viernes, 30 de noviembre de 2007

SALAMANCA

Ahora miro los rayos que descienden inclinados hasta este teclado en que escribo estas letras. Este sol me vigila, me unge y me hace diáfano en las tardes de otoño. Tan hasta dentro penetra, que me obliga a bajar la persiana y a llamarlo alcahuete y entrometido. Necesito contraste con la luz de bombilla, porque la otra luz, la del gran panorama, la dejo para mi terraza, para las laderas amplias de la sierra, para el río escondido, para el bosque desnudo.
Y aquí estoy recordando la visita de ayer a Salamanca. Visita vespertina y en busca de ayuda con los médicos. Existe alguna edad indefinida en la que uno empieza a pensar en darle alguna ayuda al cuerpo para que no camine solo. Es este otro territorio de la duda para mí pues no son pocas las veces en las que pienso en la posibilidad de dejar que la naturaleza haga lo que tenga que hacer, a su bola y antojo y lejos de las imposiciones artificiales. Es Salamanca una ciudad amiga para los que quieren ser sus amigos. Es ciudad tranquila para pasearla, para gozarla, para distraerse por sus calles, para perderse por sus rincones y por sus monumentos. Yo ya no la gozo demasiado porque casi siempre voy con el tiempo tasado y con los deberes en la cabeza. Por eso es para mí sobre todo un espacio y un tiempo de recuerdos. De todos los recuerdos de aquel niño que, de once a catorce años, vivió y soñó en un colegio de frailes, engañado de todo, sumergido en nebulosas, velado de la realidad, despertando a una vida tasada en ilusiones y en actividades, guiada por elementos esotéricos, capada de contactos... Y, a pesar de todo, rica en el recuerdo. !Aquel inmenso esbozo de Escorial!, !aquellos campos! Todo por la vereda que conducía hacia Dios, hacia aquel dios inventado en las vidas de santos, en las oraciones de cada día y en los estudios continuados. Allí aprendí el esbozo de tantas cosas buenas y de tantas otras para tirar a la basura.
Fue bastantes años más tarde cuando la vida me volvió a llevar a las aulas de la universidad de Salamanca. Y allí otros cinco años (y un año de añadido como primer trabajo) con una voz más alta y unos ojos más amplios, descubriendo las caras de la vida, con el amor y la sociología en candelero, los últimos vagidos del franquismo, la convulsión social, y los contrastes de aquella otra población asentada en el polvo de los siglos, con los clérigos, los ganaderos y los funcionarios dejándose llevar por los días y los años.
Hoy miro a Salamanca desde lejos, pero la miro como algo también mío. Y en ella sigo viendo las mismas pausas y los mismos clichés sociales. Me gustaría que la ciudad ardiera con sus universitarios y solamente los vi ayer en grupos, dando voces por las calles, camino o de regreso de algún extraño botellón festero. Seguro que exagero porque hay gente estupenda pero esa era la imagen ayer tarde.
Como la luz escasea, pronto dimos la vuelta, con la impresión de sensaciones encontradas, con la imagen de la ciudad que se me pierde un poco en el olvido si no la refresco con mis visitas, con la satisfacción de que las ayudas que iba a buscar dieron resultados satisfactorios. Y con Juan Pablo en ella, dibujando sus pasos por las calles, viviendo su vida y sus desvelos. Sus desvelos que, en buena parte, son los míos.

jueves, 29 de noviembre de 2007

CIGÚEÑAS


Hay fechas destacadas cuya presencia anota en mí sensaciones bien concretas. Una es la de hoy. Se viene produciendo en los últimos años por estos días. El calendario marca que "por san Blas, la cigüeña verás". Pues no hay tal cosa. Últimamente, cuando llegan los primeros días fríos del bajo otoño, aparecen en lo alto de las torres y de los campanarios. !!Hoy ha llegado a Béjar la primera cigüeña de la temporada!! La he visto aterecida en lo alto del campanario de Santa María, sobre sus dos patas, como queriendo dormirse en medio de la helada. ¿Pero a qué venís con estos fríos? ¿Acaso no estabais mejor en las tierras más cálidas? ¿Qué aire os ha empujado hasta estas tierras altas? Tradicionalmente anunciaban los primeros vagidos del nuevo tiempo, los primeros avances del alargamiento de los días, las primeras briznas de calor. Ahora solo anuncian frío. !Porque queda todo el invierno por delante! Siempre había tenido frente a mi terraza un nido de cigüeñas. Las veía venir, las veía engüerar y críar, las sentía nacer, la contemplaba en sus primeros intentos de vuelo, las volvía a ver cuando los padres daban de comer a los hijos, casi las seguía en sus vuelos planeadores por encima de mi tejado... En alguna ocasión sentí deseos de invitarlas a mi terraza: tan cerca estaban de mí. Cuando llegaba el mes de septiembre, las veía marcharse y me dejaban triste y solitario. Un mal día, alguien tiró la chimenea en la que anidaban mis cigüeñas. Lo hizo por la noche y sin ningún permiso: no lo podría haber obtenido. Desde entonces me tengo que conformar con verlas en otros tejados, en otras torres, en otras chimeneas, en otros postes de la luz. Pero aquí llegan siempre por noviembre o en los primeros días de diciembre. Y luego discutimos sobre si se ha producido algún cambio en el clima. "Claro, como me lo ha dicho mi primo..." Por aquí las cigüeñas andaban descuidadas porque tenían siempre el supermercado del basurero abierto y comían sin precaución. Ahora se lo van a quitar. Habrá que ver cómo se las arreglan. Tal vez ya no puedan dedicar tanto tiempo a planear y yo no me pueda divertir tanto con ellas. Pero hoy doy fe de que están con nosotros, con nuestros fríos, con nuestros montes, con nuestros prados. Habrá que acogerlas con mimo. Esta mañana paré la clase para que todo el mundo contemplara la buena nueva. Yo lo haré con calma cada mañana, desde hoy hasta bien entrada la primavera. Después se irán de los nidos al cielo. Y yo me iré un poco con ellas en sus vuelos. Si me dejan.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

CASI INVIERNO


El ciclo natural me sigue proponiendo la última realidad a la que agarrarme siempre. Parece mentira que, en época de tecnología y hasta de cambio climático, esto sea tan real. Yo sigo viendo soles y lunas, solsticios y equinoccios, estaciones, calendarios y fenómenos meteorológicos por todas partes. Por ejemplo, siempre hemos dicho que en Béjar existe un otoño que se puede alargar hasta la Navidad y que puede recoger una luz de paraíso. Ahora estamos en él, o, más bien, hemos estado en él, porque todo declina con el paso de los días. La luz anda encogida y anochece muy pronto, el frío ha deshojado casi todo y ahora ya todo es gris y oscuro de desnudo.
También yo me siento de otra manera según la situación natural. Ahora mismo entro en una especie como de hibernación, como de encogimiento, como de aspirar simplemente a la supervivencia. Todo es pensar que mejor recogido que en la calle, que sea lo que sea con tal de mantener el cuerpo a cubierto, que poco importa el gasto si se mantiene una temperatura agradable, que la calle puede esperar.
La naturaleza se ríe literalmente del ser humano y sigue su camino sin importarle un rábano las preocupaciones de los hombres, acude sin tardanza a la cita del frío y del calor, se reboza en la nieve y en la lluvia cuando le viene en gana, repuebla y desertiza, se venga sin prisas y sin clemencia... y, en definitiva, "pasa" de nosotros. Lo malo de todo esto es que nosotros no podemos pasar sin ella y que, si la molestamos demasiado, ella seguirá su camino, pero puede dejarnos a nosotros por el sendero.¿Adónde han ido aquellos refranes basados en los ciclos naturales que tanto servían de guía y que ahora andan arrumbados en los libros en listas interminables? A pesar de los pesares, todo sigue regido por las leyes de la naturaleza, todos seguimos mirando al cielo para ver si llueve o si nieva, o para ver si podemos realizar con garantías cualquier viaje. Sospecho que cada vez lo vamos a tener que hacer más, a pesar de todo. Después vienen las personas y sus hechos concretos, las relaciones, los gozos y las penas, pero solo después, y sumergidos en ese mar inmenso de la naturaleza.

En una lenta esquina de la tarde
he dejado mi cuerpo a la intemperie.
Todo es lenta quietud, nada me llama.
Soy agua, fuego, tierra, también aire.
Y nada más. Si acaso,
una humilde palabra, un débil eco,
un resplandor exiguo de la nada.

martes, 27 de noviembre de 2007




Se suceden monótonos los días
como páginas grises
de un lento calendario.
La misma luz, los mismos sentimientos
provocándome al tedio. Los lugares
hoy no gritan,
se mecen en el sueño.
Hoy yo sueño contigo,
también sueño con ellos.

lunes, 26 de noviembre de 2007

LA FUERZA DE LAS MANOS




Quizás debería dejar reposar más algunos sentimientos. Incluso tengo dudas de si es conveniente darlos a la luz en este medio. Por eso a veces me quedo en el justo medio y no acabo de romper del todo.
El asunto es que esta tarde he estado con mi madre en Valero unas horitas. Le debía la visita, ella lo quería y yo lo deseaba. Últimamente tengo algunas precauciones cuando la visito porque cada día que pasa me hago más consciente de que las deficiencias crecen a pasos agigantados y de que sus coordenadas mentales se van difuminando como en un duermevela que confunde las cosas y va dejando de precisarlas. Solo me altera el dolor, no lo demás, y toco madera para que este apartado no se vea agravado por dolecias físicas. Lo he repetido varias veces: lo peor es el desajuste entre la naturaleza mental y la naturaleza física. Cuando la situación física es notablemente peor que la mental, entonces es cuando se produce el dolor en el ser humano; en caso contrario, la situación es más llevadera para todos.
En cada visita constato lo bien que cuidan mis hermanos a mi madre, los cuidados que le dispensan y las horas que echan a su lado. Y, sin embargo, yo sé muy bien que darle un ratito la mano y estrecharla con un poco de fuerza genera un calor especial en su cuerpo que ella agradece mucho. Es lo que he hecho mientras divagábamos sobre asuntos insustanciales. Yo también sentía el calor de su piel, tan arrugada, tan llena de venas, tan cargada de años; mis manos se fundían con las suyas como en una sucesión temporal continuada. Y es que con las manos transmitimos la edad, y el amor, y la palabra, y el silencio, y el enfado, y el resumen de toda una vida.
Cuando volvía en mi coche, en medio de un vendaval de viento, pensaba en la larga vida de mi madre y en lo corto que se puede hacer ese resumen. Menos mal que puedo continuar con él.

domingo, 25 de noviembre de 2007

POST FESTUM



Post festum, pestum; o Después de la tempestad, viene la calma; o Días de mucho, vísperas de nada. Vamos, que de nuevo estamos solos y en silencio después de poco más de un día de compañía deseada, con Miguel Ángel y Juan Pablo en casa. La vida está hecha de contrastes y a ellos nos tenemos que someter. Uno de los contrastes más evidentes es el que muestra cómo los hijos son algo deseado pero terminan siendo una cosa que vuela por su cuenta y que, si así no fuera, sería prueba de alguna disfunción. El último fin es precisamente el de darles vuelo para que vivan a su aire y en sus propios nidos. Así que, venga, vale, estupenda la venida y estupenda la ida; o menos estupenda, pero qué le vamos a hacer. Porque hasta la estancia en casa es la que es, con los amigos y las salidas más que con las paradas en casa, con los deseos de presencia y con las realidades del poco tiempo que en realidad están con nosotros. En fin, todo así, como tiene que ser. Vale.

