Me apetece copiar este pequeño texto (era un ensayo elemental de narración) de un alumno de muy corta edad -unos catorce años-. No lo hago -se nota enseguida- por su calidad ni lingüística ni menos literaria precisamente, sino por dejar constancia de las circunstancias en las que se mueven algunas personas desde las primeras edades.
Cuántas cosas me recuerdan estas líneas, y qué guantazo les daría a aquellos que se quejan de vicio. Maquillo solo la ortografía más gruesa. Vamos.
“El sábado me levanté como siempre, me vestí, desayuné. Después se levantaron mis hermanos e hicieron lo mismo. Luego nos montamos todos en el coche y fuimos del pueblo a la finca donde tenemos los animales.
Al llegar, como todos los fines de semana, nos pusimos a ordeñar las cabras y después de dos horas acabamos de ordeñarlas. Mi madre se llevó la leche a casa y yo me quedé con mi hermana mayor. Los dos barrimos el pasillo de la nave y ayudamos a nuestro padre a hacer una pared de bloque en la pajera.
A las tres de la tarde llegó mi padre y mi otra hermana con la comida. A las cinco de la tarde echamos de comer a las cabras y después a las ovejas. A las ocho acabamos de echarles de comer y después nos fuimos al huerto. Allí lo regamos y al regresar nos montamos en el coche y nos fuimos a casa. En esta nos duchamos y cenamos, vimos un rato la tele y nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente hicimos lo mismo que la anterior, pero esta vez nos levantamos todos a la vez. Excepto nuestro padre que, como siempre, se levantó antes para ir echando de comer a las cabras.
Al llegar a la finca, ordeñamos a las cabras e igual que el día anterior ayudamos a nuestra madre mis hermanas y yo a hacer la pared. Luego comimos, echamos de comer a los animales y yo me quedé ayudando a mi padre mientras mis hermanas y mi madre se fueron al huerto.
Mi padre y yo acabamos la pared y luego nos fuimos todos a casa e igual que el día anterior cenamos, nos duchamos, vimos menos la tele, así nos fuimos antes a dormir.”
Juro que se me abren las carnes. Conozco bien el carácter de este alumno. Sé que no miente. Me parece estar escuchando un cuento de hace cincuenta años.
Pues, además, es un alumno ideal: siempre está atento, siempre interviene, jamás deja nada sin hacer, nunca levanta la voz… ¡Y sus hermanos, también alumnos, son igual! A este muchacho, aunque cometiera cien errores por línea, le pondría un sobresaliente a final de curso.
jueves, 10 de junio de 2010
miércoles, 9 de junio de 2010
HUELGA DE FUNCIONARIOS
Hasta el día de hoy y desde hace varios decenios, soy funcionario de carrera en la Administración del Estado. Ayer no hice huelga aunque pertenezco a un sindicato. De clase, por supuesto; no quiero saber casi nada de los corporativos: para eso ya existen los grupos de poder, las patronales y el egoísmo en cada individuo. La causalidad es siempre múltiple, o sea, que hay muy diversas razones para explicar esa postura: más simplemente que el número de aquellas que me habrían empujado a hacer un día de huelga.
Pero eso ahora importa poco porque afecta sobre todo a mi conciencia, y esta está, dentro de mi duda casi metódica, tranquila. Lo que tiene alcance es la repercusión que este hecho pueda tener en los meses siguientes.
Me desconciertan las interpretaciones que escucho y que leo del desarrollo de la misma. Dejaré anotadas algunas de mis impresiones:
a)Negar que, en términos numéricos, la huelga de funcionarios públicos ha sido un fracaso es no querer reconocer la realidad. Ensañarse en ello como hace la derecha, ya no sé si extrema, medio pensionista o simplemente amoral y sin más ideales que la cuenta de resultados de sus medios de comunicación correspondientes es sencillamente un acto vil y asqueroso.
b)Hacer traslado de los resultados de esta huelga al poder de los sindicatos de clase en términos numéricos también me parece una equivocación, cuando no una trampa de nuevo interesada. De otra manera: estoy seguro de que los sindicatos de clase tienen mucho más poder de decisión y mucha más influencia que la que pueden haber demostrado en el día de ayer.
