viernes, 20 de mayo de 2011

"ESPAÑA, UN ENIGMA HISTÓRICO"

Me pilla la tarde entre páginas de “España, un enigma histórico”, aquel, este, libro de Claudio Sánchez Albornoz que trata enjundiosamente de dar claves para una interpretación correcta de los avatares de esta cosa tan rara y tan apasionada que llamamos España. Como lo hacía también la obra antónima de Américo Castro “España en su historia”, en aquella osca rivalidad que acaso siga en nuestros días.

Y me pilla la lectura en el último día de campaña y no en el último día de acampada de tantos miles de españoles, que siguen en las plazas de las ciudades (es donde el testimonio tiene visualización efectiva), o que explotan en las páginas de internet.

Como el mismo historiador afirma, los cronistas describen los datos de la actualidad mientras que los “historiadores” se ocupan de cribar y analizar sucesos de tiempos más lejanos. Los primeros serían algo así como los que toman nota de lo que ven y oyen, mientras le ponen todo su empeño y toda la pasión que exigen los hechos inmediatos de los que uno se puede sentir más solidario o más alejado.

Es en este sentido en el que todas estas páginas, escritas o visuales, que se están escribiendo estos días muestran la realidad concisa y apretada, densa y rabiosa, de los sucesos vistos por sus propios protagonistas. Después vendrá la calma y los hechos se harán más reposados, la visión de los mismos tendrá enfoque más lento y estos tendrán un sumidero que solo conseguirán pasar los datos más neutros y más fríos.

Cada forma de mirar los hechos tiene sus ventajas pero también incorpora sus inconvenientes. A mí, para estos hechos, sin duda que me apetece ser cronista antes que “historiador”, aunque la crónica sea parcial y no siempre escrita. Me siento al lado de tantos y tantos que gritan la necesidad de orientar esta vida de otra manera, que no se callan ante las formalidades, que están hasta el cogote de que sean los dineros, o los representantes del dinero - que en muchas ocasiones están en los medios de comunicación- los que dicten todos los mandamientos. No quiero volver sobre las variables que están en cualquier ventana pública y que yo mismo he resumido hace un par de días. Tengo para mí que esta ha sido, con mucha diferencia, la mejor aportación de la campaña, la única de calado, la que se salva de la hoguera de las vanidades y de los insultos, la que ha plantado cara al rígido y bobalicón esquema de los medios de comunicación, siervos de quienes son siervos.

¿No querían día de reflexión? Pues ahí tienen una semana entera. Ya he dicho que soy pesimista en lo que se refiere su continuidad. Tampoco estoy seguro de que fuera lo mejor. Pero el aldabonazo ya está dado. A pesar de los pesares y de todo el poderosísimo ejército enemigo, cargado de dineros y de medios, miope y egoísta.

Tengo la sensación de que estos días se escribe otra página lúcida de ese enigma llamado España. Este tipo de reflexión, en lugar de ser prohibido, tendría que ser impuesto.

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