El viernes asistí a ver la película "Las trece rosas". Una más sobre la guerra incivil, aquel desastre de hace setenta años que sigue coleando. Qué desagradable todo. Lo peor -se lo comentaba a una de las escasas espectadoras al terminar la película- es que todo lo que se cuenta fue verdad, que los horrores lo fueron y que los odios, la chulería, las venganzas y la mala baba también fueron como se ve en la pantalla. La película va, creo, de menos a más, en una concentración dramática iteresante. No me gustó demasiado el apartado de interpretación y de realización; pero eso, al lado del tema y del ambiente que refleja, bien poco puede importar. Y todavía siguen negando el derecho a recordar serenamente a todos los asesinados y muertos anónimos de entonces. La madre que los parió. Si sirviera al menos para entender de una vez que no hay idea que merezca una muerte. Nunca. Ni una.

Se ha aprobado estos días la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla y León. No es extraño -o sí- que, en el nivel nacional, esto haya pasado desapercibido. Lo que resulta escandaloso es que los periódicos y demás medios de la región y de la provincia hayan pasado por ello como de puntillas. Se le concede más espacio a cualquier espacio famosete que a este hecho. Parece que les diera vergüenza. Este Estatuto, como todos, aspira a mayores cuotas de poder y autonomía, se parece en mucho a los de Cataluña o Andalucía, por ejemplo. Pero hay algo diferente: afecta a esta región, la región más amplia de Europa.Pues a los otros Estatutos, páginas y páginas, calentando al personal continuamente; y a este, al propio, lo dicho, lo imprecindible y en letra menuda, por si acaso. La vida sigue siendo una representación y una farsa. Toda, enterita.

Yo he querido dedicar unos buenos ratos a la relectura -otra vez relectura, cuántas relecturas- de la poesía de Víctor Botas. Me provoca muchas sugerencias y me doy por aludido. De ella beberé. Y a ella vuelvo, que me quedan sorbos.

sábado, 24 de noviembre de 2007

TAMBIÉN HOY DE PASEO




"Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo". Y volaba casi a la altura de nuestras cabezas. Vaya un frío raspón el de esta mañana por los caminos de Fuentebuena, Sanchotello y Navalmoral. Otra vez a las nueve me he echado al camino con dos deportistas montañeros de los de postín; nada menos que Manolo Casadiego y Jesús Tiedra, "Trucho". Ellos llevan toda su vida en el camino, yo no soy más que un acólito que se lo pasa bien en contacto con la naturaleza y dejándome llevar por ellos.
Para mi ventaja, decidieron acortar la caminata nada menos que en ocho o diez kilómetros. El aire provocador tuvo la culpa, toda la culpa. El caso es que el coche nos acercó hasta Fuentebuena, hasta la plaza en la que una fuente de agua cristalina soporta un cartel de "no potable". Toda me la bebería yo en caso de sed. Allí mismo duerme un local muy conocido por la gente de Béjar que se acerca a comer buena carne y a beber mejor vino. Nadie por las calles. Solo un buen número de perros que parecían terminar su serenata del viernes por la noche se acerca a nosotros. Uno de ellos se encara con sus ladridos, semiconvencido de que nos tienen que hacer notar que no somos habitantes del pueblo. Otro, sin embargo, se deja acariciar en el lomo y emprende a nuestro lado una ascensión que el aire y el frío no nos permiten hacer con calma. A medida que nos separamos del pueblo, el panorama que ofrecen las sierras bejaranas y la llanura del valle del Sangusín resulta más atractivo. La visión, siempre un poco encogida cuando se mira cerca de la sierra hacia ella, se hace ahora más amplia. Todo el fondo es gris, pero amplio, amplísimo. Al otro lado del travelling, la Sierra de Francia, con sus picos, y las lomas redondeadas de la sierra de Valero, con el Cervero en lo alto. Todo el sur de Salamanca está vigilado por altos coronados por vírgenes: el Alaíz, el Calvitero, la Peña de Francia... ¿Por qué nos vigilan tanto? Ojalá nos echaran encima los mantos de la justicia social y de la solidaridad, que buena falta hacen.

Tras un buen rato de camino, coronamos una cima que, a la vez que ofrece la mejor vista de las sierras y del valle, selecciona y agita los aires más fríos y ligeros, y da vista a una nueva visión de la parte más al este del Sangusín. Desde lo alto se divisa Sanchotello, ahí abajo, Valdelacasa, Ledrada, San Medel, Valverde, y al fondo Guijuelo. Otros pueblos parecen posados y ateridos en las laderas de estas suaves montañas. Pronto nos sumergimos en un robledal ya oscuro pero con las hojas en sus ramas. Ahora el frío es menos intenso: el abrigo de los árboles nos sirve de refugio.
Valdehijaderos se adivina detrás de una montaña, pero ahora llegamos a Sanchotello. El pueblo nos recibe con el mismo frío y con algunas personas que van despertando lentamente y encarando las calles y los aires. "¿Qué, de caza?". "A ver si cae algo". "Vosotros no cazáis ni en la cazuela". La gente del pueblo no concibe que tres chalados se hayan echado al camino si no es para cazar. Sin duda, su roce continuo con el campo explica esta reacción. Nosotros sonreímos y seguimos con nuestros pasos ligeros hendiendo las ráfagas del aire helado. Nos acercamos hasta el apeadero del tren, hoy totalmente abandonado, con el fin de reponer alguna fuerza al amparo de cualquier refugio. Imposible con la meteorología. Marcha atrás, vuelta hasta el pueblo y parada junto al ayuntamiento. Cuando nos disponemos a tomar las once, aparece milagrosamente el dueño de un bar y el refugio se hace real cerca de la puerta y de la barra. Allí comimos, allí bebimos un buen vaso de vino, allí la señora nos vendió unas exquisitas tapas de bacalao caliente, allí mis compañeros tomaron un café calentito y allí, en fin, charlamos con la dueña sobre el comportamiento de un grupo de rumanos que no parece que se hayan adaptado demasiado bien en el pueblo según las explicaciones que se nos dieron.
Comidos y bebidos volvimos al camino. Esta vez a la carretera, no al sendero, para volver hacia Navalmoral en ligeros pasos, en sana compañia, arreglando a nuestra manera el mundo, disfrutando a pesar de todo del frío, divisando el paisaje, ahora sobre todo de fresnos desmochados y bien desnudos hasta la incipiente primavera.
En suave ascensión llegamos hasta Navalmoral. Nada especial que contar de este pueblo, alargado y por encima de la carretera, donde Juanjo se ha hecho su casa, que, cuando pasábamos, echaba humo por la chimenea. El frío nos aconseja seguir camino y dejar la visita para otra ocasión. Algunas casas nuevas mejoran el aspecto de la parte más vieja e histórica del pueblo.
Un trecho de carretera ascendente y un camino aún más empinado nos suben de nuevo a una altura desde la que el panorama vuelve a ser amplio y hoy gris. Un último empujón y una calleja nos dejan de nuevo en Fuentebuena. Todavía nadie por las calles. Otra vez los perros, que siguen en grupo saludándonos con sus ladridos, la fuente cristalina y el bar de la carne cerrado a cal y canto. Hoy todo se comprende.
Pero la naturaleza es para gozarla también en estas condiciones. Nosotros lo hemos hecho; tal vez con menos sosiego que en otras ocasiones. Además, en casa esperaban Nena, Miguel Ángel y Juan Pablo. Y eso sí que es una fiesta. El Sangusín y los pueblos quedan atrás, el coche nos acerca cada vez más a la vista las nieves y la niebla del Calvitero. Vamos, vamos.