c)Los sindicatos de clase (a los otros no quiero ni nombrarlos) tienen que tentarse las ropas antes de convocar una huelga general. Estoy seguro de que ellos sabrán analizar los hechos y situar los principios en los contextos en los que nos movemos en estos momentos. La huelga general, en estos momentos, o se plantea para provocar un cambio de sistema social y político con todas las consecuencias -algo difícilmente imaginable- o no creo que contribuya a otra cosa que a empobrecer al país.
d)Nada de esto quiere decir que el escaso apoyo al paro de ayer quite la razón teórica a los sindicatos ni que el Gobierno se tenga que sentir por ello con más fuerza ni con más razón. El enfado social existe y se manifiesta de muchas maneras, no solo en las manifestaciones. Mucho se equivocaría el Gobierno si sacara pecho.
e)El ejecutivo tendría que explicar -si es que se puede o quiere hacerlo- que estas medidas que ha tomado son coyunturales y obligadas por una situación excepcional. No tiene los medios -estos los tienen siempre las empresas, o sea, los accionistas, o sea, la derecha- pero tiene que realizar el esfuerzo añadido de hacer llegar a los ciudadanos la realidad cruda del estado de cosas. Para ello tiene que contar con personas ejemplares en su vida, en sus prebendas, en su capacidad teórica y en sus actividades públicas. No siempre es posible encontrar loes mejores ejemplos para ello: a veces hay convocatorias que no son las más edificantes.
f)Ahora, más que nunca, echo en falta a aquellas personas que se visten con alguna prenda ideológica de abrigo y que no responden solo al aire que más sopla.
g)Tampoco ahora se debería tratar de ningún pulso de poder, ni de vencedores y vencidos (eso solo vuelve a ser carne mórbida para medios de comunicación y para grupos de poder con intereses y no con ideales) sino de verdades y de mentiras, de bondades y de maldades, de beneficios sociales y de justicia distributiva.
h)Hay muchas cosas que repensar. La más importante, según pienso, es la de repensar el propio sistema como tal. Si no es para cambiarlo, por falta de posibilidades, al menos para exhibir sus contradicciones y sus miserias, que nos traen como nos traen. Y, si hay que morir políticamente en el intento de explicarlo, pues se muere y se queda uno más ancho que largo. Salvo que aún sigan primando más los intereses y las vanidades particulares.
Veremos.
Pero eso ahora importa poco porque afecta sobre todo a mi conciencia, y esta está, dentro de mi duda casi metódica, tranquila. Lo que tiene alcance es la repercusión que este hecho pueda tener en los meses siguientes.
Me desconciertan las interpretaciones que escucho y que leo del desarrollo de la misma. Dejaré anotadas algunas de mis impresiones:
a)Negar que, en términos numéricos, la huelga de funcionarios públicos ha sido un fracaso es no querer reconocer la realidad. Ensañarse en ello como hace la derecha, ya no sé si extrema, medio pensionista o simplemente amoral y sin más ideales que la cuenta de resultados de sus medios de comunicación correspondientes es sencillamente un acto vil y asqueroso.
b)Hacer traslado de los resultados de esta huelga al poder de los sindicatos de clase en términos numéricos también me parece una equivocación, cuando no una trampa de nuevo interesada. De otra manera: estoy seguro de que los sindicatos de clase tienen mucho más poder de decisión y mucha más influencia que la que pueden haber demostrado en el día de ayer.
c)Los sindicatos de clase (a los otros no quiero ni nombrarlos) tienen que tentarse las ropas antes de convocar una huelga general. Estoy seguro de que ellos sabrán analizar los hechos y situar los principios en los contextos en los que nos movemos en estos momentos. La huelga general, en estos momentos, o se plantea para provocar un cambio de sistema social y político con todas las consecuencias -algo difícilmente imaginable- o no creo que contribuya a otra cosa que a empobrecer al país.
d)Nada de esto quiere decir que el escaso apoyo al paro de ayer quite la razón teórica a los sindicatos ni que el Gobierno se tenga que sentir por ello con más fuerza ni con más razón. El enfado social existe y se manifiesta de muchas maneras, no solo en las manifestaciones. Mucho se equivocaría el Gobierno si sacara pecho.
