela la limpieza narrativa, como elemento más positivo, y lo que a mí me parece falta de densidad dramática, como elemento menos positivo.

Pero ya digo que hoy no ejerzo de crítico, labor para la que cada día me siento menos capacitado. Lo que quiero recoger de la obra es la puerta que desde ella se me abre para considerar la cantidad de vida que surge y se mantiene al margen de la ley y de la norma.

En este caso se trata de un grupo de nazis refugiados al calorcito de las playas de Levante, en Dianium, o sea, en Denia. ¿Quién los trajo ahí?, ¿quién ha hecho la vista gorda durante tanto tiempo? Porque saltar de la novela a la realidad en este caso no es costoso y la realidad supera con mucha facilidad la propia ficción. Me imagino la costa trufada de grupos de extraño origen, de pequeños grupos de ancianos o menos ancianos apacibles y con horarios monótonos cuyos antecedentes acaso son algo turbios.

No parece mal sitio la costa para el refugio y el intento de pasar desapercibidos, pero otros lugares como las grandes ciudades no lo son menos. Porque abrir el abanico no resulta dificultoso: los nazis, las mafias rusas, los chinos camuflados, las otras mafias italianas, las castas marginales de trabajadores africanos… Y, a su lado, todas las otras mafias intermedias de especuladores inmobiliarios, de comerciantes de todo lo oscuro y lo claro, de chulos y prostitutas, de … Y, aún más a su lado, me voy a cualquier sitio y me imagino a toda esa parte de la tropa del aparato del Estado aposentada en la estructura y en puestos atados e inamovibles, con el peligro de organizarse por su cuenta pues poco o nada le van a considerar desde la moral y el beneficio colectivo.

En fin, que se me viene encima un alud de nieve que casi me entierra y me deja perplejo al contemplar que, a pesar de todo, la estructura se mantiene y no termina de desplomarse.

Lo de los nazis en la novela no es más que un ejemplo lamentable en el que, por supuesto, se tejen más variables. Pero a mí hoy me dio por pensar en todo eso que se mueve, que se actualiza y que mira al futuro al margen de la ley. Es mucho, muchísimo. Y es que la vida es inabarcable y no se deja someter totalmente a normas legales. Tampoco en las variables negativas como esta.

Hay un elemento que termina apaciguando los desmanes pero que no deja de engendrar otros nuevos. Es el tiempo, el tiempo y la distancia. Ambos nos acercan al olvido. Incluso para las imágenes y los hechos tremendos de la época nazi. Así es de buena y de mala nuestra memoria selectiva.

Y todo esto considerando el primer mundo…

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