viernes, 23 de noviembre de 2007

DE UN SOLO SOLITARIO






¿Desde cuándo el ser humano es esencialmente como es? Quiero decir que el ser humano es en todas partes de la misma manera, tiene gustos parecidos, se meve al compás de costumbres y de usos semejantes, físicamente posee los mismos elementos e incluso articula su existencia desde estructuras mentales parecidas. ¿Alguien ha visto a un esquimal con dos cabezas o a un sudafricano con tres brazos? ¿Dónde están los pueblos que no tienen entre sus usos adorar a algún elemento que consideran superior, y que recogen en su seno a otros habitantes descreídos que piensan en ese asunto como algo deshumanizador? Desde Platón y Sócrates, ¿qué es lo que ha cambiado en la naturaleza humana? Parece razonable pensar en la evolución física continua en nuestra especie, pero esto se produce a una velocidad tan lenta que no somos conscientes de ello ni podemos serlo desde nuestra perspectiva reducida. Uno tiene la impresión de que el ser humano ha sido siempre y será siempre igual. Algo similar ocurre con las demás especies animales y vegetales. ¿Qué cambios se han producido en los helechos, por ejemplo, en los últimos millones de años?, ¿y en las encinas? De ahí a una teoría creacionista no hay más que un paso, a un paraíso encantado no hay más que una patada, a un edén imaginado ni un suspiro.
Y, sin embargo, qué claro es que uno anda solo, que se mide por los límites de la existencia, que en la existencia anda más solo que la una, que sus relaciones con los demás apenas son roces momentáneos que te llevan de nuevo a descubrirte solo y solitario en la inmensidad, que cada acto surge junto a los otros pero sin mezcla de los otros, que todo se concluye en un juego de azares, que la vida es un camino sin fin y sin retorno.
Y que, a pesar de los pesares, ahí está la vida, nuestra vida, la vida de cada uno, los actos individuales pero también colectivos, los roces desapercibidos pero calentitos, la murga de los demás pero su necesidad y la hermosura de la comunicación, la temperatura de una charla de amigos, la mesa en común, los afanes colectivos... Porque en la esencia de mi yo entran también mis circunstancias, y yo me defino como ser actuante, como ser que se roza y da calor además de recibirlo, como uno más de tantos y entre tantos. Por eso necesito con tanta avidez la soledad como la compañia, los ratos de silencio y mi certeza a la altura de los elementos minerales y vegetales como la compañia de los humanos, por eso ando escondido en estos pagos de lujuria natural y de demasiado silencio humano.
Mañana vienen mis hijos y será día de fiesta. Porque esa compañia sí que la quiero, la deseo y la necesito. Con la nieve en la sierra y ellos en mi terraza todo se ve de otra manera. ¿A que sí?

jueves, 22 de noviembre de 2007

DE UNAS OBRAS INCONCLUSAS (y II)



...y que cuando llegaron los fríos un día por casualidad se encontró con el carpintero por la calle y se le encaró amistosamente recordándole que en cierta ocasión habían acordado una obra en su casa y que el carpintero debió de verle las orejas al lobo porque paró la obra que estaba realizando y se presentó en casa al día siguiente y que prometió realizar el forrado de paredes suelo y techo en dos o tres días y que el primer día llevó las herramientas y se marchó pretextando unos trabajos en su propio domicilio y que por la tarde apareció con maderas que inundaron el comedor de la casa y que el dueño se organizó la vida en otra habitación poque aquella se la habían inutilizado y que aunque era invierno antes de ponerse el sol ya se marchó de nuevo y que el dueño empezó a pensar que cómo iba a terminar aquella obra en dos o tres días si el primero solo había puesto tres tablas que apenas cubrían medio metro cuadrado y que el segundo día apenas avanzó en su trabajo mientras el dueño seguía haciendo la vida en otra habitación de su casa y que al tercer día perdió toda esperanza de que aquello avanzara a un ritmo razonable y que mucho más se desesperó cuando el electricista encargado de poner tres puntos de luz en el techo tardó toda una tarde para hacer una roza en la pared y entretuvo todo el tiempo en elegir colores para las lámparas que tenía que pedir por catálogo a la capital y que el dueño de la casa empezó a dejarles a todos las llaves para que entraran y salieran a su antojo al trabajo y que al cabo de ocho días empezó a pensar si no sería que se querían instalar en el comedor y en la terraza de su casa y que cuando volvía del trabajo se daba unos paseítos por la plaza antes de entrar en casa y se cruzaba apuestas consigo mismo sobre si habrían avanzado algo o estarían más retrasados que el día anterior y que a los quince días el dueño tenía que recibir a su familia en un largo fin de semana y que por más que les rogó no consiguió más que cada vez que salía a la terraza le liaran en la conversación y le llenaran la chaqueta de polvo y que ya los últimos días decidió no aparecer por la terraza hasta que una tarde harto ya de tanta espera y como medida de supervivencia decidió regalarle la terraza al carpintero renegar de todas sus convicciones y marcharse por una temporada a vivir de la beneficencia y que ahora pasea por enfrente de su casa y que cada vez que ve la furgoneta del carpintero aparcada junto a su casa sale huyendo de allí como alma que lleva el diablo y que está pensando en llamar a la grúa para que retiren ese coche de allí porque tiene toda la pinta de estar abandonado..."
Pero aquí seguimos vivos y contándolo. A ver quién le encuentra predicado a esta oración de dos páginas.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

DE UNAS OBRAS INCONCLUSAS (I)




De vez en cuando releo alguno de mis escritos. Y descubro que ya he manchado muchas páginas, que ya he opinado sobre el bien y el mal, y que me repito en los esquemas con damasiada frecuencia. A estas alturas de la vida, uno, para bien o para mal, ya tiene sus coordenadas y no es fácil salirse de ellas.
En una de esas relecturas he descubierto un artículo que publiqué en aquel querido Béjar Información que se publicó en Béjar y que tantos tesoros encierra. El tiempo le tendrá que hacer justicia algún día,estoy seguro de ello. Hace honor al esfuerzo que nos costó ver la TERRAZA arreglda a nuestro gusto. Como el título de este blog es el que es, creo que no es inoportuno recogerlo. Se trata de una técnica de "estilo corrido", sin puntuación, que a mí me resulta muy sabroso y que practico de vez en cuando. Creo que al final mereció la pena. Ahí va:
"Aquel vecino que había ahorrado sus buenas perritas y que no sabía ni quería invertir unos euros en la Bolsa porque le parecía que aquello no era más que una forma fina de robar y que descubrió que de los bancos se saca menos que de un páramo y que por deseo de su esposa decidió arreglar la terraza de su casa porque decía que las vistas que tenía no las encontraba fácilmente pero que en el invierno no podía mantenerse sentado en una silla porque el frío se lo impedía y que decidido como estaba a ver el paso del milenio mirando a las estrellas desde su terraza y con ganas de enseñar a todos que allí se podía crear un buen nido para leer al braserito y a al amparo de la calefacción se rindió a los deseos de su media naranja y que ya decididos a todo empezaron a seleccionar carpinteros y terminaron quedándose con uno que años atrás les había puesto el parquet durante un verano que no debieron de parar por Béjar por lo que luego se verá y que puestos al habla con él acordaron el día para ir a medir y hacer presupuesto y que después de muchos días de espera una llamada de teléfono amenazó al carpintero con quedarse sin el trabajo y que entonces acudió alegando mucha faena y algún que otro descuido y que midió muy por encima las dimensiones y que quedó en traer el presupuesto para la tarde del día siguiente aunque en realidad tardó más de una semana y que cuando trataron de acordar las fechas para el arreglo todo quedó en un tira y afloja porque la madera tenía que venir de Murcia vía León y el almacén servía con escasa puntualidad y que el dueño de la terraza se empezó a mosquear porque aquello ya le parecía más broma que otra cosa y porque pensaba que Murcia no era el lugar más apropiado para almacenar maderas y que el tiempo fue pasando y que el dueño de la terraza se olvidó del asunto y se lo vino a recordar el albañil que apareció un día porque tenía que hacer un hueco en la pared para un nuevo radiador y quitar el rodapié y que tardó para ello más de dos días y además quería tirar los cascotes por la ventana a una trasera por donde no pasaba nadie y se lo impidió en el último momento el ruego del dueño de la casa y que este empezó a pensar que el albañil estaba haciendo bueno al carpintero porque con lo del hueco casi tira la pared y el suelo tenía más altibajos que las dunas del Sahara y que el dueño perdió la noción del tiempo y hasta se olvidó de la terraza a la que solo salía ya a tender la ropa como si la llevara a tender al campo...

martes, 20 de noviembre de 2007

¿QUÉ MORAL?


El DRAE define moral como "la ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia". Vale. Creo que, en términos de calle, entendemos por tal el conjunto de normas que nos impone una conducta determinada en nuestra relación con los demás. Puede parecer una tontería el hecho de abrir la posibilidad de defender la falta de moral, pero yo quiero abrir esta ventana, aunque solo sea como juego pasajero. ¿En qué medida es la moral una imposición social, una suma de normas de conducta en mi relación con los demás? ¿Qué pongo yo de mi parte en esos decálogos? ¿Cómo se favorece el desarrollo de mi personalidad con el desarrollo de la moral? ¿Ayudo más a los demás con el cumplimiento de esa moral o con el desarrollo de mis cualidades personales? No son pocas preguntas ni creo que nimias tampoco.
De entrada, rechazo la posibilidad de una vida digna sin una moral determinada. Sencillamente no la concibo. Pero sí me interesa saber en qué medida tengo que dejarme guiar por una moral impuesta, por una moral compartida o por una moral personal. Y tengo muchas dudas. El sistema social menos malo parece la democracia; en él participamos -al menos teóricamente- de la posibilidad de concretar las leyes y las costumbres entre todos. Pero qué lejos me queda todo esto. Y eso que soy un ser que lleva casi toda la vida opinando públicamente. ¿En qué parte infinitesimal participaré yo en un programa electoral próximo, por ejemplo? Ojo, y soy militante de un partido. Pero es que, "vengamos a lo de ayer", quiero decir a lo más próximo a nosotros mismos. ¿Cuánto es lo que me impone mi familia, o mis colegas, o mis vecinos, en mi relación con ellos? Sin duda mucho. Y en algunos casos con razonamientos obtusos e insolidarios. Mi vida anda llena de obligaciones sociales en costumbres y usos. Muchos sencillamente se me atragantan y no los entiendo.
Existe también una moral individual que no hay que echar en olvido y que no significa la no participación en la vida colectiva. A veces -acaso en muchas o en todas- implica una mayor actividad y un mayor compromiso individual. Porque las implicaciones te las curras tú, los principios los desarrollas tú y las ilusiones, los fracasos y los éxitos te los vives tú.
Sé que puede parecer que estoy poniendo las bases de una sociedad de egoístas y mi intención sería exactamente la contraria. Pero me gustaría una vida en la que el ser humano se sintiera tal, empezara desde cero e hiciera su vida como proyecto personal, cada momento como algo suyo, cada proyecto como un descubrimiento emocionante. Hay mucha energía por ahí escondida deseando salir a flote y hacerse fuego. La moral social siempre está poniendo losas encima y prohibiciones al canto. Necesitamos igualdad de trato porque sin ella todo es mentira después, pero también necesitamos caminos abiertos para correr, para violar la vida, para reventar las ganas, para vivir densamente.
No obstante, también sé que yo soy yo y mis circunstancias. Y que el yo no está separado de esas circunstancias sino que estas forman parte de su esencia y de su definición. De modo que, una vez más, transito el territorio de la duda, mi estado natural. Ufff.