e)El ejecutivo tendría que explicar -si es que se puede o quiere hacerlo- que estas medidas que ha tomado son coyunturales y obligadas por una situación excepcional. No tiene los medios -estos los tienen siempre las empresas, o sea, los accionistas, o sea, la derecha- pero tiene que realizar el esfuerzo añadido de hacer llegar a los ciudadanos la realidad cruda del estado de cosas. Para ello tiene que contar con personas ejemplares en su vida, en sus prebendas, en su capacidad teórica y en sus actividades públicas. No siempre es posible encontrar loes mejores ejemplos para ello: a veces hay convocatorias que no son las más edificantes.
f)Ahora, más que nunca, echo en falta a aquellas personas que se visten con alguna prenda ideológica de abrigo y que no responden solo al aire que más sopla.
g)Tampoco ahora se debería tratar de ningún pulso de poder, ni de vencedores y vencidos (eso solo vuelve a ser carne mórbida para medios de comunicación y para grupos de poder con intereses y no con ideales) sino de verdades y de mentiras, de bondades y de maldades, de beneficios sociales y de justicia distributiva.
h)Hay muchas cosas que repensar. La más importante, según pienso, es la de repensar el propio sistema como tal. Si no es para cambiarlo, por falta de posibilidades, al menos para exhibir sus contradicciones y sus miserias, que nos traen como nos traen. Y, si hay que morir políticamente en el intento de explicarlo, pues se muere y se queda uno más ancho que largo. Salvo que aún sigan primando más los intereses y las vanidades particulares.
Veremos.
VA DE GREGUERÍAS
Voy rematando algunos de mis quehaceres, aunque todavía miro hacia final de mes y me veo en un montón de actividades. Good bye.
Mañana quiero trabajar con mis alumnos en esta creación: las greguerías. Me parecen un género que raya lo sublime y lo insignificante a la vez, pero que se ajusta a su creatividad por la extensión, por la chispa y por la sorpresa.
Copio aquí algunas de Gómez de la Serna. Todas son de su primera época. Me quedo con las más visuales.
. Los que se desperezan son como salvajes que disparan su flecha al aire.
. Las gallinas blancas están en paños menores.
. La S es el anzuelo del abecedario.
. ¡Qué dura le ha salido la barba al erizo!
. El grillo mide las pulsaciones de la noche.
. El hielo se derrite porque llora de frío.
. El beso es una nada entre paréntesis.
. La chicharra es el timbre despertador de la siesta.
. El reloj que atrasa es un reloj ahorrativo.
. El camello tiene la nuez en la joroba.
. El cráneo es la bóveda alta del corazón.
. El cacahuete tiene algo atravesado en la garganta.
. Las gaviotas nacieron de los pañuelos que dicen adiós en los puertos.
. El rayo es una especie de sacacorchos encolerizado.
. En el rebuzno, el burro se suena sin pañuelo.
. Los cigarros son los dedos del tiempo que se convierten en ceniza.
. La gaita es una especie de bota de vino musical.
. La espina dorsal es el bastón que nos tragamos al nacer.
. Los hongos y las setas vienen del mundo de los gnomos.
. Los perros nos enseñan la lengua como si nos hubiesen tomado por el doctor.
. La T es el martillo del abecedario.
. En la veleta, el viento monta en bicicleta.
. La A es la tienda de campaña del alfabeto.
¿Qué capacidad de producción tendrán ellos? Ya veremos.
Mañana quiero trabajar con mis alumnos en esta creación: las greguerías. Me parecen un género que raya lo sublime y lo insignificante a la vez, pero que se ajusta a su creatividad por la extensión, por la chispa y por la sorpresa.
Copio aquí algunas de Gómez de la Serna. Todas son de su primera época. Me quedo con las más visuales.
. Los que se desperezan son como salvajes que disparan su flecha al aire.
. Las gallinas blancas están en paños menores.
. La S es el anzuelo del abecedario.
. ¡Qué dura le ha salido la barba al erizo!
. El grillo mide las pulsaciones de la noche.
. El hielo se derrite porque llora de frío.
. El beso es una nada entre paréntesis.
