lunes, 30 de junio de 2008

EL ESPEJO CIRCULAR

Como una vez al mes,
en sesión vespertina de los viernes,
me siento en una silla, disimulo
unas frases al uso, cuatro tópicos,
para dar la salida a la rutina
del trabajo sin par del peluquero.

De pronto me descubro encorsetado
en la pared de enfrente del espejo:
aspirante a alopécico, ojeroso,
a merced del cepillo y las tijeras
y al compás de una música lejana.

Y cuanto más se monda mi cabeza
más revive la infancia que me habita.
¿Dónde está aquel mi pelo tan garrido
que ensortijaba en mechas,
que devoraba noches,
que salpicaba estrellas,
que nimbaba la tez de mi cabeza?

Ahora todo son canas,
nieve en cumbres y en valles, sotobosque
de semen vegetal
y muchas calvas
donde no crecen ya ni los espinos.

Me miro, me remiro, me contemplo,
suspendo mis palabras,
dejo con su labor callada al peluquero,
remunero su esfuerzo justamente
y me marcho en silencio calle abajo
rechazando la luz de los espejos.

N.B. Y esta semana toca sin remedio.

EL PARTIDO ES LA PREVIA

El partido es la previa, no el balón que lame el césped, ni la combinación inteligente, ni esas diagonales que llevan el peligro hasta el portero, ni los cambios de sistemas cuando se va perdiendo. El partido es la previa, es juntarse con alguien y decir vamos, hombre, a ver quién nos espera, a pedir las cervezas bien frías y a sentarnos, es escuchar las voces en la calle, el sonido estridente de los cláxones camino a ningún sitio, es discutir sin tino sobre quién es más sólido para parar al nueve de los otros, es sentir cómo hay veces que no se escapa nadie -pongamos casi nadie- del alboroto múltiple de una comunidad, es descubrir de pronto que hay bobadas como esta que unen sin consciencia de que unen, es dar certeza de que el dinosaurio que estaba dormido al fin despierta y se da cuenta de que alguna vez toca y esta puede ser esa, es olvidar las penas por un rato y enfrentarse al futuro con cara de sarmiento, como diciéndole anda, atrévete conmigo ahora que no estoy solo, es dividir el mundo en nosotros mejores y los otros peores pero sin mala baba, es esperar por algo sabiendo lo que esperas, es perder bien el tiempo pero deseando perderlo de esta forma, es poner cualquier medio y empaparte con caldo siempre del mismo sabor, es notar que en cualquier sitio hay gente con las mismas ilusiones, es qué sé yo qué cosa que dura todo el tiempo.
Faltan un par de horas para que empiece el ritmo del partido. Sospecho que a estas horas ya se ha jugado uno mucho más interesante y atractivo. Y algún otro de especulación y de juego con las emociones de toda la comunidad, intentando llenar el saco de pasta a través de los anuncios y del juego de los instintos. Después se jugará otro también muy largo y de incierto ritmo. Mejor que el balón entre. Porque esto es solo un juego, pero la vida es también quizás solo otro juego. Y todas las exageraciones de estos días se sembrarán en lágrimas si pasa lo contrario. Pero con la victoria. Ay con la victoria. Veremos.


Pues con la victoria el descontrol. Por ahí suena de todo. Parece que por casi todas partes sucede lo mismo. Bueno, que sea una fiesta. Pero solo eso, que esto es un juego y nada más. Pasadlo bien

sábado, 28 de junio de 2008

MENOS COLOSO

Parece que se confirma que El Coloso no es una obra de Goya sino de uno de sus discípulos. Centenares de obras con la marca de Dalí tampoco son suyas, y así por todas partes. El alguacil alguacilado. Esto se da en el arte con una frecuencia enorme. Lo que me interesa de este mundo es hasta qué punto está montado sobre la fantasía y sobre la apariencia. Después la bola de nieve hace el resto. ¿En cuánto se ha depreciado esta obra por el simple hecho de la firma. O sea, que su valor estaba en el nombre, no en el color ni en el significado. Mierda y más que mierda. Todo es representación y sumisión a unos valores. Los del dinero mayormente. Por este hecho Goya no pierde nada en mi estimación, sigue siendo un auténtico coloso en el mundo de la creación. Pero sí pierde la estructura del mundo del arte y de la creación en general. ¿Por qué vivir siempre de la fantasía (quiero decir de la mentira)y tan poco de la realidad? Pero es que sin fantasía y sin sobreañadido el arte sería otra cosa y hasta se caerían los palos del sombrajo con demasiada frecuencia. Todos estos retablos de las maravillas sirven para mantener ese mundo que no sabe nadie cómo determinarlo ni cómo medirlo. Algo similar ocurre en literatura. No hay como crearte fama para poder echarte a dormir. El canon lo determinan criterios que no siempre precisamente tienen que ver con el arte sino con elementos mucho más triviales. Eso sí, más tarde se le echa encian una pátina de incienso y tontería y así vamos tirando. El asunto da para mucho. Entre otras cosas para que siga funcionando la crítica y los críticos, y para que siga su rumbo el mundo de la vanidad y de la representación perpetua. Qué vida esta.

viernes, 27 de junio de 2008

DIES IRAE

Quizás como contrapunto a este día caluroso, soleado, de despedida de mucha gente, de paseíto nocturno por la brisa del parque, por donde se dejan ver las rosadas carnes de las muchachas en traje de fin de semana, y con la esperanza puesta en un buen descanso.

DIES IRAE

Fue la mañana ciega cuando el cuerpo
se peinaba de lluvia. La ventana
de luz contra el vestigio
del centro de la noche.
El reino de la sombra iluminaba
las glándulas del mundo.
El aire se aquietó desvaneciéndose
para dar paso al fuego que, es sus brasas,
daba cobijo al hielo.
De pronto la pureza se alzó al odio
y de los labios
manaron sin sentido las palabras.
Costó trazar al cielo
la línea divisoria del ocaso
y en los montes
se suspendió el susurro de la peñas.

Cuando avanzó el cortejo,
seguías siendo la misma y tu mirada
era estructura estática del tiempo.

jueves, 26 de junio de 2008

A POR ELLOS

Por ahí suenan las voces y los coches, que no tienen horarios en este día de principios de verano. Lo que es el fútbol y las pasiones que arrastra. Cuántas variables concentradas tras un balón. Y no todas son positivas, ni mucho menos. Pero hoy no tengo ganas de darle vueltas al asunto. Está bien lo que bien está. He perdido una porra pero lo hago con gusto y hasta con alegría. Esta comunidad llamada España tiene pocos momentos de festejo verdaderamente común. Este es,casi, uno de ellos. Pues sea y a por ellos. Eso sí, sin aplastar a nadie, simplemente con la alegría de quien se lo pasa bien. Y si el domingo se pierde, que no sea ninguna tragedia, que esto es un juego. Tan solo eso. Venga.

