domingo, 9 de septiembre de 2007

Mi terraza es otra fiesta

Béjar es una ciudad estrecha en geografía física y humana, pero hay gente magnífica. Estos días está en fiestas, dicen que disgregada por ahí,por las casetas y en medio de la noche. Por el día se conforma con una novena en el monte y una romería disfrazada de devociones que entiendo escasamente. Yo tengo ocupaciones familiares que tienen noventa y dos años, que vacilan en el caminar, que confunden la geografía de un piso de noventa metros, que mezclan las palabras y las ideas en un continuum confuso, que se siguen sujetando a la vida tenuemente, que miran y no ven más dirección que la que va hacia atrás y hacia abajo, que me miran a los ojos fijamente y me espetan un discurso en el silencio, que me atan y no me dan tiempo libre para casi nada, que me llaman al origen de mi vida, que me recuerdan lo dulce de la vida cuando el amor repunta, que me dan certeza de que todo es inútil y a la vez necesario, que... Yo no puedo salir a las fiestas de Béjar, pero vivo otras fiestas en mi terraza. Porque es mi madre, coño, y porque la quiero.

2 comentarios:

ricardo dijo...

Desde mi terraza, en Villamayor, me permito asomarme a la tuya, donde siempre hay fiesta, y eso, a determinadas edades, cuando uno cada vez está para menos de las idem (fiestas), atrae, envenena el deseo. Pero no quiero perderme en devaneos verbales, porque mi intención hoy no es otra que mostrarte mi cariño y solidaridad, Antonio. Leí, con mayor fruición que otros, quizá porque sabía que era el último, tu artículo de "El Adelanto" titulado "Cantantes fatal". "¡Canallas, más que canallas"!
Recuerdo con nitidez que la última vez que nos vimos te pregunté si aún te dejaban seguir escribiendo en tu gavelita; y me contestaste, ¿recuerdas?, que ignorabas por cuánto tiempo. Y llegó el día en que se encendió el fuego del dragón infame y quemó todo el paisaje, plantas, bestias y humanos. Me jode porque han alterado parte de mis hábitos, a los que cada vez uno se apega más; pero me chinga sobremanera, porque esa tu pequeña espita de libertad y locura por la que muchos respirábamos, se haya cerrado definitivamente, y, con su clausura, se muera también la poca libertad de opinión que sobrevivía en la prensa salmantina a tantos argumentos bienpensantes. ¿Qué haremos ahora, Antonio, los miércoles, y los jueves, y los domingos... sin tener dentro la opinión libre, franca, clara y orientadora de un amigo? El consuelo de que por muchas mordazas que pongan seguiremos sintiéndonos libres, es lo único que nos queda; pero, antes, lo compartíamos desde tu pluma a nuestros corazones; ahora sólo nos queda compartir nuestra rebeldía en el silencio, y el silencio es tan oscuro...
Un abrazo.
Ricardo Martín Vicente.
www. rimavi49@hotmail.com
(IES García Bernalt.- SA)

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

Ricardo, es una sorpresa y un placer encontrarte por aquí. Todas las terraas del mundo se comunican y a veces lo hacen con unos mensajeros estupendos. Unas puertas se cierran y otras se abren. Esta es muy grande porque caben todos y a nadie se le niega la entrada. Tú también estás invitado. Siempre habrá un vaso de vino que beber y unas palabras que intercambiar. Por lo demás, al mal tiempo buena cara y salga el sol por Antequera. Un abrazo.