. La chicharra es el timbre despertador de la siesta.
. El reloj que atrasa es un reloj ahorrativo.
. El camello tiene la nuez en la joroba.
. El cráneo es la bóveda alta del corazón.
. El cacahuete tiene algo atravesado en la garganta.
. Las gaviotas nacieron de los pañuelos que dicen adiós en los puertos.
. El rayo es una especie de sacacorchos encolerizado.
. En el rebuzno, el burro se suena sin pañuelo.
. Los cigarros son los dedos del tiempo que se convierten en ceniza.
. La gaita es una especie de bota de vino musical.
. La espina dorsal es el bastón que nos tragamos al nacer.
. Los hongos y las setas vienen del mundo de los gnomos.
. Los perros nos enseñan la lengua como si nos hubiesen tomado por el doctor.
. La T es el martillo del abecedario.
. En la veleta, el viento monta en bicicleta.
. La A es la tienda de campaña del alfabeto.
¿Qué capacidad de producción tendrán ellos? Ya veremos.
domingo, 6 de junio de 2010
SEÑALES DE HUMO PARA MÍ MISMO
Estoy que no estoy, y supongo que hasta que no pasen dos o tres días no daré con mi propio control. Alguna ocupación me tiene comido el tiempo y me quita las horas. El calor también ayuda lo suyo y me deja a la intemperie. Escribo solo unas líneas para dejar constancia ante mí mismo de que sigo vivo y de que necesito un poquito más de serenidad y de sosiego.
Ayer eché casi toda la mañana en el campo. Vino Antonio desde Cáceres un poco asustado, pensando que por los parajes serranos lo íbamos a llevar a matacaballo y enseguida comprobó que era él el que más prisa tenía y el que echaba los pasos más seguidos. Seguramente así se animará y nos acompañará en más ocasiones. Anduvimos haciendo arabescos en torno del río, subiendo y bajando, cruzándolo y descruzándolo y oyendo el rumor de su agua durante bastante rato. Los campos por aquí siguen aún del todo lujuriosos y la temperatura nos dio un respiro en el camino. Esta vez abusamos poco del reposo y del buen yantar, aunque lo hicimos a la orilla de uno de los regatos que rinden tributo a la toma de agua de la presa. Llegamos a comer y a charlar un rato de lo que había que charlar, aunque se me esfumó la siesta. Esta vez estaba todo muy bien justificado. La vida es la vida y seguirá su curso de cualquier manera. Ojalá sea por la mejor senda para todos.
El resto de las horas del fin de semana las he gastado entre papeles y expresiones, salvo el rato que reservé ayer por la tarde-noche para escuchar al Golden Appel Quartet en el Cervantes. Menos interesante para mí que lo que me ofrecieron los Mayalde el día anterior pero muy positivo también.
Por lo demás, dicen que ha sido hoy la fiesta del Corpus. Y que ha habido festejo con procesión y toros en Béjar. Será verdad si ellos lo dicen. Ahora, como además es fiesta de interés nacional, supongo que las calles habrán estado abarrotadas de gente. Y los bares habrán adelantado su agosto. Será verdad.
Ayer eché casi toda la mañana en el campo. Vino Antonio desde Cáceres un poco asustado, pensando que por los parajes serranos lo íbamos a llevar a matacaballo y enseguida comprobó que era él el que más prisa tenía y el que echaba los pasos más seguidos. Seguramente así se animará y nos acompañará en más ocasiones. Anduvimos haciendo arabescos en torno del río, subiendo y bajando, cruzándolo y descruzándolo y oyendo el rumor de su agua durante bastante rato. Los campos por aquí siguen aún del todo lujuriosos y la temperatura nos dio un respiro en el camino. Esta vez abusamos poco del reposo y del buen yantar, aunque lo hicimos a la orilla de uno de los regatos que rinden tributo a la toma de agua de la presa. Llegamos a comer y a charlar un rato de lo que había que charlar, aunque se me esfumó la siesta. Esta vez estaba todo muy bien justificado. La vida es la vida y seguirá su curso de cualquier manera. Ojalá sea por la mejor senda para todos.