miércoles, 25 de junio de 2008

OTROS ESCENARIOS



Cómo cambian las personas según los escenarios en los que se muevan. O acaso lo que cambia es la mirada. Tal vez. El caso es que hay grupos de personas que, si las sacas de su ambiente natural, se convierten en otros seres, o al menos dejan al descubierto otras facetas hasta entonces ocultas y escondidas. Como que no quiere la cosa, nos hemos escapado este mediodía a comer al amparo y a la sombra de la dehesa en Candelario. El curso ya declina, todo está consumado: las notas, los papeles, las clases, los disgustos, y casi hasta la burocracia. Apenas una reunión y otro festejo para decir adiós a los que se marchan o se jubilan y todo será ya verano. La sombra del roble es siempre fresca pues crece en altura y en sitios donde abunda la humedad. La dehesa de Candelario alberga un robledal frondosísimo y, en medio de él, han levantado unos edificios que sirven de refugio y de descanso. Allí hemos cocinado, allí hemos comido, allí hemos echado unos buenos tragos, y allí hemos charlado. La gente es otra gente en sitios distendidos. Parece que se olvida de la seriedad de la clase y del claustro y aparece con otra cara nueva. Mejor así. Hasta hemos tenido tiempo de jugar, o algo parecido, al fútbol en un pequeño descampado. Es otra cara amble de la vida, menos hosca y oscura, más risueña y amable. Y es que la vida está llena de elementos complementarios y de caras diversas. Por supuesto, me quedo con estas de hoy y rechazo las de otros días y las de otras ocasiones. Hoy fue una tarde alegre. La terminé con un paseo por nuestro Castañar y sentado al fresquito en mi terraza.
Cómo me mata el calor, cómo me sofoca y me quita cualquier iniciativa. Cómo agradezco las sombras de estas tierras y el fresquito nocturno. Entramos en período en el que tenía que estar prohibido salir de por aquí. A mí me gusta bien poco hacerlo, pero tendré que cumplirlo algunos días. Otros me lo han pedido y tengo que atender sus peticiones. Veremos lo que pasa.

¿QUÉ PASA POR AHÍ FUERA?


¿Qué pasa por ahí fuera? ¿Hay alguien? Por supuesto que hay seres. Hay personas, hay animales, hay objetos, hay árboles que viven, hay elementos que se mantienen. Lo importante no es eso sino cómo mantienen su existencia y en qué medida me siento concernido por la misma. Los medios nos simplifican, nos empequeñecen, nos dirigen y nos aniquilan a su antojo, reducen la realidad, jibarizan la existencia. Según esto, yo -y los demás- tendríamos que estar empapados por todo lo que sucede en el PP, por ejemplo, que ha celebrado este fin de semana su congreso nacional y se ha reorganizado para otros cuantos años. Pues no estoy nada seguro de que a mí me haya quitado demasiado el sueño. A pesar de las páginas, de los artículos, de los editoriales y de las noticias a gogó. Parece como si mi cuerpo me mantuviera en otras ocupaciones, como si mi ánimo tuviera otras direcciones por las que circular y mis días me mandaran aromas de otro tipo. Dentro de nada le ocurrirá lo mismo al PSOE y no sé si no me sucederá algo similar. Y no es que no me interese lo que pase por ahí, es que me interesa de otra manera. Observo y todo me parece que se reduce, por parte de todos, sobre todo de los medios de comunicación (otra vez los medios de comunicación), a luchas personales. Todo se personaliza, todos son héroes por una hora y villanos de por vida, todos son partidarios de uno pero no de una (idea). Y así todo se va en fregados de segundo orden, convertidos en zancadillas y en fotografías. No, no es esta la realidad que me interesa y no creo que entre en ella ya nunca. Mi edad y mi situación no dan para ello.
Porque este enfrentamiento personal es el que está presente en el desarrollo de la sociedad en la que vivimos. Todo es enfrentamiento, éxito o fracaso. Como si no fuéramos capaces de mirar en conjunto para nada, siendo así que cada día somos más en este pequeño planeta y no podemos definirnos sin la presencia de los otros.
Hoy mismo he asistido al momento en el que muchos alumnos recogían sus notas. Éxitos y fracasos, más éxitos y más fracasos. ¿Para qué? ¿De qué sirve todo esto? Lo único visible son las malas caras y los disgustos. Y esas caras que no se olvidarán con frecuencia porque pusieron una gota de lluvia oscura en la trayectoria de toda una vida, siempre más amplia y más compleja.
Si nos juzgáramos a nosotros mismos con la misma crudeza. Pero ese es otro cantar que suena en otra escala muy diferente. O sea, que pasan cosas, claro que pasan cosas, aunque yo no las quiera oír ni ver porque no me proporcionan ni un gramo de bienestar.

lunes, 23 de junio de 2008

CREAR PARA CONOCERSE

Debería seguir llenando líneas para conocerme y para reconocerme a mí mismo. Es algo que tengo bastante claro desde hace bastante tiempo. Seguramente eso explica que, en realidad, nunca haya salido de la primera persona, siempre haya estado en el yo, en el egoísmo. Quizás también por ello, la descripción por sí misma me interese menos y siempre aspire a la reflexión. No me sirven los datos por los datos ni la naturaleza por la naturaleza sino que me sirven ambos elementos porque en ellos me reflejo y porque de ellos puedo extraer consecuencias para mí mismo y para mi vida. Si aplico este principio a la lectura, tendría que convenir en que aquellas obras que no incorporan reflexiones morales directas o indirectas no me satisfacen y me dejan frío. Es verdad que existe el pasatiempo como tal, e incluso que acaso no es mala base de explicación de la vida, pero tengo que ver “chicha” en las proposiciones para identificarme con ellas o para rechazarlas. Es como me siento más a gusto. Por supuesto, he dicho reflexiones directas o indirectas, que todas valen.
En la creación se indaga y se aparta uno por caminos que no siempre esperaba, de tal manera que uno sale de casa hacia un lugar pero no siempre llega el lugar elegido, es el propio camino el que va marcando la ruta y la dirección. Tampoco creo que haya que salir de casa sin rumbo desconocido y a la aventura sino con planes concebidos, pero sin la rigidez que te impide mirar el campo y cambiar la dirección según como se dé el día. La creación es tanto comunicación como conocimiento. La comunicación está ya en la salida, el conocimiento se halla desperdigado por el camino, por la ruta, en el tiempo de la creación.
Lo importante es que todo esfuerzo conduzca a conocerse uno un poco mejor, o a descubrir que realmente nunca se sabe casi nada de nada, tampoco de uno mismo. ¿Con qué otro fin se podría crear si no es para satisfacción personal o para disgusto propio? No siempre anda uno predispuesto a dejarse llevar por la corriente. Hay muchas cercas que acotan el camino. Las hay de carácter social, de tipo religioso, de índole moral, y hasta de base económica. Poco importa. Hasta en eso tiene uno que descubrirse y desnudarse. Aunque solo sea para reconocer lo pudoroso que se puede llegar a ser y que en realidad se es, lo condicionado que anda uno por todo y el mundo reducido en el que se mueve. Mortificarse continuamente no conduce a nada demasiado bueno, pero andar en el limbo a cada minuto tampoco parece que ennoblezca a nadie ni que mejore su calidad de vida. Así que a descubrir mediterráneos, a darse uno más vida, o acaso un poco más de tristeza o de muerte, quién lo sabe. Para adensar los días, para dar un sentido a cada hora, para ser uno algo más uno mismo.

