Es esta una frase clásica que tendría que ser reconocida por los más interesados en el devenir de las ideas sociales; la empleaban mucho los comunistas para ejemplificar que, cuanto peor le fuera al sistema capitalista, mejores condiciones se presentarían para la extensión de sus ideas sociales. Hoy no se repite la frase pero sí, y de qué manera, el sentido de la misma. Lo hacen los sujetos de la derecha para señalar el regocijo que les causa que existan muestras de declive en la economía -único mundo que, al parecer, les interesa-. Hay una diferencia que no me perdonaría señalar: mientras que los comunistas lo hacían como puro análisis de la realidad, estos lo expresan con el júbilo de quien parece que se sube al séptimo cielo con solo atisbar la posibilidad de que se produzca, como con la risa floja del que anda agazapado detrás de la piedra para disparar por la espalda.
Repaso los medios de masas de la derecha (¿Hay alguno que no sea en el fondo de derechas?)y cualquier señal la convierten en pura epifanía gloriosa del desastre, cualquier indicio lo adelantan como realidad ineludible, cualquier gasto social lo aseguran como despilfarro. ¿Pero estos miserables qué esperan de un Gobierno que se declara socialista, que se dedique a llenar la cuenta corriente explotando a los ciudadanos? Naturalmente, piden lo que ellos harían y hacen con sus empresas. De modo que, si hay superávit, lo ahorran y lo invierten en nuevos negocios. Como si esto de la nación -aquí sí que hay que emplear nación y querer lo que significa el término- fuera una fábrica con una cuenta de beneficios y unos obreros dispuestos siempre a ser explotados como forma de que crezca la empresa. Cuando la colectividad tiene solvencia, hay que distribuir, y cuando no la tiene también hay que distribuir las cargas. Eso es socializar y socialismo. ¿Alguna vez han visto a estos profetas del apocalipsis suplicar que los Gobiernos no intervengan cuando un banco anda mal de fondos. No, por Dios; entonces se le "inyectan" miles de millones al enfermo de los impuestos de todos los contribuyentes de a pie y a curar al pobrecito, o sea, todos pendientes de que nos e acatarre el poderoso, y cuando se va a repartir alguna migaja al que menos tiene, a poner el grito en el cielo. La madre que los parió. Tras todas estas protestas actuales, no hay asuntos económicos, o al menos no fundamentalmente, lo que hay detrás son concepciones políticas y aplicaciones de privilegios. !Y tratan de disfrazarlo de teoría! Anda y que les den.
Mientras tanto el Gobierno anda encogido, como asustado y dando un pasito adelante y cuatro o cinco para atrás. ¿Para qué quiero yo un Gobierno si no es para redistribuir entre los más necesitados lo que los poderosos no sueltan ni a tiros, con la legión de abogados y falsos intérpretes de la legalidad que tienen a su servicio? ¿Pero estos tíos de qué van? ¿Por qué no se escucha ni una sola voz cuando se dan las cuentas de resultados de las grandes corporaciones y resultan ser escandalosas en beneficios? Entonces lo que vemos son aplausos hasta con las orejas. Y ahora todos con la voz lastimera, en un ay de agonía y en una sonrisa de connivencia en cuanto aparece cualquier nube en el horizonte. !Y estos son los que dicen querer a España! !Manda cojones! Y perdón por el desahogo. Los altavoces los tienen ellos, las razones aspiramos a tenerlas al menos un poco compartidas. Conmigo que no cuenten para reírme de lo que vaya bien en mi comunidad, sobre todo si lo que se aumenta es gasto social y aspira a favorecer a quien más lo necesita. En la palabra los esperamos, en las urnas también. Patrioteros, más que patrioteros.
domingo, 23 de septiembre de 2007
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1 comentario:
Lo has bordado Antonio. La desgracia es que los medios de comunicación, esos capaces de movilizar a la gente cuando quieren, también son empresas. Con lo cual unas palabras tan acertadas como las que hoy te leo solo son leídas por aquellos que buceamos en este medio tan "peligroso" como es Internet.
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