El resto de las horas del fin de semana las he gastado entre papeles y expresiones, salvo el rato que reservé ayer por la tarde-noche para escuchar al Golden Appel Quartet en el Cervantes. Menos interesante para mí que lo que me ofrecieron los Mayalde el día anterior pero muy positivo también.
Por lo demás, dicen que ha sido hoy la fiesta del Corpus. Y que ha habido festejo con procesión y toros en Béjar. Será verdad si ellos lo dicen. Ahora, como además es fiesta de interés nacional, supongo que las calles habrán estado abarrotadas de gente. Y los bares habrán adelantado su agosto. Será verdad.
viernes, 4 de junio de 2010
GRACIAS A TODOS
Es casi media noche cuando por fin puedo sentarme un ratito. Vaya jornada. Creo que he cumplido todo el programa que se me echaba encima y alguna actividad ha supuesto para mí una satisfacción de esas que se producen muy de tarde en tarde.
Hoy celebraban los alumnos que terminan el bachillerato su graduación. Es este un festejo que gana adeptos año a año y que a mí me parece que repite demasiado costumbres americanas. No me gusta demasiado la pomposidad ni los arreglos exagerados de los alumnos y, sobre todo, de las alumnas, pero todo importa poco al lado de lo que para ellos significa y lo bien que se lo pasan. Acudí, como suelo hacer cada curso, para rendirles ese pequeño homenaje y para desearles suerte en el futuro de sus vidas. Me parece que también forma parte de mi trabajo y lo hago con gusto. Creo que todo el profesorado debería hacer lo mismo, sin estridencias pero con aplicación, pero no es así. No quiero glosar este asunto ahora.
Cuando el acto hacía poco que se estaba desarrollando -apenas se habían expresado algunos agradecimientos- la asociación de padres quiso darme públicamente las gracias por mi labor docente de tantos años. Pero lo hizo de una manera especial. Una alumna de hace al menos veinte cursos leyó un poema mío, después leyó unas líneas que ella misma había preparado y remató con otro poema mío. Me hicieron subir y respondí con unas brevísimas palabras de agradecimiento. Y a todo esto, todos los presentes respondieron con una ovación que me descompuso y me hizo venirme abajo.
Hoy era el día de los alumnos y, de ninguna manera, el mío. Y, por supuesto, lo sigue siendo. No sabía nada de nada. Todo fue una agradabilísima sorpresa. Y venía de los padres. Y de los alumnos de hace mucho tiempo. Y a todo se sumaron con entusiasmo los presentes, todos los alumnos, según el volumen con el que sonaba todo aquello. Qué gozada. Seguramente haya en ello buena parte de vanidad, pero creo que hay algo más que resulta un poquito más duradero. En esta profesión de la educación, nadie puede esperar éxitos económicos y acaso tampoco sociales de relumbrón. Pero, cuando te sucede algo como esto, te entra un relámpago dentro que no es fácil de describir ni de cuantificar. Repito que venía de los padres y de los alumnos. Y en un día en el que lo que se presentaba tenía que ver con ellos, no conmigo.
Hoy confieso de nuevo -no podría ser de otra manera, a pesar de lo que hoy me ha sucedido- que, a pesar de demasiados pesares, la profesión de educador sigue siendo un privilegio. Contribuir a que otras personas puedan indagar un poquito más en estos asuntos de la vida es tarea maravillosa. Que a uno le reconozcan que realiza sus tareas no solo como obligación sino que han visto también algo distinto, eso que llamamos vocación, es algo extraordinario.
Aunque solo sea a través de esta ventanita, quiero dar las gracias a todas las generaciones de bejaranos y comarcanos que me han permitido desarrollar una labor en la que siempre he creído, un trabajo que siempre me ha parecido importante para el desarrollo social y una actividad de cuya utilidad nunca he dudado. Hoy me siento un poquito más privilegiado. Si además esa actividad recibe algún reconocimiento público, aunque no sea precisamente lo más importante, mejor que mejor. Gracias a todos por haberme permitido estar a vuestro lado y por aguantarme.
Para rematar la faena y salir por la puerta grande, acudí al teatro Cervantes, a escuchar al grupo Mayalde. Y fue para mí como si me regalaran el arte en estado puro. Por favor, que vengan más veces, aunque sea para actuar para mí solo. Voy a dormir feliz. Mañana me aguardan el campo y el calor.