domingo, 22 de junio de 2008

RETAZOS


El fin de semana me ha regalado algunos ratos de buena salud mental y de optimismo. La mañana del sábado me regaló un paseo por Piquitos, esas crestas que resguardan a Valdesangil de los aires del norte y que tienen sembrado su suelo de aromas. En muy pocos lugares se pueden sentir los perfumes de la mejorana, del tomillo, del cantueso o del orégano como en estas laderas. Aprovechamos el rato para recoger algunas de estas especias y para embriagarnos de todo lo que sale de la tierra. Desde lo alto se divisaba un panorama veraniego amplísimo en estas sierras bejaranas.
La tarde me reservaba en Valdemierque, un pueblecito posado en la llanura próxima a Alba de Tormes, el conocimiento de una voluntariosa asociación que, cuando llegan los estertores de la primavera y los primeros vagidos del verano, se reúne en torno a unos manteles y al lado de unas ideas. Qué hermoso resulta descubrir que también en poblaciones tan pequeñas existen personas que se interesan por asuntos culturales. Este año habían dedicado el día al recuerdo de Gloria fuertes, en el décimo aniversario de su muerte. Me invitaron a homenajearla con algunos de mis poemas. Raro el asunto, sobre todo teniendo en cuenta que mi poesía muy poco o nada tiene que ver con la de Gloria. Poco importa, lo importante es que un buen grupo de personas del lugar y de Madrid se reunieron y festejaron la buena mesa, la charla, las buenas intenciones para relanzar el pueblo al amparo de una hermosa colección de juguetes que allí se guardan, y la disculpa de la entrada del verano.
Y hoy mismo la eurocopa, ese invento extraordinario para tener pendiente a toda una comunidad detrás de un balón. No está mal. El balón es una de las pocas cosas que nos unen. Qué le vamos a hacer. Por ahí ruedan los coches y suenan los ruidos de los cohetes. No da para más. Tampoco para menos. Sea.

viernes, 20 de junio de 2008

NOCHE DE PLENITUD



Es la noche final del equinoccio, la noche inicial del solsticio, la plenitud de la luz, el reino proclamado del sol y de sus fuerzas. Hoy se acaban muchas cosas y comienzan otras, ya es tiempo de verano y de contar los días en horas de descanso. Hoy he mirado al sol y me ha mirado, he mirado a la noche y no me hablaba: estaba muy lejana y escondida, como con cierto miedo. Es tiempo de plenitud, de magia, de purificación, tiempo de echarse al mundo, de dominar el tiempo, de hacerse desobediente en todos los niveles, tiempo de prometer desobediencia en todo lo civil y colectivo, tiempo de practicar desobediencia en todo lo que huela a religioso para hacerlo más religioso, y siempre tiempo de desobediencia militar para no ser partícipe ni cómplice de nada que me acerque hasta el dolor.
Y si puedo pedir, pues que no quede: debería intentar construir y destruir el tiempo como me dé la gana. La medida del tiempo es lo único que el ser humano trae a la vida. ¡Si supiera medirlo! Ya digo que es noche de magia y de promesas.

jueves, 19 de junio de 2008

DANDO LA NOTA



Dos son los momentos casi insalvables para mí en este mundo apasionante de la educación. El primero tiene que ver con la corrección de exámenes. Siempre con la certeza de que unos folios escritos apenas dibujan difusamente las capacidades de una persona a la que, sin embargo, hay que notificarle que ese escrito es correcto o que es manifiestamente mejorable. El otro se produce precisamente por estas fechas. Es el momento de las notas finales. Entonces, la certeza de que la nota solo es aproximación a las cualidades que atesora el alumno y de que, en otras ocasiones, se hace la vista demasiado el sueco y se deja pasar todo, es muy visible. Confieso que lo paso mal, que nunca lo he superado y que ya no lo voy a superar jamás. Cada año descreo más de las notas, de la relación entre estas y las capacidades y esfuerzos de los alumnos, y de la utilidad que puedan tener las mismas. ¿Para qué sirven en realidad? Si al menos fueran las de estímulo, es decir, las positivas, lo entendería, pero las negativas no concibo que lleven a otro sitio que a la frustración. Lo malo es que hemos acostumbrado a los alumnos a ese juego, y entran en él como un mal jugador cualquiera, y apartarse de lo que dicten los exámenes sería para ellos algo aún peor y menos entendible. Cada alumno es lo que es, tiene las potencialidades que tiene y esas son las que hay que potenciar y desarrollar; y, si un año no lo hacen, peor para ellos, se han quedado estancados por un tiempo. Otro tiempo vendrá en el que lo hagan mejor. ¿Quién soy yo para ordenar su vida y para frustrar sus ilusiones? Resultado: cada vez me cuesta más suspender a nadie. No creo que por ello disminuya el esfuerzo de cada día. Ya compensan otros con suspensos a todo trapo. Siento la complicidad de los alumnos, que lo sufren y parece que lo hacen como si fueran esclavos agradecidos. Esto me apena. Cómo me gustaría partir un año del aprobado general. A ver qué pasaba. Creo que el aprendizaje no se iba a resentir. Y cuánta mala baba se iba a eliminar. Tal vez sean solo ilusiones mías.
Menos mal que el trago de este año está casi pasado. El próximo ya veremos.

miércoles, 18 de junio de 2008

ALIMENTARÉ MI CURIOSIDAD



Otro peldaño para andar despacio, para medir el tiempo, para subir con calma, para sentir con calma, para sentirse vivo: “Alimentaré mi curiosidad a diario”. O mejor cada hora. No paso buena racha, lo confieso. Si no fuera por la presencia de quien más me quiere, mis bajonazos se notarían más de lo que ya se notan. Y lo hago sin razón y acaso sin sentido. Porque soy un privilegiado de la vida. Llego con tranquilidad a fin de mes, aunque me asusten los precios cuando salgo de compras y no entienda ni jota de este sistema absurdo en que vivimos, miro hacia el horizonte y lo veo despejado o con pocas nubes, tengo un trabajo estable y nadie me vigila, no tengo ningún jefe ni soy jefe de nadie (no lo soportaría), hay gente que me quiere y gente a la que quiero, me preocupan las cosas, a veces hasta presumo en latín sobre este hecho (nihil mihi alienum puto)… En fin, ya veo que muchas cosas me sonríen. A pesar de los tropiezos que me pone la vida.
Pero debería ser más activo en todo caso, procurar sacarles un poco más de producto a mis curiosidades, indagar con menos miedo hasta notar que salga lo que salga, descubrir que siempre hay algo al doblar esa esquina, sentir que hay muchas cosas, casi todas, esperándome siempre, saber que el mundo entero está ahí para que yo lo viole hasta el orgasmo, pensar que, aunque he vivido, casi todo me queda por vivir, dar rienda suelta al gusto por descubrir mis propios mediterráneos, firmar que el pensamiento, como dijo el cantante, no puede tomar asiento, desmenuzarlo todo hasta que sea la arena, vivirme y ser vivido, almacenar escenas imprevistas, desnudarme en la tierra y vestirme en la playa, arderme entre la nieve, perderme y encontrarme en cualquier parte, sonreír y saber que estoy llorando, atreverme a gritar que hay mucha mierda en el campo llamado la enseñanza, mirar de cara al sol y no bajar la vista aunque me quede ciego, adormilarme solo cuando ya esté rendido, velar si eso me acerca al punto donde vive la verdad, dejar correr el tiempo sólo por no poder pararlo en seco, querer y ser querido como único deseo, olvidar el pasado y vivir el futuro en el presente, ser aprendiz de todo y maestro de nada, buscar que la palabra de cauce a lo escondido, y hasta dormir pensando qué aguarda al despertar.
Serrat nos animaba con aquella canción que comenzaba así: “Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así”. Que me mate la curiosidad y no el aburrimiento, que la muerte me encuentre de camino y no rendido a todo, que me quede un resquicio de esperanza para seguir viviendo con la picadura de la curiosidad. Tampoco será fácil, lo comprendo, pero hay que andar al loro y no dormirse, hay que cultivar dudas y no solo certezas. Veremos lo que pasa.

