jueves, 17 de febrero de 2011

UN DÍA DIVERSO Y DESIGUAL

Empecé el día con la rutina de mis lecturas y mis revisiones inglesas, que me tienen un día derecho y otro un poco torcido. Estaba solo y a la espera de lo que me dictaran desde Salamanca donde Nena estaba con su padre.

A media mañana me llamó Pepe con la intención de enseñarme la Residencia del Buen Pastor, lugar que voy a conocer al detalle desde la semana que viene pues voy a ayudar durante los dos próximos años en la Junta que tanto bien realiza con la gente anciana en Béjar. Vamos, casi como el otro, siguiendo la carrera política: eso decía uno hace escasos días.

Paulino es un anciano octogenario que ve muy poco; es residente y lo alcancé a pocos metros de la puerta de la Residencia. No me conocía: “Apenas veo”. Cuando le repetí mi nombre y le dije que iba a estar con él durante bastante tiempo, se alegró mucho y parece que le entraron ganas de andar más deprisa. Se le soltó la lengua y empezó a contarme cosas acerca de la vida en la Residencia. Le corté porque hoy no era el día. Ya tendremos tiempo de hacerlo con calma y con sosiego.

Cuando visitaba las dependencias, me llamó Nena para transmitirme buenas noticias: su padre tenía el alta y tenía que ir a buscarlo. En realidad, para ella y los cuidados que le dispensa viene a ser lo mismo pues le dedica tanto tiempo aquí como en Salamanca, pero para todos, empezando por su padre, todo es así un poco más sencillo.

La lluvia, la nieve y el aire me acompañaron en mi viaje a la ciudad. Pero no me pusieron de peor humor que la radio. Empecé escuchando una tertulia en la que durante veinte minutos los invitados se empeñaban en demostrar que una puerta de entrada a un local estaba mal situada. Estoy seguro de que tienen un poquito más de capacidad de la que demostraban en ese momento, pero aquello no superaba un mal marujeo en un serano cualquiera. Seguí oyendo algún anuncio fantástico en el que, para promocionar una tienda, se decía que poseía “todo tipo de aparatología”. Voy a repetir: a-pa-ra-to-lo-gí-a. Y la locutora lorita lo decía con un entusiasmo casi pegajoso. ¿Qué será eso de aparatología? ¿Tendrán escuela filosófica para entender la esencia y los usos de los aparatos en la escala de valores de la actual sociedad? ¿Se tratará de alguna sociedad secreta? ¿De qué tipo de aparatos hablarán? Maravilloso todo.

La ciudad me acogió con lluvia y con frío. Supongo que no pasaría por los locales de la dichosa aparatología pues tendría que haberlo notado y aquello me tendría que haber olido a ciencia pura. Me esperaban Nena, Juan Pablo y Ángel. No paramos nada, salvo los minutos necesarios para acercar a Juan Pablo hasta su casa.

Con Nena dormida y Ángel semiinconsciente y adormilado también, regresé hacia Béjar para hundirme en la tarde y levantar un poco el vuelo en mis clases de la UNED. Y el cielo llorando como un mamarracho al que se le marcharan todas sus fuerzas por los ojos. Y más nieve a última hora, como si no estuviéramos ya ahítos de frío y de colores grises y blancos ratoneros.

Después algo de lectura y un poco de internet. Y un regalo hermoso en forma de libro digital que aún no he podido abrir por mi escasa capacidad en cuanto me sacan de mis caminitos digitales más hollados y sencillos. Pero tengo que ir al libro en cuanto pueda porque espero buenas cosas: es una novela de un amigo que me ha pasado antes de que se publique. Veremos.

Así que fue un día diverso y desigual. Casi como todos los demás. Con otros altibajos no esperados pero no demasiado especiales. Como la vida misma.

1 comentario:

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Gutiérrez Turrión:

Los días se nos completan sin sentir, y se nos escapan.

He visto que hoy el cielo lloraba en todos lados. Aquí ha empezado ya de noche, sin ganas, quizás lo hacía un poco por no desentonar tanto, con los lamentos de los forofos futboleros.

Me alegro que se haya animado a ayudar a los ancianos de la Residencia. Aprenderá mucho, aunque no sé si será bueno que se haga mejor persona de lo que ya es.

Que todo se arregle para el padre de Nena.

Abrazos.