Hoy celebraban los alumnos que terminan el bachillerato su graduación. Es este un festejo que gana adeptos año a año y que a mí me parece que repite demasiado costumbres americanas. No me gusta demasiado la pomposidad ni los arreglos exagerados de los alumnos y, sobre todo, de las alumnas, pero todo importa poco al lado de lo que para ellos significa y lo bien que se lo pasan. Acudí, como suelo hacer cada curso, para rendirles ese pequeño homenaje y para desearles suerte en el futuro de sus vidas. Me parece que también forma parte de mi trabajo y lo hago con gusto. Creo que todo el profesorado debería hacer lo mismo, sin estridencias pero con aplicación, pero no es así. No quiero glosar este asunto ahora.
Cuando el acto hacía poco que se estaba desarrollando -apenas se habían expresado algunos agradecimientos- la asociación de padres quiso darme públicamente las gracias por mi labor docente de tantos años. Pero lo hizo de una manera especial. Una alumna de hace al menos veinte cursos leyó un poema mío, después leyó unas líneas que ella misma había preparado y remató con otro poema mío. Me hicieron subir y respondí con unas brevísimas palabras de agradecimiento. Y a todo esto, todos los presentes respondieron con una ovación que me descompuso y me hizo venirme abajo.
Hoy era el día de los alumnos y, de ninguna manera, el mío. Y, por supuesto, lo sigue siendo. No sabía nada de nada. Todo fue una agradabilísima sorpresa. Y venía de los padres. Y de los alumnos de hace mucho tiempo. Y a todo se sumaron con entusiasmo los presentes, todos los alumnos, según el volumen con el que sonaba todo aquello. Qué gozada. Seguramente haya en ello buena parte de vanidad, pero creo que hay algo más que resulta un poquito más duradero. En esta profesión de la educación, nadie puede esperar éxitos económicos y acaso tampoco sociales de relumbrón. Pero, cuando te sucede algo como esto, te entra un relámpago dentro que no es fácil de describir ni de cuantificar. Repito que venía de los padres y de los alumnos. Y en un día en el que lo que se presentaba tenía que ver con ellos, no conmigo.
Hoy confieso de nuevo -no podría ser de otra manera, a pesar de lo que hoy me ha sucedido- que, a pesar de demasiados pesares, la profesión de educador sigue siendo un privilegio. Contribuir a que otras personas puedan indagar un poquito más en estos asuntos de la vida es tarea maravillosa. Que a uno le reconozcan que realiza sus tareas no solo como obligación sino que han visto también algo distinto, eso que llamamos vocación, es algo extraordinario.
Aunque solo sea a través de esta ventanita, quiero dar las gracias a todas las generaciones de bejaranos y comarcanos que me han permitido desarrollar una labor en la que siempre he creído, un trabajo que siempre me ha parecido importante para el desarrollo social y una actividad de cuya utilidad nunca he dudado. Hoy me siento un poquito más privilegiado. Si además esa actividad recibe algún reconocimiento público, aunque no sea precisamente lo más importante, mejor que mejor. Gracias a todos por haberme permitido estar a vuestro lado y por aguantarme.
Para rematar la faena y salir por la puerta grande, acudí al teatro Cervantes, a escuchar al grupo Mayalde. Y fue para mí como si me regalaran el arte en estado puro. Por favor, que vengan más veces, aunque sea para actuar para mí solo. Voy a dormir feliz. Mañana me aguardan el campo y el calor.
jueves, 3 de junio de 2010
ESTOY CANSADO
No sirven para mucho los lamentos, pero, a veces, describen realidades. Estoy cansado. Lo noto, por ejemplo, en las últimas sesiones de las clases de inglés. Me siento poco ágil y discurro con lentitud. Seguramente, el calor tiene mucho que decir en todo esto. Echo la vista hacia el sur y pienso qué pueden hacer los alumnos –y los no alumnos- en fechas tan sofocantes como estas. Y allí deben de sufrir la calorina todos los años. Menos mal que están más acostumbrados. Me pienso y los pienso, me veo y los veo, me compadezco y los compadezco.
