martes, 11 de enero de 2011

"DADME UN PUNTO DE APOYO"

Escuchaba ayer mismo en boca de una anciana de ciento cinco años (esta edad merece ser esculpida con letras) un resumen de vida y de comportamiento sencillísimo. Era este: “Poca cama, poco plato y mucho zapato”. Hala, así, y se quedó tan ancha y tan fresca. Ciento cinco años la contemplan y, por la energía que mostraba, aún le quedan unos cuantos para gastar zapato y para dejar constancia de sus fuerzas.

Cualquiera le rebate a esta vigorosa mujer el argumento de la experiencia. A ella le ha dado un resultado extraordinario. A la vista está.

No creo demasiado en cualquier frase lapidaria porque puede encerrar fórmulas para darle esquinazo a la verdad y a la vida. Creo, además, que muchas se han utilizado para engañar la conciencia de muchas personas y para explotarlas desde esa conciencia semidormida. Pero hay otras muchas que vienen a recordarnos que tal vez la vida no sea tan complicada como nosotros queremos hacerla y que hay algunos principios que tendrían que estar colgados siempre en la entrada de nuestras conciencias y de nuestros lugares públicos y privados.

Y esta de la venerable anciana, que viene a recoger lo que ha ido acumulando la sabiduría popular, no me parece precisamente mala.

Sus implicaciones son de todo tipo, aunque aparentemente todo apunte solo a los criterios físicos.

Porque dormir poco acarrea entender que la vida es sobre todo para andar activos, para estar despiertos, para concederle al descanso solo lo necesario y nada más, para no darnos al abandono corporal, para comernos las horas y los minutos mandando sobre nosotros mismos.

Porque poco plato supone replantear todo el sistema de vida en el que nos movemos y nos hacen caminar, desde la publicidad a los medios de comunicación, desde las teorías económicas y de producción hasta los calendarios, desde las fiestas hasta las rebajas, desde los gimnasios hasta todas las industrias de perfumes y de moldeados corporales, desde los horarios hasta todo el mundo de apariencias.

Porque mucho zapato supone darle marcha al cuerpo, entender que los espacios cuentan mucho más que lo que puede parecer, que tenemos que descubrir el valor de permanencia de lo que nos rodea, que la vida es un juego de gastos y de acumulaciones y, sin un equilibrio, los almacenes se desequilibran; que ampliar los espacios supone entrar en contacto con otras posibilidades físicas diferentes; que el sedentarismo (aquí cabe todo el cambio de modos y de costumbres) tiene otros peligros que no son solo físicos, por ejemplo el hecho de dejarnos llevar por todo lo que nos llega al sillón desde los medios, mientras nosotros nos dejamos llevar sin oponer ninguna resistencia; que la función realmente crea el órgano; que nuestro nuevo estilo de vida nos ha llevado a estar más juntos que nunca pero tal vez menos acompañados también que en ninguna otra ocasión…

Creo que a este resumen le falta algo importante que tutela y que empuja a estos elementos físicos anteriores. Me parece que todo se multiplica y se sostiene mejor si está planeado para la consecución de algún fin en el que se crea y para el que se guarde algún tipo de ilusión. Tal fin puede ser de cualquier clase, con tal de que nos mantenga en orden y con las ganas suficientes para seguir dándole vueltas a la vida. Ahí cada cual puede poner elementos de tipo religioso, político, social, familiar, económico. Todos valen para fortalecernos, aunque no creo que de la misma manera ni con la misma fuerza.

No es casualidad que la señora citada, ¡de ciento cinco años!, haya llegado al centenar ayudando a organizaciones y dando energías a los demás, repartiendo esfuerzos y sonrisas, dando esquinazo a los malos tragos de la vida.

El viejo principio de “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo” no solo tiene aplicaciones físicas. A las pruebas me remito.

1 comentario:

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Gutiérrez Turrión:

¡Ciento cinco años, y con lucidez!.
Lo que demuestra es que esta señora ha heredado unos genes extraordinarios.

Imagino que, desde hace mucho tiempo, tendrá -a su alrededor- las personas que le procuran los cuidados suficientes para que se encuentre como está.

Saludos.