martes, 14 de diciembre de 2010

VUELVE EL HOMBRE (Y NO ES UNA MARCA DE COLONIA)

¿Cuál iba a ser, si no? Yo no conozco otra mejor, por densa y consistente. Es la que transita por el mundo de la educación del ser humano, como portador de posibilidades de regulación de conocimientos, como actor de aplicación de esos conocimientos, como protagonista de la escala de valores éticos a la que puede someter a esos conocimientos, y como impulsor de una nueva vida en la que el ser humano vuelva a ser eje de toda actividad, principio y fin, y no apéndice ni conejillo de indias.

Si a este enorme monstruo del hipermercado en que se ha convertido el mundo no podemos oponerle ningún rival que logre destronarlo ni derribarlo en batalla, al menos habrá que buscar la fórmula de ponerle un traje de fiesta, una cara más amable y un aspecto menos formidable. Es claro que parezco un mendigo pidiendo pan y clemencia pero lo hago desde la rabia y desde la constatación de que, a día de hoy, la batalla anda demasiado desigual.

Decía que ese lavado de cara, tal vez preludio de alguna revolución, pasa por arreglar y mejorar el mundo de la educación, ese mundo en el que a cada individuo, desde la igualdad real de oportunidades, se le enseñe a encauzar su propia vida, a ordenarla y a conducirla desde una mirada crítica y personal.

Ya sé que es un mundo complejísimo y que no se puede articular en un esquema. Me he pasado toda mi vida en las aulas, dándole vueltas mentales a este asunto, y lo único que tengo claro en la madurez de mi vida es que esta tarea es absolutamente clave en cualquier comunidad. Sobre la materia he escrito ya bastante y no quisiera repetirme demasiado. Por lo demás, siento que esto no es más que un desahogo pues no sé de nadie que me haya consultado nunca ni de nadie que me haya pedido consejo en nada. Ni siquiera sé si este breve esquema será realmente leído por alguien, y, menos aún, compartido.

Pero algunos apuntes habrá que dejar aquí también.

Por ejemplo la conciencia de que la escuela no solo es una obligación sino un privilegio para los estudiantes y para la sociedad de la que forman parte.

Por ejemplo que el profesorado necesita tomar conciencia de que es un elemento más del engranaje, pero solo eso. A la escuela no va a salvar la vida a nadie ni a demostrar ninguna cosa, sino a orientar a sus alumnos.

Por ejemplo que todo el sistema educativo (he escrito TODO) necesita de una evaluación continua y una revisión para adaptarse al ritmo al que se modifica la propia sociedad.

Por ejemplo que la escuela necesita mezclar sabiamente la disciplina con la creatividad y la enseñanza según el ritmo de cada alumno.

Por ejemplo que la enseñanza supone esfuerzo y planteamientos a largo plazo, no recompensas inmediatas ni hedonistas: para eso ya están la vida y sus atractivos.

Por ejemplo que tampoco la enseñanza tiene que ser ningún sufrimiento continuo.

Por ejemplo que existe una relación notable entre el ritmo de la casa y el ritmo de la escuela, en rigor, esfuerzo y costumbres.

Por ejemplo que hay que premiar de manera más visible el esfuerzo individual y la excelencia, y no dejarse llevar por la medianía y hasta por la vergüenza entre los alumnos esforzados.

Por ejemplo que hay que reconocer socialmente el valor de los profesionales que se dedican a este nobilísimo trabajo.

Por ejemplo que no hay que minusvalorar lo ya descubierto y conseguido partiendo cada día de la nada y descubriendo mediterráneos. Lo clásico tiene el valor de lo clásico y lo moderno tiene que currarse su valor y su sitio.

Por ejemplo que los elementos técnicos tienen que incorporarse sin reservas como medios útiles para la enseñanza.

Por ejemplo que los ejemplos del mundo laboral tenían que estar mucho más presentes en la escuela.

Por ejemplo que el fin último no es aprender elementos sino aprender a clasificar y a discriminar elementos, para ponerlos al servicio de la mente de un ser crítico.

Por ejemplo que acaso los programas tendrían que ajustarse más a los grandes temas y menos a los elementos concretos, sobre todo porque estos cambian ahora a toda velocidad. Quiero decir que hay que aprender ideas y evolución de ideas antes que datos.

Por ejemplo que, en el fondo, todo tiene que estar orientado a formar ciudadanos críticos y dispuestos a enfrentar su propia vida y no a ser apéndices gregarios de las modas y de los modos que les imponen los mercados. Lo que tenemos que hacer es formar ciudadanos y seres vivos, tenemos que volver a poner de moda el humanismo y el valor de todo lo que afecte al ser humano como tal y no como consumidor irracional.

Solo en este contexto se podrá pensar en una política cultural y social para un contexto en el que el valor de la creación cultural adquiera su sitio digno y, sobre todo, un contexto en el que el hombre sea exactamente eso, solo eso y nada más que eso: el hombre. En tal contexto -y vuelvo a los comienzos de este esquema de ensayo-, uno tiene la seguridad de que tiene al menos el mismo valor que Ronaldo. Y vuelvo a pedir perdón por personificar y por provocar.

N.B. Hasta aquí se ha dibujado un esquema breve de una visión no demasiado optimista de la situación del mundo. Ojalá que esa visión anduviera equivocada y no obedeciera a la realidad. Me temo que, por esta vez, tengo algo de razón. Y no me gustaría que mis hijos, ni los hijos de mis hijos, terminaran por perder la conciencia de sus posibilidades ni de su libertad para decir en algún momento basta.

Cada uno termina posando su vista en los espacios y en los tiempos más inmediatos.

Creo que el esquema sigue sirviendo en igual medida. Acaso me tome la molestia de intentar ejemplificar con elementos más próximos y más inmediatos. Veremos.

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