martes, 17 de junio de 2008

SOLO LO SIMPLE


¿Quién está en disposición de componer un decálogo que nos acerque a la felicidad? Con solo que me acerque yo me doy por satisfecho. Lo hermoso es el camino, la meta siempre frustra. Por eso hoy me propongo al menos pensar en una frase que me parece honda: “Intentaré comprender todo lo simple”. Es verdad que la vida es trabazón, que no hay nada aislado y apartado, que todo se conjuga en línea curva, que la circunstancia forma parte de la definición de las personas. Pero también es cierto que cada día me encuentro con demasiadas dificultades que no sé cómo hacerlas mías ni cómo dominarlas para sentirme a gusto. A veces tengo hasta miedo de no interpretar justamente o de no estar a la altura de las circunstancias. Y lo tengo porque muchas veces interpreto los datos con demasiada prudencia, con el corte que da estar instalado en la inseguridad, con la creencia cada vez más arraigada de que, aunque las cosas son muchas, las leyes que rigen su existencia y su comportamiento quizás no sean tantas, al menos no tantas como las que pretenden tantas gentes que todo lo interpretan mirando su propio beneficio.
El sol sale y se pone cada día, el horizonte siempre está ahí, las gentes nacen y pasan, las fuentes refrescan y el aire es el sustento trece veces por minuto. Mientras tanto, casi todo el mundo se afana en dibujar arabescos en la realidad, en poner mosquiteros a la tarde, en velar con un burka a las personas, en no darse por enterados que no hay más realidad que querer y ser queridos, en agrandar sin fin las diferencias, en divagar y en gastar esfuerzos por cargarse de perras, en aparentar sin tasa delante de los demás, en establecerse en grupos y apuntarse al de los que más tienen, en levantar castillos donde apenas hay chozas, en dar pábulo al cuento, en enredar con todo, en complicar la fiesta de la vida.
Si hago caso a los clásicos, me compongo de agua, aire, fuego y tierra. Lo demás es compuesto y derivado, almacén de elementos que se encuentran, azar del universo, casualidad y acaso. Y siempre poca cosa y poco rato, un milagro continuo de la vida, un despertar y verme en el camino, aún en el camino de la vida, un peregrino eterno, que encuentra su hospedaje en cualquier sitio, que goza de la luz de ese camino, que ve cómo sucede cualquier cosa sencillamente porque así es la vida, porque es bueno que ocurra simplemente, que se sacia de agua y que respira como lo hace una peña o un jilguero. Sencillamente eso: “una mesa de paz bien abastada”.

lunes, 16 de junio de 2008

INTERTEXTUALIDAD


Dicen que nada existe
si no es antes nombrado,
que el dorso refulgente de una mesa
no da luz ni soporta las palmas de mis manos
sin los cuatro sonidos de la palabra mesa.

Una eme que concita en los labios
una balsa de amor, mientras el aire
aspira a ver el mundo por otras oquedades
y se apoya, amistosa,
en una e que destruye
los diques de la presa y se proclama
vibrante con sus tonos y sus trajes
de juventud sonora.
Silva la ese un fresco que se alivia
con la presencia franca de la a,
abierta al mundo, convencida y cierta
de que todo sonríe en su presencia.

Mesa, amor, golondrina, alondra, vida...

Tú superas las leyes y los usos
pues no puedo nombrarte
sin pedirte que vengas con tu cuerpo
a llenar de certeza las palabras.
¿Qué sería de tu nombre sin tu boca,
que repitiera en ecos cada letra,
que diera fe de tantas vibraciones,
de vocales al viento, de nasales
furtivas y sedientas de tus ecos?

No me dejes tan solo con tu nombre;
es tu nombre sin ti un eco sin rumbo,
una huella en la arena de la tarde,
un sueño entre humo y niebla.

Deja que la palabra
navegue libremente por tu cuerpo
y se pierda en las olas de tus mares.

domingo, 15 de junio de 2008

UNA PÁGINA MÁS



Ya veo el final del túnel de este trabajo extra de la selectividad. Vaya atracón de exámenes, vaya muestra académica de cómo están nuestros estudiantes. Uno tiene la impresión de que algo se puede concluir después de pasar los ojos por tantas páginas, de que algo se podría opinar con certeza acerca de los valores y de las deficiencias de estas generaciones jóvenes. A mí nadie me pregunta al respecto. Con frecuencia leo informes exhaustivos y me río con desdén. La vida es un conjunto de valores y de intereses personales. Mover a muchos individuos supone tener claros cuáles son sus intereses: por ellos se mueven y con ellos pasan la vida. En general, no creo que la situación sea tan alarmante como algunos nos la quieren presentar, sobre todo si sus críticas siguen dando la matraca con la importancia de la memoria y se olvidan de lo esencial que resulta que una persona sea autosuficiente en el pensamiento y en la opinión, o sea, que sea capaz de tener criterio y que este sea razonado. Tal vez porque a todos esos adalides de la catástrofe realmente no les interese que se cultiven estos últimos apartados. Ya se sabe que una comunidad educada y pensante termina por causar dificultades y protesta.
En fin, que adiós a todos los muchachos que pasaron esos días tan estresados en los exámenes. Yo también los he pasado con la corrección. Pero todo pasa, dentro de tres días nadie se acordará, y la vida seguirá como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Cuando pase el tiempo, a propósito de no se sabe qué, tal vez se recordarán detalles de aquellos días de selectividad. Yo prefiero olvidarme hasta de los detalles.

Pero no me olvido de mis paseos por el campo, de las alergias que se me han desatado como hacía mucho tiempo que no me ocurría, de mis ánimos y de mis desánimos y hasta de la eurocopa, ese fenómeno creado y engordado como siempre para mayor gloria y dinero de los medios de comunicación. No está mal como sedante frente a tanto disgusto y tanta crisis como se cierne sobre nuestras cabezas. Y Ángel que se nos ha acojonado y se nos ha quedado en casa, con un montón de años encima de repente, como viendo venir otra situación a la que no estaba acostumbrado y en la que se siente perplejo y sin saber a qué carta quedarse. La inminencia del tiempo, del tiempo derramado, del tiempo ya vivido, del tiempo del pasado, del escasito tiempo del futuro, del tiempo y realidad en que vivimos. Todos, Ángel. También nosotros. Todos.