Pero hay días que no me dan respiro y todo se me presenta en el lado positivo. Ayer fue el cumpleaños de Sara. En cuanto pude nos escapamos a Ávila para estar con ella unas horas. Comimos juntos, la besé mucho, le cante alguna canción, jugué con ella, me sonrió mucho y yo me puse más contento de lo que ya estaba. Un año y muchos sentimientos por el medio. Creo que todos positivos. Y la conciencia de que, también para ella, el tiempo no se detiene. A ver si va soltándose en sus pasos y empieza a decir algo mi niña Sara. Le dejé una nana para que vaya guardando algunos recuerdos, en palabras, de sus primeros años, de esos de los que ninguno puede tener constancia si no es por elementos gráficos. Una estrofa y el estribillo decían así:
Vengo a despertarte
del sueño profundo
y a llevarte, Sara,
por la luz del mundo.
Te ofrezco la risa,
te traigo los besos,
te ofrezco caricias,
mis manos te ofrezco.
Y miro hacia mañana y casi me asusto: dos exámenes, una comida social, un par de horas de clase, una graduación, una actividad en el Cervantes, dos reuniones a las que ya he renunciado… No tengo el don de la ubicuidad. Y estoy cansado.
Pero hay días que no me dan respiro y todo se me presenta en el lado positivo. Ayer fue el cumpleaños de Sara. En cuanto pude nos escapamos a Ávila para estar con ella unas horas. Comimos juntos, la besé mucho, le cante alguna canción, jugué con ella, me sonrió mucho y yo me puse más contento de lo que ya estaba. Un año y muchos sentimientos por el medio. Creo que todos positivos. Y la conciencia de que, también para ella, el tiempo no se detiene. A ver si va soltándose en sus pasos y empieza a decir algo mi niña Sara. Le dejé una nana para que vaya guardando algunos recuerdos, en palabras, de sus primeros años, de esos de los que ninguno puede tener constancia si no es por elementos gráficos. Una estrofa y el estribillo decían así:
Vengo a despertarte
del sueño profundo
y a llevarte, Sara,
por la luz del mundo.
Te ofrezco la risa,
te traigo los besos,
te ofrezco caricias,
mis manos te ofrezco.
Y miro hacia mañana y casi me asusto: dos exámenes, una comida social, un par de horas de clase, una graduación, una actividad en el Cervantes, dos reuniones a las que ya he renunciado… No tengo el don de la ubicuidad. Y estoy cansado.
martes, 1 de junio de 2010
MALAS SENSACIONES
Qué malas sensaciones cuando termino un curso y tengo que juzgar a los que han estado conmigo. Es casi proverbial mi empeño en suspender al menor número posible de alumnos. A pesar de todo, siempre se me escapa un pequeño número que no sé por dónde agarrarlo y que, en términos numéricos, terminan fracasando, o sea, suspendiendo. Con ellos fracaso yo también. Y fracaso en todos los sentidos. Por no alcanzar los objetivos esperados, porque no creo en este sistema de clasificación y sin embargo, aunque sea de aquella manera, lo aplico, porque tal vez yo no me evalúo como los evalúo a ellos, en fin, por muchas cosas.
Hoy me ha vuelto a suceder lo mismo. Sé que si contara cuál es el porcentaje de suspensos la gente se reiría de mí. Pues, a pesar de todo, me siento un poco desazonado y con sentimiento agridulce.
Como además me noto bastante cansado y poco ágil de mente, pues creo que estoy un poco saturado de asuntos pendientes, se me encoge la sesera y voy dejando pasar el tiempo esperando que escampe y me vuelvan las fuerzas. Tal vez será mañana mismo. Ojalá.
Hoy me ha vuelto a suceder lo mismo. Sé que si contara cuál es el porcentaje de suspensos la gente se reiría de mí. Pues, a pesar de todo, me siento un poco desazonado y con sentimiento agridulce.
Como además me noto bastante cansado y poco ágil de mente, pues creo que estoy un poco saturado de asuntos pendientes, se me encoge la sesera y voy dejando pasar el tiempo esperando que escampe y me vuelvan las fuerzas. Tal vez será mañana mismo. Ojalá.
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