lunes, 19 de noviembre de 2007

OJO CON LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Algunas imágenes se han colado este fin de semana en los televisores acerca de una manifestación que se ha producido en Salamanca, en protesta contra las subidas de impuestos propuesta por el ayuntamiento para el próximo año. Hoy los periódicos provinciales lo llevan -solo faltaba- a primera página y dan la cifra de 20.000 manifestantes. Pero se ocupan muy celosamente de destacar la cifra que ofrece la policía, que la rebaja a 14.000 personas.
Hasta aquí no hay más que otra guuerra de cifras de esas que vemos en las manifestaciones de la capital del reino que tanto me sonrojan. Pero es que aquí concurre otra circunstancia más escandalosa. El año pasado (no recuerdo la fecha) se organizó una manifestación por todo lo alto, con autocares fletados desde toda España, gratuitos, llenos de gente que ni sabía qué es un archivo (no había más que ver el pelo de la dehesa de la mayor parte), para protestar contra la salida de "papeles" del Archivo de la Guerra Civil desde Salamanca hacia Cataluña. Aquel acto lo he calificado en público como el acto de demagogia más espantoso de la historia de Salamanca. Cualquiera puede imaginarse que lo hice en absoluta minoría y frente a toda corriente y marea que arrastraba entonces toda la opinión. Tampoco puede extrañar demasiado que, con avales como aquel, me echaran del periódico como pluma molesta y contestataria. Pero esta es la imagen: la Plaza Mayor se ve ahora tan repleta de gente como entonces, ni más ni menos, y ahora asisten 14.000 personas y entonces asistienron 100.000. !!Son las imágenes!! !!Se pueden contrastar los periódicos!! ¿A quiénes sirven estos medios de comunicación y los encargados de policía que miden y cuentan? ¿Nadie puede llevarlos al primer curso de la ESO (estos a la ESA)?
Y sobre las imágenes, los comentarios. Con la boca chica y seguro que un solo día. Mañana ya habrá escampado y las aguas volverán a su cauce. No entro a valorar la conveniencia o no de la subida de impuestos: cada uno tendrá sus justificaciones y sabrá por qué actúa así, a mí me faltan datos y me callo. Me refiero, una vez más, a la falta de rigor, a la parcialidad, a la falta de profesionalidad, a lo burdo del comportamiento, a las mentiras continuadas y a la información absolutamente sesgada de unos medios, los periódicos de Salamanca, que están tan descaradamente al servicio del dinero, de unas élites en forma de constructores y de funcionarios de la derecha más rancia. Lo de la prensa y las televisiones provinciales por aquí sencillamente es un escandalo y un delito permanente.
Y todo esto en Salamanca, en Roma la Chica, en la ciudad de la cultura, en la universidad de no sé cuántos miles de profesores y alumnos... O más bien en la ciudad de los ganaderos, de los nuevos ricos constructores, de la iglesia con sus clérigos y de los funcionarios de ocho a tres ( vamos a dejarlo en de nueve a dos) y de chalet en las afueras. Y a seguir chupando del recuerdo de Unamuno y de fray Luis. Venga. Anda y que les den a todos.
Menos mal que aquí parece que tímidamente quiere empezar a llover y a empaparse el campo y los suelos que ya se mueren de sed. A ver si el lomo de la loba que es la sierra empieza a engordar sus ubres con la nieve y el río empieza a hacer rugir su cauce. Yo esta tarde seguiré en Platón y en sus devaneos sobre los placeres y el dolor. Agur.

domingo, 18 de noviembre de 2007

CRITIAS AL SOL





En cambio en el CRITIAS, Platón se vuelve más cercano, aunque trate asuntos mitológicos y pretendidamente situados 9000 años antes de él, o, lo que es lo mismo, en lo más nebuloso de los tiempos. Nada menos que de un enfrentamiento legendario entre Atenas y la perdida Atlántida.Naturalmente, todo lo que aquí describe siguen siendo cuentos chinos (¿Por qué apellidamos a los cuentos como chinos si todos los cuentos por definición son inventados?), pero, como hace conjeturas con elementos naturales y uno tiende a considerarlos algo más inmutables que los humanos, y además lo hace desde una perspectiva de agencia de viajes, pues no es difícil soñarse en una isla afortunada y paradisíaca. Como que a uno le dan ganas de pedir billete para Canarias o algo así.
En realidad, el filósofo lo que hace es describir una forma de gobierno al cuidado de los dioses y otra al cuidado de los hombres; la primera fuera del tiempo, la segunda en el discurrir del tiempo y en la debilidad humana. El resultado es que, en el período humano, todo tiende a corromperse y a tornarse manifiestamente mejorable. Bendita corrupción. Por lo que a la Atlántida se refiere, a su ubicación más allá de las columnas de Hércules, a su clima, a su concepción geográfica, a su flora y a su fauna, a su concepción urbanística, a su forma de gobierno monárquica, a la felicidad e inmutabilidad de sus habitantes, todos tan contentos, todos tan memos, todos tan lelos, todos tan tontos, todos tan felices en su situación, nada parece más próximo a un paraíso soñado pero absolutamente alejado de una concepción histórica de participación ciudadana y de enfrentamiento y cambio en los gobiernos y en las leyes que de ellos dimanan. Sé que todo esto es base de la concepción política de Platón, que dasarrolla en otros Diálogos, pero hoy me interesa poco esta variable. Me quedo con la vereda de paraíso soñado, de lugar ideal para unos días al sol, de lugar adecuado en el que soñar un rato y acaso escuchar un poco música de Falla o de Amancio Prada. Como lo puedo hacer, creo que voy a ello. Gracias, Platón. Menos mal que concebiste un Diálogo corto e inconcluso y me dejaste a mí como lector que completara con lo que me diera la gana. Lo que tienen que aprender las agencias de viajes.
N.B. Un par de horas al sol por el camino de la Ruta de la Plata sientan la mar de bien. Esta mañana hacía buen tiempo por allí. Me dice Nena que es tal vez el lugar en el que mejor se escucha el silencio. "La música callada, la soledad sonora..."

sábado, 17 de noviembre de 2007

UN PASEO






Vengo de dar un paseo (aquí no es galicismo, es que literalmente vengo) por los montes que separan Candelario, en Salamanca, de La Garganta, ya pueblo de Cáceres. Algo más de trece kilómetros, según marca del GPS. Un largo paseo al contraste del sol y de la umbría.
Cuando apenas habían sonado las nueve, salí en compañía de Jesús, "Trucho", montañero de pro, y con Claudio, otro caminante de los de afición. Escasa gente en las calles de Béjar y mucha sombra. El sol apenas apuntaba allá en lo alto. El día anterior había hecho un frío de invierno pero hoy todo era serenidad y, aunque la temperatura era baja, un buen abrigo y un buen calzado para la sierra lo tapaban todo.
La carretera de Candelario nos acogió con sus castaños en las laderas, ya oscuros en sus tonos y empezando a quedarse en cueros, con el ramaje al aire. En cuanto llegamos al pueblo, torcimos a la derecha para tomar la estrecha carretera que nos tenía que llevar hasta la presa de Navamuño y, más arriba, hasta casi los límites geográficos entre Salamanca y Cáceres. Enseguida la carretera se estrecha y aún lo hace más con el mullido de hojas que han soltado los castaños encima de la carretera.Las que quedan en los árboles semejan un arco de tonos oscuros que nos va haciendo cortejo a medida que vamos ascendiendo.
Pronto llegamos a la presa. En pocas semanas ha perdido mucha agua y muchísima altura. Se notan la sequía y la necesidad de agua. El río se encoge y se hiela; las fuentes apenas manan. Tiene que llover, tiene que llover a cántaros. Hay laderas que dan al este y pronto se iluminan con la luz mañanera de estas sierras bejaranas que semejan en otoño el paraíso.
Pronto dejamos el coche y emprendemos la marcha a pie; primero en sombra y sobre el asfalto, poco después sobre el polvo del camino y del sendero. El límite de la provincia de Cáceres nos recibe en un cambio de vertiente que va a dejar el Cuerpo de Hombre y va a mirar hacia el Ambroz y hacia las llanuras extremeñas. El sol asciende, la temperatura también. Jesús ejerce de cicerone; conoce casi hasta el nombre de las piedras. Fuentes, peñas, riscos, picos de la sierra, senderos. Y el cambio de temperatura y de visión en cuanto cambiamos la visión y la vertiente. A nuestros pies todo el valle del Ambroz, con Hervás al fondo, el pantano de Gabriel y Galán en el horizonte y ahí al lado, tras una loma, el pueblo de La Garganta. A la izquierda todos los salientes de la sierra bejarana: Los dos Hermanitos, El Cancho de la Muela; El Calvitero en lo alto, los nacientes del río... El Pinajarro. Y nosotros pie sobre pie y ojo sobre ojo. Porque los castaños y los robles ya van dando sus últimos vestigios de color verde e incluso de amarillo. Ahora ya todo es ocre oscuro y pronto será nada. Nos hemos acercado hasta el Castañar de La Garganta y allí, junto a la ermita, hemos repuesto fuerzas, mientras contemplábamos serenamente todo el valle que conduce hasta Hervás, ese valle que me espera para hollarlo el próximo fin de semana. Yo lo haré por caminos y veredas pero también se puede hacer por la carretera, ahora arreglada y muy práctica. En aquellas llanuras altas he recordado las andanzas de aquel boyero garganteño al que Alfanhuí hacía caminar con el buey Caronclo (o Caronglo) hasta que se hundía en las aguas. Y recordé a otros personajes que descansan en aquellas sierras.
La vuelta nos ha dado oportunidad de contemplar, desde lo alto, el pueblo de La Garganta y los pozos de nieve, aquellos pozos que, en otras épocas, sirvieron para repisar, mantener y distribuir este producto hasta provincias lejanas. Y otra vez el valle del Ambroz, las llanuras cacereñas y el pantano, ahora con muy poca agua. El valle de mi río está más verde. Son los pinos, que son tan pudorosos que no se desnudan en todo el año. Pero sí los castaños y los robles. Son los contrastes de estos otoños de las altas tierras.
Con un poco de cansancio, con la luz metida en el cuerpo y con los colores rebosantes en los ojos, nos hemos presentado de nuevo en Béjar. La Corredera estaba repleta de gente tomando el sol. El parque municipal enseñaba un piso mullido también de hojas.
Es hora de comer y voy a ello. Que aproveche.