sábado, 14 de junio de 2008

CORRIJO UN EXMEN DE SELECTIVIDAD

Estos días estoy que lo tiro. Papeles y más papeles por todas las partes. Preguntas y más preguntas. Respuestas y más respuestas. Resulta aburridísimo, pero no del todo.
Formulario para no morir en el intento: Se abren los folios. Se mira el tipo de letra y procura uno no enfadarse antes de leer al menos cinco líneas. Si la caligrafía es buena, el aprobado se promete por narices. Se lee el resumen y se observa que demasiadas veces empieza de esta guisa: “El presente texto es un artículo de opinión publicado en… En el mismo, el autor…” Uno empieza a echar pestes recordando que lo que se ha pedido es un resumen, no quién lo ha escrito ni dónde se ha publicado. A veces escribe al margen algo así como esto: “Sobra”. Otras veces se perfila sencillamente un trazo con bolígrafo rojo y se sigue leyendo. Si se observa un léxico impreciso y divagante, se prepara uno para el sufrimiento continuo pues todo el ejercicio será así. Se califica por el medio de la tabla porque el alumno, a pesar de todo, algo habrá escrito y no es cuestión de no valorar su esfuerzo y su tinta. Se intenta leer el esquema y se observa que el susodicho te suelta un parrafazo de no te menees cuando esperabas frases cortas y nominales, además de jerarquización de ideas. En ese momento uno ya puede soltar la primera mala palabra para desahogarse. Al fin y al cabo da igual, pues nadie se va a enterar. Si el fenómeno se repite en muchos alumnos, uno tiene el derecho a pensar que no es error del alumno sino del profesor que les ha enseñado. En esos casos, es mejor echarse a temblar y a rezar. A la hora de calificar el comentario de texto, conviene tener los ánimos templados y esperar repeticiones y paráfrasis. De vez en cuando te encontrarás con formulaciones teóricas que sirven de introducción para cualquier comentario pero que, en realidad, no comentan ninguno. También en esos casos conviene no perder de vista cuál ha sido la labor del profesor correspondiente. A estas alturas echarás mucho de menos la solución sencilla que consiste en describir usos lingüísticos, citar dónde se dan en el texto y comentar en qué medida representan la realización del tema. O sea, el comentario de siempre. Como te hallarás léxico de aquella manera, anacolutos y toda clase de faltas de coordinación y de relación, tendrás la obligación de tranquilizarte y de preguntarte por qué sucede eso y a qué últimas razones obedece todo lo que ves. Se lee el análisis y tendrás que ponerte gafas para interpretar los signos. Desde ese momento tienes asegurado el diploma de intérprete en esperanto. Lee la parte de literatura sin grandes ilusiones pues normalmente te encontrarás con fechas y más fechas y con asuntos de menor importancia. No te preocupes demasiado porque, al cabo de unos días, la memoria habrá dado al trate con todos ellos. Cuando vayas concluyendo, piensa que aún te queda sumar todas las notas parciales para poner una sola. Recuerda que, aunque no sepa demasiado el alumno, con un poco de por aquí y otro poco de por allá, te saldrá una nota próxima al aprobado o superior a este. Si no alcanza el apto, dale un pequeño empujón. A ti qué más te da.
Y no olvides una cosa: salvo para dos o tres carreras universitarias que tienen nota de corte, esta clasificación no sirve para casi nada. Perdona, miento: para ponerte la cabeza como un bombo. Y puestos así, casi que no merece la pena. ¿A que no?

miércoles, 11 de junio de 2008

UN FUGAZ INSTANTE

Selectividad, Salamanca, 11-6-08


Es blanca la mañana. Permanece
un tibio sol que apunta claridades.
Sentados en hilera, silenciosos,
dibujan una frágil belleza adolescente
en las blancas cuartillas donde escriben,
y anotan sueltos datos que componen
un impreciso cuadro
de indefinida técnica pictórica.

Apenas son tres días y sus rostros
anuncian que se ha parado el tiempo.

Mas todo es falsedad, lección no escrita:
es un fugaz instante que permanece solo
para arrimar certeza y convencernos
de que nada en esencia permanece.

Mañana es otro día
y estas serán palabras
hace ya tiempo escritas.

martes, 10 de junio de 2008

PARÉNTESIS

Escaso tiempo, pocas ganas y un encontronazo casual con un texto manuscrito de no sé cuánto tiempo atrás me hacen recuperar estas palabras que me vienen muy al caso de mis ocupaciones de estos días en Selectividad.

PARÉNTESIS

La mañana se dora en los cristales,
en un guiño de luz y de verano.
El sol baña los bancos de los parques
donde se aman los jóvenes. Me siento
a esperar a que lleguen los muchachos,
cargados con rumores de la vida
que se cifran en días de Selectividad.

En desiguales surcos que siembran en la hojas
dan plante a Cicerón y a sus discursos,
escudriñan la mente de Aristóteles,
intentan resolver las ecuaciones
o adivinar los nombres de viejas catedrales.

Se encierran en un mundo enajenado
como prueba eficiente de la supervivencia:
("Tienes que hacerte un hombre, el mercado
te expulsa si no eres competitivo;
aprovecha, hijo mío, y hazte un hueco,
depués ya tendrás tiempo de degustar la vida:
ya sabes, amplio piso con vistas exteriores,
vacaciones pagadas al contado
y dos coches al uso de marcas conocidas")

Y sobreviven todos -pongamos casi todos-
a esta prueba que ensalza la no-vida,
incluso a los cuidados excesivos
de todos sus guardianes profesores,
a los que amablemente les propongo
que jueguen a jugar, tan solo a eso,
y olviden su trabajo de vampiros.

Porque la vida sigue plantada en los jardines,
en los bancos ardientes que sostienen
los besos y las ansias de estos graves muchachos.
Laura no está en las aulas con Petrarca,
toma copas y fuma por los bares,
se retuerce de gusto cuando la miran ojos
que la invitan con guiños
a violar los secretos de la noche.

Por eso, al terminar este paréntesis
de ensayos y de cifras, de sintagmas,
de contextos, teoremas y de incógnitas,
quiero ver a los jóvenes volver hasta los parques,
violar la noche entera
como vestal que añora
la apertura solemne de los templos.

La vida se desploma en línea recta:
"en polvo, en humo, en viento, en sombra, en nada".

lunes, 9 de junio de 2008

SELECTIVIDAD


Estos días de junio precipitan las ansias y trabajos del invierno. También los de los escasos días de primavera de estas tierras bejaranas: por aquí siempre tarda en alzar las hojas y en dar cabida al calor.
Otra de mis debilidades y contradicciones casi anuales es la de prestarme al juego ese que llaman selectividad. Suelo desplazarme a Salamanca, donde se reúnen alumnos de múltiples centros, todos estresados, con los nervios a cuestas, dispuestos como nunca a soltar adrenalina, asustados al máximo, serios como pocas veces… Y así en todas las partes, también aquí en Béjar. Nuestros propios alumnos, nuestros propios vecinos, nuestros propios familiares. Confieso que me presto a ello por el cambio de aires durante unos días, porque de no hacerlo tendría ocupaciones similares en otras aulas, y porque algún beneficio económico me rinde. Ya se echa de ver en esta confesión que no son argumentos de demasiado peso. Acaso sí normales por repetidos en todo.
El caso es que en toda esta liturgia tan bien organizada no sabe uno a qué Dios se está invocando ni qué función tiene cada participante. Seré muy drástico y, por lo tanto, impreciso e injusto. También voy a quedarme al descubierto. Una vez más.
Me he preguntado muchas veces por el sentido y el valor de actividades como esta y siempre termino concluyendo en tres pilares:
a) El sentido de que los centros privados mantengan cierta cautela a la hora de calificar a sus alumnos y no engorden demasiado las notas.
b) El sentido de que los profesores de los centros públicos se sientan también un poco vigilados.
c) El sentido de que a unos cuantos se nos gratifique la labor ingratísima de la corrección.
Lo demás es un mundo muy complejo y con escaso valor, en el que juegan muchos y con muy diversos intereses: los alumnos, que cifran sus esperanzas en empezar de nuevo en sus carreras, pero ya en las suyas; los padres, que adivinan en sus hijos futuros placenteros; la sociedad, que clasifica a sus seres para ver la forma de mantener la estructura menos mala para la supervivencia.
Porque aquí todo es clasificar, sentirse evaluados, pasar el corte limpios, apuntarse a un trabajo que nos guste, o al menos a uno de esos que afirman que tiene buen futuro. Y todo, en buena parte, depende de esta clasificación.
Cuando llego a este punto, siempre me propongo esta reflexión:
a) En realidad, ¿se hace con garantías totales esta clasificación y la de toda la enseñanza?
b) ¿No es más cierto que la vida está llena de muestras de gentes torpes con medallas y títulos en todos los bolsillos?
c) ¿No es verdad que también está llena de gentes con buen talento y sin ninguna titulación oficial?
d) Y, en caso de que todo lo anterior fuera correcto, ¿no es menos cierto que, en realidad, a lo que contribuiríamos sería a la repetición y perpetuación de esta sociedad en la que vivimos, con esta escala de valores tan manifiestamente mejorable?
Los alumnos siguen gastando esfuerzo en estos días. Los veo mientras ideo estas líneas. Los comprendo un poco más. Los presiento fuera del aula y por las calles. Ya, dentro de nada, a la vuelta de dos días. Todo habrá pasado. Porque todos pasarán. Pasarán aprobando los exámenes. Pasarán porque inmediatamente se olvidarán de ellos y se vestirán de verano. Pasarán porque los exámenes también pasarán de ellos. Que a todos les vaya bien. Por mí que no quede. Ánimo.

