YO SIEMPRE FUI MAYOR
Asomarse al fulgor de lo que brota
en los albores de la primavera
y encontrarse la rosa ya florida,
con el polen en manos de la abeja
y el sol enamorado de las hojas.
Asistir por sorpresa a una comida
con traje de domingo
y llegar a los postres y al discurso,
con la entrega de premios terminada.
Ofrecer la callada por respuesta,
por si cualquier desliz disimulara
lo inútil de la voz de la certeza,
y descubrir que todo era mentira,
recelo, prevención , desconfianza.
Yo siempre fui mayor, vértice, lanza
de una carrera estéril
por respirar los aires de la tarde
cuando apenas apuntan los rayos de la aurora;
o tal vez soy un niño en noviciado
que no toma los hábitos del tiempo
y corre y se despeña por los acantilados.
Quién sabe: cuánta duda, qué condena.
miércoles, 19 de enero de 2011
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