viernes, 16 de noviembre de 2007

UNA IMAGEN FRUSTRADA

Me siguen interesando los autores clásicos y a veces no sé por qué. Platón es uno de ellos. En este caso puede que sea por el hecho de que desde entonces para acá tampoco se ha andado tanto y porque la filosofía occidental anda impregnada de sus esquemas y de tres o cuatro ungüentos que le añadieron los judíos (amor, perdón, eternidad, rostro humano del dios). Casi todo el esquema estructural de la Biblia anda en sus diálogos y el asunto del alma y del cuerpo como dualidad nos lo endilgó este colega para los restos, como base de casi todo lo demás.
El el diálogo "Timeo" (lo he revisado hoy), Platón se encarga de organizar nada menos que la explicación del origen del universo. Hala, venga, como quien toma un tinto de verano. Y todo con los medios de hace casi dos mil quinientos años. Así le sale el churro que le sale. Y todo esto, además, para que le sirva de base en su intento de explicar la creación del hombre -aquí es preciso decir hombre y no ser humano, por la separación de la mujer- y su situación en la naturaleza física y social.
Qué diarrea mental. Menos mal que al demiurgo le dio por infundirnos la racionalidad como obra suya para los humanos. Menos mal. Este diálogo leído por un profesor de anatomía tiene que se algo así como meterse en el arca de Noé con todos los animales y sufrir claustrofobia. Por ejemplo: "Después implantó y ató las partes del alma a ella. En la distribución que hizo al principio, dividió la médula misma directamente en tantas y tales figuras cuantas y cuales especies de alma iba a poseer. Hizo totalmente circular a la que como un campo fértil iba a albergar la simiente divina y llamó a esta parte de la médula cerebro, porque el recipiente alrededor de ella sería la cabeza (...) Dividió, además, la parte que iba a retener el resto mortal del alma en figuras que eran al mismo tiempo esféricas y oblongadas, y llamó al conjunto médula. Después tendió de estas, como de anclas, ataduras de toda el alma y construyó todo nuestro cuerpo a su alrededor..." Y me corto para no aburrirme. Es verdad que se puede leer en sentido figurado todo, pero es que estamos hablando de algo que quiere justificar toda una forma de vida posterior.

Y, a pesar de todo, cuando cualquiera se asoma curioso al cuerpo humano, no puede menos de quedarse fascinado por la complejidad que se descubre en su composición y en su funcionamiento. Nos pasa a los legos y supongo que les ocurrirá aún más a los iniciados. Y, a partir de ahí, se puede desatar cualquier tormenta. De manera que, aunque esta descripción sea literalmente ridícula, ahí sigue el misterio, el milagro de la vida. Lo más hermoso de todo es que todos somos portadores de ese misterio extraordinario y con él vamos a cuestas cada día y cada hora. Tedríamos que estar jubilosos por ello. No estoy seguro de que lo sepamos apreciar.

jueves, 15 de noviembre de 2007

CALBOTES

Con frecuencia provoco a mis alumnos asegurándoles en voz alta que estoy dispuesto a ser sobornado con cualquier obsequio, que mi precio es muy barato y que bien podían aprovechar para una vez que alguien se confiesa en público en este plan. No hay manera, ni una vez consigo sacar de ellos más que una sonrisa de incredulidad. Está claro que no lo sé hacer o que no hay quien me crea capaz de semejante asunto.
Una de las ocasiones que aprovecho cada año es la de la fiesta del primer día de noviembre. Por estos pagos se usa la costumbre entre los jóvenes y adolescentes de ir al campo a asar calbotes. Es un buen momento para adobarlos con vino u otros licores, para salirse de la rutina y para iniciarse en lo que hay que iniciarse. Cada año me hago venal por un puñado de castañas asadas (calbotes) y nunca consigo ni una -o, para ser exactos, en escasísimas ocasiones-.
Hoy, con quince días de retraso, nos hemos juntado unos cuantos colegas en la casa de campo de Aniceto, en Vallejera, para asar y comer la calbotada. Hasta este lugar se entra después de sortear mil obstáculos creados por la construcción de la autovía. Pero todos los caminos llegan a Roma y Roma estaba en su sitio, con su chimenea, con su leña seca, con su huerto ya anunciando el invierno, con las hojas de alguna hortaliza dormida en el suelo, con el aire serrano frío y otoñal, con Aniceto siempre dispuesto para todo, con Antonio Avilés, diligente y con sus castañas de Linares a cuestas, con José María y su sangría de marca registrada, con Elena y su Hugo, con Andrés y con Lourdes. Allí hemos hecho lumbre, allí hemos asado castañas, allí hemos bebido sangría y vino, allí nos hemos saciado con los calbotes, con la tortilla y con el queso, allí hemos charlado un buen rato y hemos arreglado un poco el mundo y allí hemos dado fe de que la amistad se cultiva con la palabra, con la buena voluntad y con una mesa de pan bien abastada. Nos han sobrado calbotes, nos ha sobrado tortilla, nos ha sobrado sangría (y eso que José María la hace como nadie), nos ha sobrado de todo. Menos tiempo porque todo lo hemos empleado en sana amistad.
Pero, puesto que la comida ha sido cosa nuestra, quiero dejar alguna porción a nuestros filólogos y les planteo la explicación del origen de "calbotes". ¿O tal vez "calvotes"? ¿Cuál es la forma correcta? ¿Cuál es su origen? ¿Por qué solo se usa en el occidente y en algunas provincias? Podíais extenderos y hasta exhibiros. Mejor si no echamos mano de don Antonio Llorente o de Lamano, por más conocidos. Tampoco vale copiar de las primeras páginas de Google. Necesitamos explicaciones personales e ingeniosas. A mí me gustaría conocer esa etimología con certeza.
Y ya puestos, propongo alguna otra: "endilgar"; "enjaretar"; "escabel"; "farraguas"; ser un "lambrique"; "motilar"; "andancio"; "niche" (escondrijo); "pindongo"; "rebujar" o "arrebujar". Por ejemplo. Que aproveche.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

ARTE - CIENCIA

El arte está en el fracaso y el acierto en la ciencia. Quizás lo mejor sería no glosar esta afirmación y dejarla macerar en espera de su certeza, de su capacidad de convicción o de su rechazo. Corre uno el peligro de rebajar la posible lucidez del aserto. En todo caso, allá vamos.
En una entrada muy reciente me cuestionaba sobre la lógica de la realidad y la lógica del arte, y me quedaba en el filo de la duda. Mi estado natural es el de la duda y de eso no hay que alarmarse. Pero, en todo caso, esas lógicas son siempre, o casi siempre, diferentes. Aplicar la lógica matemática al poema, por ejemplo, es matarlo, ahogarlo y privarlo de la chispa de la vida; dejarlo correr al buen tuntún también conduce al caos y al esnobismo hueco e imbécil. Por eso me ha parecido siempre tan importante que el creador responda con su vida ante el arte, que sustente con su escala de valores lo que se alza a la vida en la obra.
Pero actuar con la lógica del mercado es imitar, no crear; es dibujar sobre modelo, no pintar; es copiar, no sacar de la nada. Y se sumerge el creador en el mundo del arte cuando en alguna medida ha fracasado en el mundo de la lógica, cuando se ha visto apartado de la circulación por incómodo, cuando se le han venido abajo los palos del sombrajo de las leyes al uso. En ese sentido, es siempre de alguna manera un fracasado; en el mundo de su arte, la escala de valores ha roto la lógica conocida y se ha instalado en unas preferencias rechazadas en el canon más mostrenco.
Eso no quiere decir que su arte vaya contra la naturaleza y contra su evolución; hay que considerar al menos la posibilidad de que la ciencia no siempre alcance la aprehensión de la realidad tal y como esta es, y mucho más la probabilidad de que la interpretación que el común de los mortales hace de ella no ande radicalmente equivocada.
Con todo, lo más importante es que la ciencia aspira al menos a llegar a un final que explique los fenómenos al menos en sus repeticiones analógicas, busca modelos que sustenten una explicación del mundo y sus fenómenos con vocación de continuidad. Luego se ve que los modelos van cambiando, pero, mientras no lo hacen, el modelo sigue ahí y a él se acude siempre. La creación artística se aleja de modelos cánónicos y siempre anda buscando matar al padre, dar una vuelta de tuerca al camino, divisar un paraje nunca visto antes, alucinarse en cada movimiento. Ahí están su grandeza y su miseria, su vocación de Sísifo y su realidad de fracaso continuado. Definitivamente, el arte es un fracaso siempre porque los parajes nuevos se desgastan pronto y la necesidad de salir en busca de otros diferentes hace andar al creador en un estado de ansiedad permanente.
Y, sin embargo, es realidad del ser humano seguir buscando, indagando, recreando, reviviendo, inventándose cada instante para que sea algo nuevo, estar siempre fracasando porque siempre se está en elintento, conformarse con las distancias infinitas entre el deseo y la realidad, vivir en el fracaso, fracasar en la vida.