domingo, 8 de junio de 2008

ESE MALDITO MIEDO


Seguramente el ser humano aspira en alguna medida a llegar a eso que llamamos la felicidad, la belleza y el placer. Son palabras grandilocuentes pero, tomadas con cuidado, con porcentajes y a cuenta, responden a lo que se supone que todo hijo de vecino se propone alguna vez en la vida. Felicidad, belleza, placer… ¿qué será todo eso? Apenas si atisbamos sus estados, su situación, su desarrollo, sus cualidades. Y, sin saber apenas nada de ello, aspiramos a entrar en sus dominios, al menos por un rato. Todos. Consciente o inconscientemente, proclamándolo o desde el silencio.
¿Quién conoce la fórmula? ¿Existen esas fórmulas? Nadie sabe realmente nada. Ni siquiera en qué puede consistir la definición de estos estados. Pero tenemos un recuerdo, la nostalgia de algún momento en el que nos hemos sentido satisfechos, como con ganas de decir que no nos muevan de semejante estado, con ansias de hacer tiendas para quedarnos allí. “Se canta lo que se pierde” decía el maestro. Qué razón tenía. ¿Quién puede aspirar a la felicidad ni no ha tenido algún atisbo de lo que puede suponer, si no ha saboreado alguna vez las mieles de sus frutos? Porque se aspira a algo de lo que tenemos noción, a algo de lo que se nos ha hablado, a algo que nos hemos figurado o a algo de lo que hemos gustado en alguna ocasión.
Y existe un elemento que tal vez nos impida gozar de esos hermosos frutos de la belleza y del placer. Tal vez eso sea el miedo, el miedo a no seguir la senda prefijada, a sacar los pies del tiesto, a no atenernos a lo que nos han marcado, a cierta precaución a no responder a lo que nos han inculcado. No sé si el miedo no se convierte en muro que nos impide ver lo que hay más lejos, o lo que simplemente se halla al otro lado de la tapia, ahí, para ser gozado, ahí mismo, para ser violado con nuestras propias ganas, con nuestras propias ansias y deseos. Ese miedo maldito cargado de cultura, de cultura que impone las reglas al uso, de miedo que suscita fantasmas por doquiera, de siempre andar pensando en si se ajusta a algo o simplemente empuja a gozar del momento. Es la cultura un miedo que lucha contra el gozo del azar, contra las exigencias del instinto, contra todo lo que ha tomado pie entre las gentes que imponen la cultura con mayúsculas.
Qué difícil es todo. Yo sé que no hay persona sin la presencia de los otros, que ni siquiera se puede definir el individuo sin que en su concepto aparezcan los otros, los demás, lo que le rozan. Tal vez lo exija la supervivencia simplemente. El miedo, el reparo, el temor, el pánico, el espanto, la alarma, el susto, el error, la desconfianza, la turbación, el asombro, el desasosiego, la cobardía, no son más que variables de ese muro interpuesto entre nuestros deseos y las imposiciones sociales que nos retienen y nos ponen pausa en el camino hacia la felicidad, hacia la belleza y hacia el placer.
¿Quién me puede enseñar a andar lo justo, a retenerme a tiempo pero a no perder paso ni minuto, para llegar con tiempo hasta el reino difuso en el que estar contento? ¿Quién me puede negar que yo he nacido con el derecho al hombro de intentar ser feliz, de sentirme cuajado y satisfecho? ¿Qué hago yo aquí si no es por estas causas?
Hoy reniego del miedo en el que estoy metido tanto tiempo. Solo reniego un poco, por un momento solo pues volveré a notarlo cada día, como una losa encima de mi cuerpo, como una piedra encima de mi ánimo.

sábado, 7 de junio de 2008

DEMASIADO TRIBUTO

Hoy empiezo anotando mi rectificación con freno y marcha atrás. Tardé poco en caer. No hace nada me había prometido no juzgar demasiado y menos en sentido negativo. Ayer lo hice con un libro y con una situación que se repite demasiado en nuestra sociedad: la de la cultura subvencionada sin control. No me desdigo de ninguna de mis intenciones ni de ninguna de mis apreciaciones, sí lo hago de decirlo en público, o al menos de no matizarlo. Porque todo es relativo y nada hay ni blanco ni negro, porque la justicia es comparativa, porque no tengo ningún interés en calificar lo que no conozco demasiado en sus detalles, y por mil cosas más, me desdigo de haber puesto negro sobre blanco las consideraciones de ayer. Prefiero quedarme con el regalo, con la intención de los organizadores, que no sería negativa, con algunas participaciones que me gustan y con lo que supone animar a la gente a la lectura. Al fin y al cabo, nada que ver con la pasta que se suelen gastar en conciertos con conjuntos que apenas conocen la escala musical y que presumen de todo. Vale.

De repente la alergia me ha matado, me ha dejado pendiente de mis estornudos y de mi moqueo constante, sin demasiado tiempo para entretenerme en el paisaje y en la conversación. Hoy tocaba perderse, o al menos desviarse, meterse entre piornales y apuntes de robles, en plena dehesa de Candelario, entre dos pistas que dividen la sierra desde distintas cotas. Pero me ha podido el fastidio de la alergia. Como me sigue pudiendo a estas horas de la tarde, a pesar de las pastillas y de las gotas reparadoras, aquí, en Palomares, en casa de Julia, mirando desde la ventana el césped del campo de fútbol, hoy solitario y verde, con el fondo de la carretera y del paisaje, todo monocolor, todo verde de junio pero tierno desde las lluvias, en un sábado más que se va retirando hacia la nada. Pero podré con ella, con la alergia, por mucho que se empeñe. ¿Pues qué se habrá creído la muy zorra? El paisaje me quiere, estoy seguro y ya nadie me puede detener. Ni esta maldita alergia, lo aseguro. Demasiado tributo le he rendido escribiendo estas notas. A la mierda.