martes, 13 de noviembre de 2007

DESDE MI TERRAZA

Hoy el discurrir de la vida me ha llevado hasta los Praos, una barriada óbrera de Béjar, a convivir con una asociación de mujeres que se reúnen cada martes y cada jueves y que, de vez en cuando, me invitan para que les hable sobre lo que tenga a bien. Me cuesta decidirme porque una buena comunicación tiene los elementos que tiene y uno no sabe muy bien cómo acertar con las condiciones del receptor. El caso es que hoy, ni corto ni perezoso, me embarqué en la lectura de poemas que tienen como tema la ciudad de Béjar, sus entornos y sus personajes más conocidos. La osadía tenía sus peligros porque al olmo nunca hay que pedirle peras; quiero decir, con respeto pero sin rodeos, que hay lo que hay y este grupo de personas llega hasta donde llega y sus aficiones son las que son. Pues creo que la experiencia ha salido muy pero que muy bien. El silencio, las explicaciones sencillas, la proximidad de los temas, las formas populares... han concitado un ambientillo agradable y provechoso. Les propuse un ejercicio de imaginación positiva y creo que hemos conseguido con creces lo que nos proponíamos. Esto me viene a confirmar, una vez más, que la poesía es más accesible que lo que parece a primera vista, sobre todo si va adobada con una pizca de explicación y no se eligen poemas de estructura complicada. La poesía escrita con tema bejarano ayuda bastante pues, aunque buena parte no cumple una altura creativa muy alta, acerca los temas y las formas de una manera evidente.
Esta tarde hemos repasado imaginativamente el Castañar, la Fuente del Lobo, la Sierra, el Río Cuerpo de Hombre, el Tomillar, el Bosque, el Reloj de San Gil, la Calle Mayor, el Parque, hemos revisado la figura de algunos personajes, y hemos rendido pleitesía a autores bejaranos: José Luis Majada, Julián Martín Carrasco, Luis Felipe Comendador, Emilio Muñoz, Carlos Murciano, A. G. T., Ceferino García Martínez... En este tono hemos elevado un poco el ánimo de los que allí se habían juntado, sobre todo en lo que se refiere al paisaje, que en estos días anda por aquí de auténtica lujuria. Imaginad la estampa de una figura humana debajo de un castaño, con las hojas cayendo lentamente -dejadme que lo diga en otras palabras: ungida con el semen vegetal- y rodeada de toda una gama de colores amarillos y rojizos. Yo la he visto estos días y la imagino a cada hora. Pues por ahí hemos andado, luciendo palmito en el paisaje. Otras presunciones ni son buenas ni son reales, pero esta sí.
Aún me ha dado tiempo para sentarme un ratito en mi terraza, desde donde he visto cómo un sol ya tibio se alejaba monte arriba hasta despedirse en lo alto de la sierra, mientras un enjambre de estorninos dibujaba piruetas en el aire. ¿Os lo imagináis? Cielo límpido, aire puro, sol diáfano, pájaros dibujando sin fin (jamás he visto geometrías tan cambiantes como las que dibujan estos pájaros), colores densísimos en las hojas y en el suelo, la sombra de contraste, el río rumoroso ahí en lo hondo, un poco de música, algo de lectura y yo repantigado en mi sillón mirándolo todo y anegándome de luz y de colores.
Alguien a mi lado me miraba, yo la miraba, nos mirábamos, sentíamos, vivíamos. Pocos sentimientos tan poderosos como el de la contemplación. Ahí estamos. Al menos por esta tarde. Desde mi terraza.

lunes, 12 de noviembre de 2007

REALIDAD- FICCIÓN

Realidad y ficción; ficción y realidad. ¿Cuál de los dos niveles es más coherente?Creo que tendemos a considerar -y a explicar: clases- que la ficción es más libre, suelta, evasiva, soberana, disolvente, atrevida, osada...; en fin, que anda más a su bola. De hecho es el nivel en el que instalamos al creador para que dé rienda suelta a su imaginación y no le pedimos demasiadas cuentas si se sale de las leyes al uso.
Tal vez habría que revisar tal afirmación, a la que a mí también me dan ganas de apuntarme de entrada. En la realidad no podemos trasladar una ciudad hasta el confín de otra porque no lo aguantaría la lógica, o no vemos crecer un palmeral en un lugar muy lluvioso ni una huerta en un desierto: nos lo impide la lógica de las cosas. En cambio sí podemos hacerlo de alguna manera en la ficción. Pero con muchas cortapisas. Los personajes de una obra de ficción también se hallan dentro de un mundo levantado de la nada pero sometido a unas reglas que domina una lógica argumental. Si trasladamos a un personaje de Salamanca a Barcelona, por ejemplo, lo tenemos que hacer como respuesta a una necesidad también lógica: porque lo pide la trama, porque un nuevo escenario se impone, porque una nueva geografía es necesaria. De tal manera que, aunque la trama general se haya levantado en la ficción y desde reglas particulares, una vez fijados los esquemas, necesitamos una lógica interna para ser creíbles y participados por los lectores.
Seguramente estremos tentados a pensar que esas marcas son más difusas en el mundo poético, en el que la lógica se estira y se hace brumosa hasta quedar sobrepasada por la aparición de cualquier imagen que deslumbra por encima de cualquier otra sensación. Incluso en estos niveles tiene que seguir dominando una lógica interna que mueva el poema -o la prosa poética- en una senda específica, aunque sea la de la destrucción y la del caos. Siempre hay un aquí y un ahora que justificar y que satisfacer, una causa que alimentar y un fin que acondicionar a un proceso.
Algo, sin embargo, separa a las dos realidades,la física y la de ficción: mientras que la primera está impuesta y predeterminada, la segunda, al menos en alguna medida, es creada por nosotros en el momento en que creamos y en el que desciframos o recreamos; la primera es más unívoca, la segunda es multidireccional y polisémica. Ese consuelo que nos queda.

La verdad es que no estoy muy seguro de que esto tenga alguna importancia en una tarde otoñal bejarana como esta, con la luz del infinito concentrada en estos montes y el arco iris de colores en la falda de las sierras, por más que ande en la base de la creación y de la interpretación. Fale.

domingo, 11 de noviembre de 2007

LIBROS Y LECTURAS

Recibo de José Luis Morante la publicación "Aula de Poesía", una antología que publica la casa de Ávila en Madrid y que selecciona textos de los recitales de poesía que se han llevado a cabo en esa entidad madrileña durante el año. Hermoso este libro, que me hace recordar mi recital del mes de abril en la capital del reino. Qué gente tan amable y tan atenta; un pelín sesgada a la diestra en los comentarios -porque hasta en los comentarios poéticos se confiesa uno- pero amabilísima y atenta. Recuerdo con cariño aquella tarde; y se me revela (y también se me rebela) la imagen de aquella guapísima muchacha veinteañera con ganas de guerra. Sería la primavera y sus trastornos. En fin que gracias a Morante, siempre al quite del mundo de la poesía, atento con sus amigos, poeta de la experiencia que ahora anda con la cuerda floja en cuanto a la creatividad pero no en cuanto a la lectura, sabio siempre y dominador como pocos del panorama actual de la lírica en España. Guardaré el libro al lado de aquelloos otros en los que he dejado algunos de mis poemas y volveré a él de vez en cuando. Y a Morante también, que tenemos que compartir pronto mesa y mantel. Gracias, amigo.

Tengo la impresión -casi la seguridad (estos son siempre conceptos relativos porque depende de con quién te compares)- de que he leído mucho. Son muchos los miles de páginas las que han pasado por delante de mis ojos. Confieso que llevo una temporada en la que tal vez la tensión ha bajado un poco. Me gustaría, además, aprender de una vez a seleccionar mis lecturas. Sobre todo las novelas. Tengo la impresión de que descubro elementos nuevos en la forma o en el fondo en pocos textos; siento que releo historias que ya conozco, que preveo con facilidad y que no me enseñan casi nada en cuanto a la forma. Leer es siempre saludable, pero sería genial descubrir siempre algo novedoso porque esto te empujaría a tirarte de nuevo con gusto a los leones y a las páginas del próximo libro. Me sucede menos esto con la poesía. Seguramente porque siempre hay alguna imagen que me deslumbra o algún esquema que me deja suspenso por extraño y distinto. Con alguna imagen me basta para engancharme y crearme la conciencia de que no he perdido el tiempo. En la poesía siempre, además, el lector es un poco más protagonista que en la novela; las sensaciones pasan a ser personales a poco que uno predisponga su ánimo, mientras que en la novela -elementos épicos- siempre se ve la historia con perspectiva y desde lejos. Acaso por eso mis horas de poesía son más y más densas que las de novela, y mis aportaciones y mi tranco creativo ande más próximo a la poesía, y de cierta intimidad lírica, que a la prosa.
Pero, para romper todo lo anterior, dejaré constancia aquí de mi placer en la lectura de estos tres últimos días de la novela "Mercado de espejismos", Felipe Benítez Reyes, premio Nadal de este año. No hay que buscar en ella una novela al uso, ni una trama clara y lineal. A mí me ha llamado la atención sobre todo por el valor de testimonio que aporta el protagonista en primera persona y por los aparentes cambios de planos significativos, digresiones e ironías. ¿Os imgináis la juerga a partir de este texto?: "Y es que imaginemos que nuestra civilización desaparece y que, dentro de unos miles de siglos, un insecto evolucionado que se ha hecho especie dominante en el planeta encuentra un papel fosilizado que dice así:
-Champú anticaspa a la camomila.
-Mahonesa baja en calorías.
-Galletas sin gluten.
-Leche desnatada calcio.
-Abrillantador lavavajillas.
-Vinagre de yema.
-Pasta fresca al huevo.
-Pañales para niño vecina talla 3.
A partir de ahí, es posible cualquier interpretación por parte del insecto evolucionado: desde glosarlo como un poema épico hasta considerarlo una fórmula para conseguir el elixir de la inmortalidad, pasando por la sospecha de que pueda tratarse del texto fundacional de una secta adoradora de alguna deidad rústica favorecedora de cosechas. (Lo de los pañales supongo que podría interpretarse, no sé, como la anunciación del nacimiento de un mesías)." Pg. 263.
No me gusta que las entradas de este blog sean demasiado largas, pero este texto daría para casi todo. Así sí da gusto leer novelas. Pero solo así.

N.B. Prometo aportar más léxico para mis amigos filólogos.

viernes, 9 de noviembre de 2007

DOS TESOROS

Los días que llega Miguel Ángel a esta casa, acompañado de Merce, son de otra pasta. Los pasillos se llenan, nos encontramos en las habitaciones, la terraza está más ocupada, y yo creo que hasta el sol y la sierra se asoman con más curiosidad. Hoy es uno de esos días. Aquí los tengo, con sus vidas a cuestas, con episodios que me gusta que me cuenten, con pequeñas y grandes ilusiones que comparto, con bromas que provoco. Creo que tienen su vida encauzada y eso egoístamente me tranquiliza. Un padre es como es y siempre tiene intereses.
Al mismo tiempo, y de la mano de Iñaki (gracias, colega), me llega un léxico mecanografiado del pueblo de Herguijuela, un pueblo del suroeste de la provincia de Salamanca, que mira a las Hurdes y que no se halla lejos de Valero, mi pueblo, el mejor pueblo de la provincia con mucha diferencia. Jajajaja. Me alegra comprobar que tanto se parece al que yo aún puedo escuchar por las estrechas calles en las que dejé para siempre mi niñez y a las que vuelvo de vez en cuando. Tengo pendiente algún relato corto con parte de ese léxico. Porque en esos pueblos se enceta el pan, se reparten los canteros del mismo y se come hasta el corrusco, los niños terminan aborrajaos de correr con los aros,todavía se celebra el alboroque, o se apastuscan las aceitunas y las castañas, se abangan las ramas para alcanzar la fruta, se han limpiado los suelos de cagalutas y de cagajones, se recogen ramas cortadas con el corbillo o la petalla, caundo llueve se forman chapatales, la gente se embae (o acaso se envahe)charlando en los poyos de la plaza o al serano las noches de verano, todavía recoge las aceitunas a embuerzas, mantiene en muchas casas el escabel para sentarse, se escarrapicha sobre el mulo cuando sale al campo, alimenta a los cerdos con berbajo, se comen riquísimos frejones aunque haya que limpiar las huertas de la fusca, o, en fin, para no cansar, los muchachos, como en todos los sitios, se ponen morrongos y morrocotrocos cuando no les dan la razón. ¿Hay quien dé más? Por mantener, el occidente de Salamanca y de Cáceres -también Valero- mantiene todavía vagamente la intervocálica sonora "vedina" o la concordancia "usted tenéis". Un tesorito escondido para el degustador de la filología fina. Aquí queda esondido el vocabulario (unas 400 palabras)junto a otros que conservo en mis estanterías. A ellos vuelvo con frecuencia y con gusto.
N.B. Para Sinda: Creo que he arreglado lo del horario del blog. En realidad, lo que ha ocurrido es que ha llegado Miguel Ángel y en un momento me ha devuelto un poco de lo que invertí en su ingeniería informática. Por alguna razón desconocida, andaba en horario de los países del Índico. Vale.

jueves, 8 de noviembre de 2007

SIEMPRE OBRAS

Me desayuno, en mis últimos días de asistencia al trabajo, con unas obras que tratan de rehacer el maltrecho patio que da entrada al edificio en el que gasto mis energías. Allí, tres o cuatro operarios parecen querer arreglar un desaguisado reponiendo los adoquines que se han levantado y que han dejado todo aquello como si fuera un campo de minas o las orillas de un río de montaña. Recuerdo nítidamente la que se preparó hace muy escasos años (¿tres?, ¿dos?)cuando me dio por escribir un artículo denunciando la desidia con la que se trabajaba por parte de una escuela taller que dedicó meses, o tal vez más de un año, a enrrollar aquella superficie con los adoquines. Criticaba lo que significa no exigir diligencia en las obras públicas, no exigir diligencia en los encargados de las mismas y no tener en cuenta las consecuencias que eso conlleva para el resto de los usuarios, en este caso para los alumnos del instituto que allí existe. Poco faltó para que los monitores y la directora de la escuela taller no me colgaran en picota pública.
Pues ahí están los hechos: el suelo levantado por todas partes, el patio cortado para los coches, nuevos operarios trabajando en él y nuevos fastidios para todos otra vez.
Lo peor de todo es que temo que, de nuevo, la obra se vuelva a alargar hasta el día del juicio final, cuando uno tiene la impresión de que en poco tiempo tendría que estar en buen estado y utilizable. El ritmo de trabajo, visto desde fuera, no es precisamente muy acelerado. ¿No podrían haber dejado el trabajo para el período de vacaciones y así no molestar el desahogo normal de los alumnos? Mis reservas y mis críticas son las mismas ahora que entonces, mis apreciaciones también son las mismas. En más de una ocasión he dejado constancdia de lo importante que es en cualquier obra la atención que hay que tener a los perjuicios que se causan a los demás, a todos aquellos que aparentemente no están implicados en las obras. Parece que es demasiado pedir. A la administración de derechas y a la de izquierdas. Acaso sea más asunto de personas responsables que de ideologías. Yo más bien pienso que es cuestión de escala de valores, o sea, precisamente de ideología, de ver en las obras algo más que variables económicas. Venga, tíos, poned adoquines, allanad aquello y dejad sitio para los muchachos, que lo necesitan cada día y cada hora.
De Ávila nos llega la buena nueva de la presentación del trabajo de fin de carrera para Merce. Más vale tarde que nunca. Buen ejemplo de que quien quiere lo consigue, aunque sea desde el esfuerzo. Enhorabuena y al tajo. Hay que celebrarlo y lo haremos. Más ingenieros para la familia. A ver si desarrollamos el ingenio.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

COSICOSAS N

La visita a los médicos me gusta como a los gatos el agua. Pero uno tiene que irse cuidando y dándole alguna ayuda a este cuerpo serrano. Me gusta hacerme de vez en cuando una analítica general para ver cómo anda la carrocería del coche y por si hay que ponerle algo de diésel al motor. Reconozco que esto tiene algo de morboso porque uno anda expuesto a que en cualquier control aparezca cualquier anomalía que te deje preocupado para los restos. No sabe uno si al final no es mejor aplicar aquello de que ojos que no ven corazón que no siente.
El caso es que esta mañana, en ayunas, como manda el protocolo, me he acercado a la consulta del analista, con mis brazos preparados para el pinchazo y con mis ánimos algo menos predispuestos que mis brazos. Con un poco de retraso, aparece el doctor, conocido por mí, todo cortesía y amabilidad. Me comoda en la silla y yo me remango la camisa en actitud de cordero degollado. Se demora en cumplimentar unos papeles mientras yo no hago otra cosa que elucubrar y sentir aguijones por todos los brazos, como si me hubiera puesto la venda antes de sufrir la herida. Algunas palabras sueltas a las que yo, como el peor paciente que soy, no atendía. Cuando estaba en el peor de los mundos, hete aquí que se me suelta el doctor conocido y amable con la sintonía de la COPE, y, además, a buen volumen. El predicador diario andaba poniendo a escurrir a la fiscal del caso 11-M. ¿Por qué para ejercer la crítica hay que acudir al insulto continuo y además de tipo personal? Enseguida volví en mí y estuve a punto de saltar de la silla. Menos mal que ya se aproximaba el médico con la jeringuilla, pescando vena y entrando a matar sin contemplaciones. Por si fuera poco, me tuvo que arrebatar dos tubos enteritos. Y sin desayunar. En cuanto pude, firmé el recibo, me despedí con cortesía, alcancé las escaleras y salí a la calle huyendo de las agujas y del imbécil aquel que seguía insultando en el púlpito copero.
Espero que, cuando el lunes vuelva a recoger los resultados, el amable y cortés médico no me reciba otra vez a golpe de improperios radiofónicos. Como no habrá agujas, puede ser una visita hasta gozosa. A ver si es verdad, doctor.
Lo demás, casi como esto: cosicosas de diario: clases, lecturas, diario, paseíto y poco más. Otro día al coleto. Otro día de sol otoñal, de colores y de sensaciones varias. Cosicosas.
Voy a dejar aquí el regusto de un poema de Brines. Por si alguien lo quiere degustar conmigo:
La vida me rodea, como en aquellos años
ya perdidos, con el mismo esplendor
de un mundo eterno. La rosa cuchillada
de la mar, las derribadas luces
de los huertos, fragor de las palomas
en el aire, la vida en torno a mí,
cuando yo aún soy la vida.
Con el mismo esplendor, y envejecidos ojos,
y un amor fatigado.

¿Cuál será la venganza? Vivir aún;
y amar, mientras se agota el corazón,
un mundo fiel, aunque perecedero.
Amar el sueño roto de la vida
y, aunque no pudo ser, no maldecir
aquel antiguo engaño de lo eterno.
Y el pecho se consuela, porque sabe
que el mundo pudo ser una bella verdad.