viernes, 6 de junio de 2008

EL TIEMPO SE HA TOMADO SU VENGANZA



Se ha echado a andar ya junio. El verano ya acecha en las esquinas. Si no fuera por un aire fresquillo que cruza por las calles, todo sería ya carne al rojo vivo. Una vez más se cumple en estas tierras aquel viejo dicho de que se pasa del abrigo a la piscina, del frío al calor y del encogimiento al desparrame. Quien mejor canta la melodía del calor y del verano son las muchachas con sus vestimentas y con sus arrebatos exentos de pudor. Qué cambio de paisaje. Ahora mejor que nunca me cercioro de que ellas siempre tienen la misma edad mientras que yo me veo cada día más arrugado. Hasta una cierta edad, los profesores de ciertas materias tenían el privilegio de tener siempre colgada a alguna alumna que miraba arrobada y escuchaba palabras biensonantes. He dicho hasta cierta edad. Hoy solo quedan restos de aquellas horas plácidas, de contención y de alguna mirada furtiva, siempre tras el cuidado de la moral al uso. En tan solo unos días parece que sus cuerpos se transforman, que crecen a destajo, que sus cuerpos se exhiben tercamente, que el mundo les sonríe, que todo está a sus pies, que en cada calle se sienten unas reinas. Me basta la mirada, la sencilla mirada que se aquieta y se torna extasiada. El tiempo se ha tomado su venganza y yo ando ya entregado tal vez a otra manera más lenta de vivir.

“El cielo de Salamanca”. Puede valer como metáfora, como imagen o como comentario social. Me manda un nuevo libro Luis Felipe con este título. Gracias, colega, siempre. No es más que un nuevo ejemplo de un gasto que pagamos entre todos y que cumple el capricho de unos pocos. Parece que en Salamanca andan empeñados en seguir recordando aquello de la capitalidad cultural de hace diez años. Y con el mismo logo se montan una fiesta anual de la poesía. No es que esté mal la idea, es que, como en tantas ocasiones, se la montan a gloria de quien quieren. El libro que retiene su existencia, que guarda su memoria, es malo de cojones. Perdóname, Felipe, que te salvas, pero entre mucha mierda, incluida la aportación de Antonio Colinas. Qué decepción tan grande. Hay gente que concibe la poesía de forma tan distinta a como yo la veo, que no puedo tenerla entre mis manos sin soltar algún taco. En fin que aquí no se cumple aquello de “a caballo regalado…”. No se trata solo del libro sino de casi todos los autores y de la forma alegre con la que se juega a la subasta con el dinero público.

Y mañana a la sierra, a andar por los caminos, a ver cómo las mañanas las sostienen los pájaros, pues no serían sin ellos ni sus trinos, a contemplar los verdes y los blancos, todavía en lo alto de la sierra, a llenarme de fiel naturaleza. Hasta mañana.

jueves, 5 de junio de 2008

EL RASTRO DE LAS COSAS



La vida anda pegada en el rastro de las cosas. Pero de todas las cosas, también de todas aquellas que se me escapan de las manos o que no me llegan a ellas ni en perfume. Porque suceden cosas, siempre suceden cosas y en todo lugar suceden cosas. Y yo no abarco nada, casi nada, mis brazos solo llegan hasta un metro o dos metros de distancia, mi mente solo alcanza hasta lo que me roza y me hace cierto. Suceden tantas cosas por ahí fuera y por ahí dentro…
Como mi roce es leve y es concreto, como no alcanza más de lo que alcanza, me quedo a dos velas de casi todo el mundo, me instalo en el ojos-que-no-ven y vivo siempre a ciegas, como un autista auténtico, como un lobo de mar, como un tal Robinson en cierta isla, como un ciego y un sordo al mismo tiempo, como un puro accidente.
Pero pienso que a veces esta deficiencia resulta necesaria. Tanto en el dolor como en el amor. Amar a todo el mundo es muy hermoso, pero solo en teoría. El amor se concentra en unos pocos, en los que están más cerca para la vista o la mente, para los que comparten el pan y las palabras, para los que te rozan con su cuerpo y su mirada, para una minoría muy exigua. Y lo mismo sucede en el dolor: “Según la ley de Newton, / que relaciona masas y distancias, / no son igual los muertos de Ruanda / que el catarro en Vallecas”. Son palabras irónicas de un poema antiguo que reivindico hoy aunque con otros tintes.
En esta pequeña ciudad fallece casi todos los días alguna persona. ¿Alguien podría soportar el dolor que suponen estas pérdidas si en todas se produjera el mismo grado de afectación. Sencillamente resultaría insoportable. La naturaleza nos ha situado con unas líneas de defensa que se instalan muy cerca de nosotros y que nos defienden de todo aquello que no somos capaces de soportar.
Y lo mismo sucede con los afectos. Se desparraman pero se suelen quedar ahí mismo, muy cerca de nosotros, como llamándonos egoístamente siempre y no perdiéndonos de vista, de tal modo que lo que empieza a alejarse mínimamente lo vemos ya con distancia: una boda de un vecino, la suerte de un compañero, la fiesta de la empresa que está ahí mismo, las risas del que anda a nuestro lado, los abrazos de alguien conocemos de toda la vida, la suerte de cualquiera.
Andamos casi autistas y acaso no es muy malo que así sea. No sé si sabríamos hacerlo de otra manera. Por eso los amigos son muy pocos, la confianza se resiste a salir de su madriguera, nos damos pero después de olfatear el horizonte; y nos dolemos con los otros, pero siempre con cierta reticencia, como con tendencia a olvidar y a someternos sin tasa al curso de la vida, al curso inevitable del día y de la noche, del frío y del calor, de la risa y del llanto.
Y toda la vida, o casi toda, sigue viviendo a nuestras espaldas, ignorándonos tanto, que apenas si notamos su paso en la penumbra.

miércoles, 4 de junio de 2008

SOMOS MUCHO MÁS DE LO QUE SABEMOS QUE SOMOS



Sabemos que somos algo pero no sabemos definir exactamente qué. Porque no tenemos un modelo definitivo, porque nos vamos haciendo en cada hora y en cada minuto, porque nos miramos y nos vemos solo en lo que hacemos y en lo que tenemos que hacer, porque solo imitamos y nunca conseguimos llegar al original ni al modelo propuesto, porque somos proyecto y solo proyecto, porque andamos siempre en el camino y nunca terminamos de cruzar la meta, porque no conocemos el absoluto y lo definitivo, porque el futuro es algo inconcebible, porque el pasado es algo irrepetible, porque el presente es algo inasible, porque solo somos ilusión, porque siempre somos algo pero sobre todo dejamos de ser todo lo demás, todo aquello que en realidad no somos, porque somos tiempo en movimiento, porque vemos ese tiempo limitado, porque no encontramos causa eficiente ni consecuencia lógica, porque somos un sinsentido evidente, porque no nos conformamos con ser un proyecto pequeñito, porque no sabemos sacar jugo a nuestras cosas, porque somos conscientes de lo poco que somos, porque a veces atisbamos otra posibilidades y siempre son las que no podemos alcanzar, porque no hemos sido ungidos de algo de estoicismo, porque somos un culo de mal asiento, porque bulle en nuestra mente algo más de aquello que realmente coge cuerpo y sale a la superficie, porque siempre los sueños vuelan más que las acciones, porque…
Somos mucho más de lo que sabemos que somos. Y ya lo que sabemos que somos es algo más que aquello que somos en la práctica. De modo que se me articula la realidad mental y cotidiana en tres planos: lo que somos en la práctica, lo que sabemos que somos porque algo de ello bulle en nuestra mente, y ese algo más que aquello que sabemos que somos porque tampoco en nuestra mente bullen todas las posibilidades.
Qué poca cosa somos, qué restringido está todo, qué tasas y corretajes tenemos que pagar en cada esquina, qué cantidad de posibilidades se nos escapan siempre. Nuestra consciencia y nuestra inconsciencia también forman parte de aquellos niveles que parecen más escondidos. Somos mucho más de lo que sabemos que somos, claro que sí. En un día cualquiera, yo soy unas poquitas cosas que practico con puntual monotonía, pero también soy bastantes más bocetos de proyectos que se quedan por el camino, e incluso soy también parte de todo aquello que lo demás -así, en forma neutra- sueña de mí, conmigo, contra mí, desde mí, para mí, en mí.
Y yo que me desvivo en casi nada, en tres o cuatro cosas sin sustancia, sin salir de mí mismo aunque buscando tres pies al gato con frecuencia, tratando de encontrar algún principio que dé sentido a esto. El caso es que algo intuyo pero todo me queda nebuloso casi siempre. Habrá que andar con ojo.

lunes, 2 de junio de 2008

BANDERAS VATICANAS



No es la primera vez que ocurre ni la primera que lo recojo en estos apuntes. A la salida de mi centro de trabajo me encuentro con unos colgajos enormes que penden de la torre de la iglesia de El Salvador. Como ya los he visto en otras ocasiones, no tardo en identificarlos. Se trata de unas telas rectangulares con los colores del Vaticano, creo que con los colores amarillo y blanco. En esta ocasión, a su lado, lucen otras dos enormes tiras de tela con los colores de la bandera española. Mis ojos no dan crédito y no se acostumbran a esa imagen. Trato de buscar la causa de esa presencia y enseguida me doy cuenta de que acaba de celebrarse la octava del Corpus y me imagino que algo tendrá que ver con este hecho. Un rato antes había leído la noticia de que el párroco de El Salvador había acudido a buscar al alcalde hasta el Ayuntamiento para llevarlo hasta la iglesia el domingo pasado. Una foto lo corroboraba. En lugar de dar un pasito adelante, damos varias zancadas hacia atrás. Ay, Cipri, qué diferencias. Quién te ha oído y quién te ve. Ya sé que la práctica es mucho más difícil que la teoría, pero hay pasos que no conviene dar porque después es muy difícil volver a andarlos en sentido contrario.
El caso es que allí ondean las banderas al aire, como si pregonaran algún mensaje. Y vaya que si lo pregonan. En medio de la plaza pública, ocupando un espacio importante, se yergue la iglesia y, en ella, la bandera del poder religioso, el estandarte del territorio exento, la señal de que aquello es territorio comanche y no sometido a las leyes ni a las reglas de la comunidad; algo así como si se estuviera pregonando que aquel es territorio con otra jurisdicción, que rinde vasallaje a otros señores, que el trato con ellos tiene que ser pensado de poder a poder. En definitiva, que aquel es territorio vaticano, religioso, irracional, extranjero. Mira por dónde, los nacionalistas de la nación más nacional, se marcan un territorio, lo orinan y no separan con los hitos de sus banderas; y, por si fuera poco, suman en plano de igualdad la bandera nacional manifestando así el intento de sometimiento de todo lo que esta representa a los valores de la del Vaticano.
Esto no ocurría de manera tan descarada ni en la época del caudillo, que ya es decir. Sospecho -me faltan datos más precisos- que en Béjar, en cuestión de clero, hemos retrocedido muchos años con los nuevos enviados por el obispado. Los hechos, no solo este, me dan algo de razón. Da toda la impresión de que, en todos los niveles, se está jugando una partida a cara de perro entre los representantes eclesiales, que empujan a muchos representantes civiles, y lo que nos queda de representación civil. Y ya no ocultan nada. Y mucho menos en la época de la declaración de la renta. Y luego les extrañan algunas reacciones. Estos, los que se declaran perseguidos. Qué cara.

domingo, 1 de junio de 2008

PERDER EL TIEMPO


PERDER EL TIEMPO
Mi hermana Asunción me llama ahora por teléfono con más frecuencia. Sé muy bien por qué lo hace y se lo agradezco. Con sus charlas me anima un poco y me recuerda siempre, sin necesidad de decírmelo, que está ahí para lo que haga falta. Qué estupendo es tener siempre un fondo de armario de cariño familiar para tirar de él en cualquier momento. Esto vale un Potosí. Hay que estar contento con ello.
El último día me invitaba a buscarme alguna ocupación manual para “no darle tanto a la mente” y me animaba a regalarle el primer “cesto” que hiciera, incluso si su manufactura no fuera la mejor. Aunque no me lo manifestara explícitamente, creo que sé muy bien por qué me lo decía y con qué fines. En realidad me invitaba a saber “perder el tiempo”. Aunque le agradezco su estupenda intención, no estoy seguro de que vaya a hacerle caso, tal vez porque sencillamente no sé cómo hacerlo.
Alguna vez he afirmado que lo único que el ser humano aporta a la vida es una sensación de medida del tiempo. Con esa medida se engaña, ordena los actos, se anima y se desanima y se planta en el pasado y en el futuro. Qué fácil y qué difícil es eso de saber perder el tiempo. El tiempo -resulta una perogrullada-, al final, siempre se pierde. No importa que se actúe de una forma o de otra; al final del camino, siempre se va a tener la sensación de haber perdido el tiempo, sencillamente porque nadie tiene la fórmula para llenar el tiempo de una forma certeramente positiva y porque nadie conoce el fin preciso por el que merece la pena llenar el tiempo de una forma o de otra diferente.
Si la vida posee algún sentido, tendríamos que tenerlo claro para orientar nuestros esfuerzos todos en esa dirección precisa. ¡Quién lo puede conocer! Y, si no hay fin definido, ¿cuál es el sentido que les debemos dar a nuestros actos? Y, si no hay fin definido, ¿cuál puede considerarse su sustituto? Tal vez la sensación de no sentirte demasiado mal, tal vez la sensación de que no eres demasiado consciente del paso de ese tiempo, o sea, de que estás matando agradablemente el tiempo.
Pero qué contradicción: ¿no es tiempo lo que necesitamos y queremos?, ¿no es sensación de paso rápido de tiempo en cuanto se llega a cierta edad?, ¿no es aspiración general alargarse un poquito en la memoria del tiempo y del recuerdo?
El tiempo, siempre el tiempo en el horizonte y entre las manos. Y, sea como sea, el tiempo se me va, se nos va sin remedio. Habrá que apurar las horas desde la incertidumbre pero con la sensación de que el final será de todos modos y de que, por tanto, el camino es lo que importa. Y en él está la guinda y lo sabroso.
Tengo que aprender a “perder el tiempo” en mi favor, con ese fin sustituto de otros que no alcanzo a descubrir. En cuanto consiga colorear una hoja, por ejemplo, se la mandaré a mi hermana. Aunque solo le sirva para echarla a la lumbre por su mala calidad. Perder para ganar. También el tiempo. Comoel que agradablemente he perdido esta tarde con Youssouph, Felipe y Guillermo en una reunión intercultural celebrada en El Encinar, cerquita de Salamanca.