martes, 6 de noviembre de 2007

BRINES

El popular Círculo de Lectores me surte, desde hace tiempo, de libros que entresaco de su corta pero jugosa oferta literaria. He leído en los últimos días la antología poética de Francisco Brines "Todos los rostros del pasado", preparada por Dionisio Cañas.
Creo que no conozco mal la poesía de la llamada Generación del 50. Desde aquella antología comentada del colega Angel Luis prieto de Paula, magnífica para mi gusto, hasta los estudios de Carme Riera y las diversas ediciones de las obras de casi todos los autores. Quizás Paco Brines haya sido uno de los menos frecuentados por mí. Es esta una generación de la que seguimos bebiendo ahora mismo según entiendo, sobre todo en esa rama boscosa denominada poesía de la experiencia. Me gusta esta antología porque retrata muy bien la esencia de la poesía del valenciano Brines. Es Paco Brines un poeta de la elegía y de la meditación. Sobre el telón del paisaje, que mantiene la materia como fondo, se alzan los temas eternos que sustentan al hombre: la vida, la muerte, el amor... Los de siempre. Y con ese sustento el poeta, su vida y milagros, sus miradas, sus consideraciones, sus conjeturas, la certeza de sus sentimientos que se alargan elegíacamente hacia el pasado y que se estiran meditativamente hacia los lugares transfronterizos del tiempo y del espacio. Y un elemento salvador de todo ese mundo: la palabra, la palabra poética que es capaz de resucitar y de poner en pie todo ese mundo. Si no de crearlo, si al menos de recrearlo y de darle nueva forma y nueva vida.
El poeta vive acabándose siempre y aspira al mantenimiento o a vivir de otra forma la realidad mostrenca. Solo le quedan dos caminos: vivir en la acción o vivir en la recreación poética. Cuando el poeta vive, tal vez no escribe. La escritura parece que siempre tiene un poso de nostalgia, de elegía, de resignación y de fracaso. Quiero creer que también lo tiene de intento de vivir más intensamente lo que de manera inevitable nos lleva a la desaparición. ¿Qué pinta el ser humano en ese todo de la naturaleza y de los demás seres que viven y pululan sin saber de nuestra existencia individual? Porque, a la vez que formamos parte de un todo y todo nos concierne y hasta nos pertenece, caminamos muy solos y hacemos el camino con nuestra propia mirada, con nuestras sensaciones particulares, con nuestro mundo individualizado. Saber en qué medida podemos contribuir mejor a la evolución de todo, desde la acción o desde la contemplación y la meditación, no me parece tarea sencilla. No es Brines un poeta de ciudad ni de bares y experiencias nocturnas o alcohólicas, tampoco parece que haya contribuido demasiado al cambio técnico del mundo ni que haya propiciado un cambio sociológico y político, pero su reflexión y su mirada, su contemplación y la resurrección del mundo a través de sus palabras sí pueden haber supuesto un empuje grande a la visión y a la contemplación de otros seres. Yo me siento bastante próximo a la poesía de Paco Brines y aquí dejo constancia de ello. Y ello no me hace renegar de la creación que ensalza el ingenio o que resuelve escenas inmediatas. Qué va.

lunes, 5 de noviembre de 2007

TAN SOLO ESO

Me asiento lentamente en la geografía bejarana, cuajada en la lujuria del paisaje, después de haber velado las imágenes con otras del mar mediterráneo. Qué paletada de ocres la que dan la ladera de la sierra, la umbría del Castañar y los árboles del valle. Todos los amarillos, todos los rojizos, los más y menos verdes de la hojas perennes, el arco iris pleno. Si todo lo sazona una luz tan diáfana como la de esta tarde, entonces ni te cuento. Todo es ver y mirar, y contemplar, y gozar, y sentir satisfacción, y seguir contemplando.
En medio de este ambiente positivo, recupero noticias del largo fin de semana en el que anduve un poco ayuno de las mismas. Y sigue el mismo sonsonete de la sentencia del 11-M. Los conspiradores se agarran al asa de la "autoría intelectual", un concepto jurídicamente tan vago que no resiste el cedazo de un primer curso de la ESO, pero que a ellos les dará carrete para seguir vendiendo y traficando con el morbo y con la sangre de los muertos. El mercado y el papel lo aguantan todo. No hace falta ser precisamente sabio en asuntos legales para reconocer que en un juicio se juzgan los hechos que a él se traen, no las conjeturas que se fabriquen en los pasillos. Y que, para condenar, en un sistema tan garantista como el nuestro, tienen que probarse los hechos que se someten a juicio. Lo demás son conversaciones de barra y de despacho. Es verdad que, si hay evidencias de colaboración necesaria o de inducción concreta a la comisión de un delito, el código señala penas y castigos y, como tal, se aplican. Pero, si no, no hay tal; se condena al actor del crimen y a otra cosa. La realidad jurídica es la que es y no caben más elementos.
No está de más, en todo caso, que se siga investigando todo lo que razonadamente induzca a la sospecha. Razonadamente, no por conveniencias comerciales, que traficar con muertos sí que merece intelectual y moralmente una condena absoluta. Pues los conspiranoides se agarran desesperadamente a cualquier elemento de último orden en un sumario complejísimo (casi doscientos muertos, cientos de abogados, miles de pruebas, el infinito de folios...), en el que lo normal es que no todo encaje a la perfección, con tal de darle a la matraca hasta que por aburrimiento nos maten o los matemos. De modo que seguiremos teniendo asunto para rato: ha sido tal el varapalo y el desprestigio, que reconocerlo supone dejar demasiadas plumas en el gallinero. Con el asunto vago de la "autoría intelectual" se les permiten todas las posibilidades. Pero entonces que también se me permitan a mí. Por ejemplo que considere que uno de los inspiradores fue Aznar por la implicación en la guerra de Irak. No parece que esté lejos de la lógica y del sentido común. A juzgarlo y a la trena. Cuidadito con estas vaguedades, que dan para todo pero no precisan nada.
¿Qué podría pensarse sobre el autor intelectual del nacimiento de una persona? Por ese camino, todos vamos a ser padres de todos. Lo voy a copiar poéticamente con un poema de Ángel González, y que me perdone por traer sus versos a este contexto:

Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan solo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...

Y, por favor, ya que se vayan de paseo y nos dejen en paz. Fin.

domingo, 4 de noviembre de 2007

UN TIESTO MALAGUEÑO

No soy un buen jardinero, lo sé. Sí me parece que lo soy frustrado pues he de reconocer que una de mis pocas ambiciones -a estas alturas de la vida, ya ociosa- hubiera sido la de poseer un terrenito para tener mi casona en él y poder cultivar un buen jardín. Pero si no soy jardinero, sí fui en mi niñez carbonero, de los de cocer la leña en el monte, de los de atacar las carboneras, de los de subirse a ellas por la escalera de palos secos, de los de sacar el carbón, de los de tronzar los troncos de los árboles, de los de darle con mis pequeñas manos al sierro para serrar, de los de ver cómo los que tenían más fuerza que yo se afanaban hasta conseguir levantar las raíces del interior de la tierra; en fin, de los de jugar con los árboles al fuego y al sudor.
Los otros árboles del jardín también se escardan, se cavan, se plantan, se desmochan, se arican, se fumigan, se aroman, se huelen, se recogen, se replantan.
Hoy me interesa el árbol porque me he traído de Málaga un hermosísimo tiesto de amistad regado con la amistad de mis amigos, con las palabras y las atenciones de Jesús y de Sinda, cuidado con el esmero de Antonio y Mercedes, aromado con la ingenuidad y la naturalidad de Leticia, guardado siempre con la fidelidad de Pipo, acompañado y mimado con el amor de Nena, regado por todos los olores lujuriosos del Mediterráneo, salpicado con la presencia de Andrés, de David y su familia, de Elena y la suya, embrujado por la tibieza del sol que se resiste siempre por allí a dar su reino a los fríos. Y ha sentido el abono este tiesto del recuerdo de Juan, por el que hemos brindado en el recuerdo, y de sus hermanas Carmen e Isa, que lo guardan a la vera de la costa hasta que lo traigan pronto, para descansar definitivamente, a estas altas tierras bejaranas.
Yo fui con la simiente preparada, o acaso era un plantón ya bien crecido, pero todos ellos le han dado el vigor y el empuje que necesitaba, lo han afirmado en la certeza de que la amistad es algo que se busca y que se estrecha, que se cultiva y se riega. Os juro que yo he vuelto muy henchido , regado y desmochado, dispuesto para dar buena cosecha. El viaje ha sido largo y me encuentro cansado, pero hoy en mi casa huele como si en cada esquina hubiera plantada una dama de noche. Dejadme que os diga a todos que os quiero un montón. Un abrazo muy fuerte. Hasta la próxima que espero sea muy pronto.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Largo y entretenido viaje entre Béjar y Arroyo de la Miel, en estas tibias tierras malagueñas. A media mañana dejo a mis alumnos con algún trabajo pendiente, recojo a Nena y nos ponemos en camino. Si dejamos un aire y un frío claramente invernales en Béjar, las tierras extremeñas nos reciben con sus autovías y con sus encinares frondosos y cubiertos de césped. Es esta una de las mejores épocas para ver y contemplar el campo extremeño. Las buenas vías nos permiten la distracción y la charla. También nos permite el largo camino que nos queda por delante la posibilidad de oír, de escuchar y de valorar la lectura de la sentencia del 11-M. La lectura de todas las consideraciones generales me reconforta pues no deja resquicio a conjeturas posteriores si no es desde la sinrazón y desde el empecinamiento. El fallo, sin embargo, me deja algo perplejo pues emocionalmente uno parecía desear la condena de todo bicho viviente que se escondía en la pecera, por más que, a estas alturas de la película, poco o nada alimenta el gusto el hecho de que cualquiera vaya a la cárcel. A medida que voy escuchando reacciones, me doy cuenta de que los del erre que erre seguirán de herreros y de martillos pilones, sin apearse de nada, sin ningún reconocimiento, alimentando el viejo empeño de los últimos años que ha tenido a este país dividido y gastando casi todas sus energías en el asunto,como si en él nos fuera la vida. Cualquier atisbo de esperanza al limbo, cualquier ilusión al garete. Hay gente a la que le resulta muy difícil abdicar de sus lecciones y que solo entiende una huida hacia delante como defensa personal, aunque se enfangue cada día un poco más. Señalaré solo un caso y con una acusación absolutamente dura. La mantengo no obstante: El periódico El Mundo le ha sacado a cada gota de sangre de los asesinados de Madrid, alimentando el morbo de una pseudoinvestigación, una millonada en pesetas y en euros. Como para echar marcha atrás con el chollo y la mina que explotan. Menuda ética. Vaya una escala de valores. Si esto fuera verdad -mantengo lo que acabo de escribir-, se trataría de la mayor estafa de la historia de este país. Así se escribe la Historia. Lo malo es que hay cientos de miles de personas detrás de ellos, gastándose sus dineros en semejante bazofia.
Pero la tarde me guarda otras sorpresas. Mucho más agradables. En la costa me esperan -nos esperan- Jesús y Sinda, Antonio y Mercedes, Leticia y Andrés, y las hermanas de Juan. A pasar unos días con ellos y a hacer viva la memoria de nuestro querido Juan nos hemos reunido en la costa del Mediterráneo, al amparo de un sol tibio que nos acoge cuando comienza noviembre, lejos y cerca de las laderas serranas del otoño bejarano, con la amistad bien puesta, con los deberes hechos, con las manos abiertas y el corazón bien ancho.
Con el recuerdo a todas las víctimas del atentado, con el mejor abrazo para mis amigos, anda y que les den a todos los intrigantes del reino.